Otra
acepción de la lluvia
Cuando yo contemplo la lluvia, vuelvo a conversar
con mi padre.
Acaso porque la lluvia es su rostro ubicuo,
el territorio donde siempre se reúne con este hijo
que se fue al extranjero.
Mi padre y yo fundamos una comunión:
un juego que se sigue extendiendo en la lluvia.
Y así, a prueba de lluvias,
nos descubrió Gene Kelly en un anfiteatro de
barrio.
Y la memoria se convirtió en la mejor pesca del
riachuelo
-el mapa que lo libera de una geografía anodina-.
Por eso, junto a mi padre, en aquel estadio
ningún juego se suspendió por lluvia.
Y en cualquier parque, y en cualquier feria,
y en todo carnaval de la intemperie,
la lluvia nos ofrendó su lealtad cual infalible
techo.
Y ahora sé por qué llueve:
nunca nos separamos en el espíritu de la lluvia.
4 comentarios:
Me gusta mucho este poema, amigo. Gracias.
Poema de emoción contenida, de discreta nostalgia, sin dramatismo superfluo. Me ha gustado. Gracias, Joaquín.
Por eso, junto a mi padre, en aquel estadio
ningún juego se suspendió por lluvia. - Me gusto tu poema amigo Joaquín.
poeta me gusto tu poema
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