Las inclemencias del tiempo el 12 de febrero, día en que debía celebrarse oficialmente la tertulia dedicada a honrar el centenario del natalicio de José Lezama Lima, imposibilitaron la realización formal de la misma. No obstante, ese día nuestro invitado, el escritor Carlos M. Luis, dio una breve charla a los pocos que nos encontrábamos presentes, la cual sirvió de premiere de lo que sería la tertulia del pasado viernes 26 de febrero, fecha para la que había sido pospuesta.
Ante una numerosa concurrencia en Café Demetrio, Carlos M. Luis transitó en su charla por algunos vericuetos lezamianos, a patir de una perspectiva muy personal, pues tuvo la oportunidad de conocer al maestro y ser un elegido de su cenáculo. Fue así que contó cómo ocurrió su primer encuentro con este hombre, del que se decía que era prácticamente inaccesible, cuando apenas tenía diecisiete años. La singularidad del autor de Muerte de Narciso se hizo notar al recibirlo en su casa de Trocadero 162, con las siguientes palabras: “Existen dos tipos de cristianismo: el paulista y el juanista”. Por cierto, ese día también conoció a su entrañable amigo Lorenzo García Vega, quien se encontraba acompañando a Lezama.
Luis comparó la figura de Lezama con la de un Chamán, no sólo por su poder para predecir sucesos, sino, además, por la forma en que era poseído por las lecturas que realizaba, a tal punto que era capaz de transfigurarse en su alocución sobre un tema determinado. Por eso, lamentó que no se conserven las conversaciones de Lezama, las cuales hubieran constituido en la actualidad un material sumamente valioso con el que hubiéramos podido testimoniar su genialidad. Un ejemplo de ello, comentó Carlos M. Luis, fue durante una conversación que ambos sostuvieron acerca de un libro basado en la vida del místico de siglo XII San Buenaventura.
Las peculiaridades de Lezama y demás integrantes del grupo Orígenes fueron también temas de esta charla. En este aspecto, supimos que Lezama, aunque se consideraba católico, era un hombre con matices, con una vision que lindaba con la heterodoxia, por lo que no vacilaba en recomendarle a un amigo la lectura de un libro como Los Cantos de Maldoror, del Conde de Lautremont, distinción que no compartía con otros Origenistas de talante ortodoxo: Eliseo Diego, Cintio Vitier y Fina García Marruz. Estos últimos siempre consideraron a Virgilio Piñera una especie de diablillo, señaló Luis. También aludió a las relaciones difíciles que existieron entre Lezama y Gastón Baquero, así como la negativa, por parte de Cintio, de permitir la entrada, en Orígenes, de las nuevas tendencias de vanguardia, una de las razones que causó el distanciamiento de Virgilio y Rodríguez Feo y, en consecuencia, el surgimiento de la revista Ciclón.
Carlos M. Luis estableció paralelismos entre Lezama y Andrés Bretón. Ambos fueron figuras capitales de sus respectivos movimientos o generaciones literarias; ambos vivían cerca de un barrio de prostitutas: Lezama, del barrio Colón en La Habana, mientras que Bretón, del Pigalle en Paris. Ambos eran asmáticos y, por último, ambos proferían una frase común: "¡Que pase!"
La magia de Lezama se hizo presente en carne y hueso, cuando en medio del evento se apareció su sobrina, quien agradeció el homenaje que se le estaba rindiendo a su tío y, por tanto, a su familia.
Carlos M. Luis recordó el olvido a que fue sometido Lezama y Orígenes , por parte de una mayoritaria clase intelectual y empresarial cubana, durante la época de la República y, con el triunfo de la Revolución, de la cúpula gobernante. De esta forma, evocó los años en que asistían “cuatro gatos” a las actividades de Orígenes.
Ojalá que el nutrido público que se dio cita en La Otra Esquina de las Palabras, en Café Demetrio, el viernes 26 de febrero, haya convencido a Lezama, desde la eternidad donde nos observa, para que perdone a la nación cubana por ignorar su grandeza durante su tiempo de vida. Ojalá…
Dibujo de Lezama: Heriberto Mora Foto: Juan Carlos Mirabal
La Otra Esquina de las Palabras anuncia su tertulia del mes de febrero:
Recordando a José Lezama Lima en el centenario de su natalicio.
Una charla sobre la vida y obra de Lezama, a cargo del escritor Carlos M. Luis.
Foto: Iván Cañas
Lugar: Café Demetrio 300 Alhambra Circle, Coral Gables (305)448-4949 Viernes, 26 de febrero a las 7:30 p.m.
Carlos M. Luis (La Habana, Cuba, 1932). Poeta, pintor y crítico de arte. Fue miembro del grupo Orígenes. Entre sus libros publicados se encuentran “Los Años-Los Días’’ (poesía), México, 1953; "Simulacro de lo Absoluto" (poesía), La Habana, 1954; "Espacio Deseado" (poesía), New York, 1957; “Entrada en la Semejanza" (poesía), Ed. Exilio, New York, 1972; “Núcleos” (poesía), Ediciones Catalejo, Miami, 2002; “Dysfunctional Texts’’ (poesía) Ed. Luna Bisonte, Columbus, Ohio, 2002; “Tránsito de la Mirada’’ (ensayo), Ed. Saeta, Caracas, 1991; “El Oficio de la Mirada’’ (ensayo), Ed. Universal, Miami, 1999. Ha impartido cursos y conferencias sobre arte y literatura en diferentes universidades. Sus textos han aparecido en revistas y catálogos en Estados Unidos, Europa y América Latina. Como pintor, ha expuesto su obra en galerías de Estados Unidos y el extranjero. Colabora, como crítico de arte, en la sección Galería de El Nuevo Herald. Reside en Estados Unidos desde 1962.
Zu Galeria Fine Arts invites you to spend this coming Friday night among art and friends. Stop by, enjoy our many works of original art, and have some wine in our patio.
Friday, February 26, 2010, 8pm to 11pm
Zu Galeria Fine Arts 2248 SW 8th Street Miami, Fl 33135 786-443-5872
Currently exhibiting Personajes Pendientes, Armando Tejuca's solo exhibit.
New works by Karin Aldrey, Maru Antuñano,Helier Batista, Miguel Angel Baez,Elvira de las Casas,Dora Fiser, Liliana Folta, Arnaldo Ladron de Guevara, Lapitu,Evelio Lecour, Noel Leon, Salvador Lorenzo, Tony Nuñez,Marta Ramos,Candida Rodriguez, Santos, Leonardo Severo, Nora Serviño,and Roberto Wong.
Photographed Ofrenda con musica, 13 x 23, Acrylic by Armando Tejuca
Orlando Zapata Tamayo, opositor al régimen castrista, albañil de 43 años y defensor de los derechos humanos, murió ayer en el Hospital Ameijeiras en La Habana, donde fue trasladado en estado crítico des de la prisión de Combinado del Este. Su situación se había degradado en las últimas horas como consecuencia de la larga huelga de hambre que mantuvo durante más de 80 días, exigiendo un trato digno en la prisión de Camagüey en la que permanecía internado cumpliendo una pena de 36 años de cárcel por su activismo a favor de la democracia en la Isla.
La información la confirmó el Directorio Democráctico Cubano (DDC) a través de un mensaje en Twitter que desencadenó, en cuestión de minutos, un aluvión de nuevos mensajes. Al poco rato, la bloguera Yoani Sánchez confirmaba también vía Twitter el fallecimiento de Zapata Tamayo, según informaciones del opositor Elizardo Sánchez.
Posteriormente, han ido llegando las confirmaciones de Efe, AFP, BBC, TVE, El Nuevo Herald, entre otros medios internacionales.
La explosión de la noticia ha inundado las redes sociales, Twitter y Facebook, con mensajes de condena contra el régimen castrista. Se han difundido declaraciones de Reina Tamayo, madre de Zapata, para quien la muerte de su hijo es “un asesinato premeditado” cuyos autores son los dirigentes de la dictadura castrista. Esta acusación la ha repetido varias veces esta semana.
Al empezar su huelga de hambre, Zapata Tamayo fue llevado a un calabozo en condiciones higiénicas deplorables, con presencia de insectos y roedores, según han denunciado otros disidentes. Las autoriades carcelarias le retiraron durante 18 días el agua, hecho que le ha provocado fallos en un riñón y ha agravado su delicada situación.
Condenas
A la condena de la madre de Zapata Tamayo se le han sumado otras personalidades como la escritora Zoé Valdés que ha tachado de “vil asesinato” la muerte del preso político. También el opositor Antúnez, a través de Twitter, exclamó que la muerte de Zapata es “la respuesta a los dialogueros”, en referencia a gobiernos, como el español, que optan por conversar sobre derechos humanos con una dictadura que no da muestras de querer cambiar.
Asimismo, España está siendo objeto de múltiples ataques en Twitter, donde la indignación por la muerte de Zapata va en aumento a medida que se van conociendo nuevos datos sobre las circunstancias de su fallecimiento. El cuerpo del preso político se encuentra en Medicina Legal, en La Habana, y junto a la madre de Zapata está la bloguera Yoani Sánchez y su marido Reinaldo Escobar.
Los blogueros informan
Yoani Sánchez, así como otros blogueros de la Academia Blogger, como Claudia Cadelo, Miriam Celaya o Eugenio Leal han enviado mensajes a través de Twitter aportando nuevos datos sobre la situación. Ante este hecho, el régimen intenta cortar ahora las comunicaciones y al teléfono fijo en casa de Yoani se le ha retirado comunicación con el exterior, según denunció la bloguera.
Por otro lado, según varias fuentes, el régimen está temeroso porque la muerte de Zapata podría desencadenar conflictivas protestas de opositores, de manera que se han incrementado el control policial en las principales ciudades de la Isla, donde se han producido varios arrestos de disidentes.
A lo largo de todos estos días, la situación de Zapata Tamayo había desencadenado enérgicas protestas ya en Camagüey, ciudad en la que un grupo de unos 30 opositores fueron detenidos semanas atrás en bloque después de recorrer las calles de la ciudad en protesta contra el régimen. Exigían también un trato digno para el preso político, reconocido por la organización Amnistía Internacional (AI), con la que el régimen no admite el diálogo desde hace años.
Las redes sociales dan voz al pueblo cubano
Las redes sociales se están revelando como el mejor canal para acabar con el silencio de la situación de los derechos humanos en Cuba. La muerte de Zapata Tamayo ha explotado en las redes sociales e incluso el canal de Twitter bajo la etiqueta #España se está llenando de mensajes contra la política de José Luis Rodríguez Zapatero respecto a Cuba. Hoy mismo, el ministerio de Asuntos Exteriores de España se inhibía del caso Zapata Tamayo. En Twitter también se puede seguir el filtro #OrlandoZapataTamayo y estar atentos a @yoanisanchez, @claudiacadelo, entre otros bloggers.
aprovechando la ola caváfica que ha dejado caer sobre la ciudad nuestro querido y escueto Juan Cueto, con su último libro de traducciones sobre los poemas de Cavafis, te mando una pequeña compilación de textos en torno a La ciudad del bardo neoheleno. La idea es degustar y comparar los niveles de escritura y reescritura que puede generar un texto canónico, ya sea una traducción o una versión poética.
En un memorioso artículo de Mario Vargas Llosa, publicado en el lejano año 2000 e intitulado El alejandrino (Revista Arquitrave), el narrador peruano nos cuenta de su paso por la ciudad egipcia y por la casa, hoy convertida en museo, donde vivió sus últimos años el poeta que murió esperando a los bárbaros. En uno de sus párrafos, hablando de la perfección artística alcanzada por el poeta, Vargas Llosa nos dice que “su poesía es capaz de resistir la prueba de la traducción —una prueba que casi siempre asesina a la de los demás poetas— y helarnos la sangre y maravillarnos en sus distintas versiones, a quienes no podemos leerla en el griego demótico y de la diáspora en que fue escrita.”
Junto a las imágenes del pasaporte —con el que nunca pudo escapar de su ciudad— y de una impresión en griego de La ciudad de Cavafis, te van cuatro ciudades otras: dos traducciones, una desde las manos del poeta español Luis de Cañigral, y otra acabada de salir del horno de nuestro Cueto-Roig, poeta y traductor de poetas; y dos versiones, una desde la jaula métrica donde Félix se sienta a parir sonetos, y otra mía, en verso libre.
Recibe con esta un abrazo grande. Tuyo,
en Miami, Germán Guerra.
La ciudad
Dijiste: «Me iré a otra tierra, me iré a otro mar.
Otra ciudad aparecerá mejor que ésta.
Cada esfuerzo mío está destinado a una condena;
y está mi corazón —como un muerto— enterrado.
¿Hasta cuándo mi espíritu quedará en este marasmo?
Donde dirijo la mirada, donde miro
las negras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años he pasado y he arruinado y corrompido. »
Nuevos lugares no encontrarás, ni encontrarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Por las mismas calles vagarás.
Y en los mismos barrios envejecerás;
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro sitio —no esperes—
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida has arruinado aquí
en este pequeño rincón, en toda la tierra la has corrompido.
Luis de Cañigral, traducción directa del griego,
en Constantino Cavafis (Ediciones Júcar, Madrid, 1981).
La ciudad
Dijiste: «Iré a otro país, a otras playas,
encontraré otra ciudad mejor que ésta.
Todo empeño mío, condenado está por el destino
y mi corazón es como un cadáver sepultado.
¿Cuánto tiempo más podrá mi mente consumirse en este páramo?
Dondequiera que voy, dondequiera que miro,
veo los lóbregos despojos de mi vida, aquí,
donde he pasado tantos años, derrochándolos, arruinándolos».
No encontrarás ni playas ni países nuevos.
Esta ciudad te perseguirá por siempre.
Deambularás por las mismas calles, envejecerás en el mismo barrio,
tu cabello se volverá gris entre estas mismas paredes.
Siempre estarás de vuelta en esta ciudad.
No anheles otra.
No hay barcos ni caminos para ti.
Así como has destruido aquí tu vida,
en este pequeño rincón del mundo,
arruinada ha de estar en cualquier otro sitio.
Juan Cueto-Roig, traducción a partir de textos en inglés,
en Constantino P. Cavafis: Veintiún poemas
(Ultra Graphics Corporation, Miami, 2010).
La ciudad
a K.P.Kavafys
"He arruinado mi vida entre los muros
De esta ciudad enferma, paralítica,
Donde hasta mi alma se ha quedado artrítica
De llantos, maldiciones y conjuros.
Allende el mar encontraré, seguro,
Una ciudad mejor y ya no mítica
Donde podré rehacer mi vida crítica
Y renacer, como aquel Rey Arturo".
Si eso pensaste, date por vencido.
No huyas: la ciudad te seguirá.
Sólo has de cosechar penas y olvido;
Fracasarás lo mismo aquí que allá.
Tú mismo en la ciudad te has convertido:
Eres tú el muro que te detendrá.
Félix Lizárraga,
en A la manera de Arcimboldo (Editions Deleatur, Angers, 1999).
La ciudad y el borde de la isla
A Félix Lizárraga
Ya no hay ciudad que te repita las canas y el olvido,
irte, ser, estar o acostumbrarte ya nada significan,
ya no hay ciudad ni muro que detenga tus pasos
ni abiertas calles con fuegos de artificio a tu regreso.
Ya no hay ciudad ni mar ni barcos en los puertos,
no busques más, tu sombra no te sigue.
Tú mismo en la ciudad te has convertido:
Eres tú el muro que te detendrá.
Ya no hay ciudad ni hombres hundidos en el sueño.
Aquí estamos, diciendo para que nadie entienda,
fingiendo ya ser mudos, ya ser ciegos y sabios,
rehaciendo nuestras casas para espantar el tiempo
con las hojas ruinosas de este otoño tan largo.
Y aquí estamos, sentados sobre la luz y el tedio,
colgando nuestras piernas al borde de la isla.
Aquí estamos, y estamos tan cansados.
Germán Guerra,
en Libro de silencio (Ediciones EntreRíos, Los Ángeles, 2007).
La Otra Esquina de las Palabras anuncia su tertulia del mes de febrero:
Recordando a José Lezama Lima en el centenario de su natalicio.
Una charla sobre la vida y obra de Lezama, a cargo del escritor Carlos M. Luis.
Foto: Iván Cañas
Lugar: Café Demetrio 300 Alhambra Circle, Coral Gables (305)448-4949 Viernes, 26 de febrero a las 7:30 p.m.
Carlos M. Luis (La Habana, Cuba, 1932). Poeta, pintor y crítico de arte. Fue miembro del grupo Orígenes. Entre sus libros publicados se encuentran “Los Años-Los Días’’ (poesía), México, 1953; "Simulacro de lo Absoluto" (poesía), La Habana, 1954; "Espacio Deseado" (poesía), New York, 1957; “Entrada en la Semejanza" (poesía), Ed. Exilio, New York, 1972; “Núcleos” (poesía), Ediciones Catalejo, Miami, 2002; “Dysfunctional Texts’’ (poesía) Ed. Luna Bisonte, Columbus, Ohio, 2002; “Tránsito de la Mirada’’ (ensayo), Ed. Saeta, Caracas, 1991; “El Oficio de la Mirada’’ (ensayo), Ed. Universal, Miami, 1999. Ha impartido cursos y conferencias sobre arte y literatura en diferentes universidades. Sus textos han aparecido en revistas y catálogos en Estados Unidos, Europa y América Latina. Como pintor, ha expuesto su obra en galerías de Estados Unidos y el extranjero. Colabora, como crítico de arte, en la sección Galería de El Nuevo Herald. Reside en Estados Unidos desde 1962.
En una nube corre un niño calzando las botas del viento...
Los gigantes, los cíclopes y los lestrigones nunca pudieron encontrar extremidades para arribar a tu altura. Sobre tu cabeza pendía una espada, por eso el filo de tu inocencia era la envidia de Damocles.
Con el alba, alguien languidece (no sabe que ha perdido su tugurio en las nubes): firma un cheque para pagar la hipoteca, con ademán del que ya no es soberano...
Orinas tu fragmento de lluvia y te alimentas del aire sentado en tu trono. Ladrón y policía: a ti te encarcelan, te castigan, te matan… y al final demuestras que jugar es el único triunfo.
(Triunfador sólo fuiste con tu oficio en las nubes)
El conductor de ese auto se perderá por siempre de mi mirada, pero me dejó su sonrisa manchada de tanto pie en la tierra.
Puse un día los pies en la tierra, y ahora descubro que no hay memoria ni vuelo que me devuelva a mi villorrio en las nubes.
Como parte del IX Festival Internacional del Monólogo,
TEATRO A UNA VOZ presentará el monólogo de
LUIS DE LA PAZ
Feliz cumpleaños, mamá,
interpretado por Orquídea Gil
Domingo 21 de febrero, a las 6 de la tarde,
Havanafama Teatro Estudio 752 SW 10 Avenida
El Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio tendrá como invitado al escritor húngaro Georges Ferdinandy. Sábado 20 de febrero, a las 2 de la tarde, en el Koubek Center, 2705 SW 3ra. Calle. Ferdinandy hablará de la literatura húngara y de sus propias experiencias literarias. Entrada gratis.
Zu Galería Fine Arts tiene el honor de invitarlos a Noches de Poesía con el escritor Joaquín Badajoz.
Viernes 19 de Febrero, 8pm
Zu Galeria Fine Arts 2248 SW 8th Street Miami, Fl 33135 786-443-5872
Joaquín Badajoz leerá algunos textos de los cuadernos inéditos Passar Paxaros, La inmortalidad y Libro de las mudanzas; así como algunas cápsulas o microrelatos deCabezas como dátiles ( Historias en busca de un autor ).
Joaquín Badajoz. Escritor cubano-americano. Miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y de la American Comparative Literature Association (ACLA). Miembro fundador de la Unión Católica de Prensa de Cuba (UCLAP-Cuba) y miembro de la UCIP. Es editor ejecutivo de Cosmopolitan en español y webmaster de cosmoenespanol.com. Miembro del consejo editorial de Glosas (ANLE). Fue fundador de los Cuadernos de arte y teoría de la cultura la gaveta, miembro del consejo editorial de Ediciones Hermanos Loynaz (Cuba), Cuadernos de ALDEEU, de la Asociación de Licenciados y Doctores Españoles en Estados Unidos (EE.UU.) y del consejos de redacción de VITRAL (Cuba). Ha publicado ensayos, reseñas, crítica de arte, poesía y narrativa en varias revistas de EE.UU., España, Francia, México, Panamá y Cuba.
A los catorce años me violaron dos veces. Primero una mujer y después un hombre. Yo era un muchacho más bien pequeño para mi edad, flaco casi transparente y con la cara llena de inmundos barros. La mujer se llamaba Clara y parecía un estibador de los muelles. Tenía veintidós años y un fuego uterino inextinguible, como la antorcha de esos monumentos sembrados por ahí a la memoria de algún infeliz soldado desconocido. Yo era amigo de su hermano, cuatro años mayor que yo, que se llamaba Rafael, y ese día, como tantos otros, había ido a su casa preguntando por él. Cuando Clara me dijo que no estaba, de imbécil le hice caso y me senté a esperarlo en el cuarto. Al rato entró ella y en la cara le vi una mirada muy rara, quise escapar asustado pero me tiró sobre la cama y se me subió arriba que casi me aplasta. Me defendí todo lo que pude, aunque sabía que poco podía hacer. No grité, me dio pena gritar. Esa es la verdad, no voy a mentir ahora después de tantos años. ¿A quién voy a engañar y para qué? Cuando me soltó, me levanté temblando subiéndome los pantalones. El olor de Clara se me había metido por la piel y por mucho que me lavaba seguía ahí. Por las noches, entre sueños, y también de día, en los lugares más insólitos, me venía de pronto y yo comenzaba a sudar porque me imaginaba que todos los que estaban próximos a mí podían percibir aquel olor. Estuve más de una semana sin ir por su casa hasta que Rafael vino a buscarme para vagabundear por la finca, que era un lugar casi mágico. Allí, lejos, apartada de todo en mi memoria, en el centro del monte y del universo, más allá del mangal, había una ridícula poceta donde a cada rato nos bañábamos. Esa tarde yo estaba alegre, no sé bien por qué, y retozamos revolcándonos en el fango. Luego nos tendimos uno junto al otro, bocabajo, a fumar un cigarro. Sentía el silencio del monte y una mezcla de olores que me perturbaba. Entonces, sin decir nada, Rafael, con un solo movimiento se encaramó sobre mí apretándome los brazos y la cabeza contra el fango. Forcejeé, me revolví, pero sólo conseguí acomodarlo mejor. No sé si duró lo mismo que con la hermana. Lo oía jadear sobre mi nuca, babeárseme en la oreja, murmurando palabras y quejidos. Cuando terminó, de un salto se separó de mí y nadó hasta el centro de la poceta. Yo me quedé quieto unos instantes, después me senté como pude y empecé a llorar. Al rato se me acercó, diciéndome que era jugando, que no había pasado nada, que me vistiera que se estaba haciendo de noche. Yo no le hacía caso. Cuando se cansó de sus esfuerzos por tranquilizarme, se fue algo asustado y yo me metí en el agua temblando todavía. Llegué a casa de noche, no había nada de comer, y me senté en el patio a leer y espantar mosquitos hasta que me entró sueño.
Aquellas dos violaciones marcaron mi existencia. Volvían en sueños mezcladas siempre con olores. A veces veía el pecho de Rafael, que ya comenzaba a llenarse de vellos, o su sexo saliendo de la poceta y renqueando amenazador contra sus muslos. Otras era el peso de Clara, a horcajadas sobre mi cuerpo, vuelta hacia mis entrepiernas mientras su sexo se abría y se cerraba chorreado cerca de mi cara, como si quisiera tragarme. Así, enfebrecido, me retorcía en la cama, frotándome contra las sábanas hasta que sentía que me moría. Rodaba de una pesadilla en otra, me veía desnudo entre aquellos dos cuerpos que me palpaban buscando el sexo, pero mi vientre estaba liso y ellos comenzaban a reírse. Entonces, para calmarme, yo gritaba y gritaba hasta quedar exhausto. Rendido. En la misma pesadilla a veces no estaban ellos, yo me tocaba el sexo enhiesto y se me desprendía. Angustiado lo recogía del piso y trataba de pegármelo, casi siempre sin éxito. Muchos años después encontré, leyendo a Freud o a Piaget, ya no me acuerdo bien, que aquella pesadilla era bastante común en muchos niños. Quiero dejar bien claro que si las dos violaciones marcaron, como dije, toda mi vida no fue porque yo fuera un inocente. Quizás hasta las deseara, sobre todo la de Rafael. Yo había estado antes con muchachas y también con muchachos, pero había sido distinto. Siempre mediaba cierta complicidad, un deseo compartido, una búsqueda común, y generalmente éramos de la misma edad o casi. Tengo muchos recuerdos en ese sentido y ningún complejo de culpa ni de nada. Tampoco pienso que esas lejanas violaciones físicas, quizás las menos dolorosas de todas después de eso me han violado hasta el alma–, me hayan convertido en lo que soy. Ni siquiera sé por qué hoy, veintidós de marzo de 1995, cuando me decido a escribir estas líneas, en este momento tan melodramáticamente cursi, en que casi por cumplir con una tradición no escrita, por evitar inconvenientes posteriores de todo tipo a los demás, y para salvaguardar a mis amigos, y hasta a mis enemigos, tenga que empezar hablando de Clara y Rafael, dos queridos fantasmas de la memoria, que si están vivos aún, nada tienen que ver conmigo, ni nada sé de sus vidas desde que escapé al exilio el 27 de mayo de 1980 –ellos se quedaron en el infierno, más o menos integrados en aquella mierda, por las apariencias supongo, como casi todo el mundo.
Tengo cincuenta y cinco años y estoy, como se acostumbra a decir en estos casos, en pleno uso de mis facultades físicas y mentales. Sano de cuerpo y de mente. Sigo siendo un hombre muy delgado, pero ya sin barros en la cara. Ni siquiera espinillas. Probablemente eso sí sea algo verdaderamente trágico porque habla del tiempo. También estoy casi calvo. Me gustaría hacer un recuento de mi aburrida existencia, pero no tengo deseos y creo que tampoco vale la pena. ¿A quién podría importarle, morbo aparte, que yo cuente aquí cuatro o cinco anécdotas intrascendentes, que no serían más que confusos gestos en un espacio vacío? Espasmos de la memoria. Quisiera escribir algo profundo, pero si hasta hoy no lo he conseguido, dudo mucho que ahora pueda. Siempre me entusiasmaron los suicidas, los grandes y los pequeños. Desde Stefan Zweig hasta la loca del barrio, que cuando no pudo más, se dio candela. En Cuba, siendo muy joven, lo intenté dos veces con el clásico pomo de pastillas. He sido un suicida frustrado y eso es terrible. Con el tiempo he sabido perfeccionar la oportuna máscara de hombre ecuánime y fuerte, aunque raspando un poco aflora el cobarde, el débil y el pusilánime.
José Abreu Felippe (La Habana, 1947) Salió al exilio en 1983. Ha publicado varios libros de poesía. También ha incursionado en el cuento, la novela y el teatro. Actualmente reside en Miami.
Foto de la ilustración: Jesús Hernandez Modelo: Isaniel Rojas
IX FESTIVAL LATINOAMERICANO DEL MONÓLOGO
Domingo, Marzo 7 de 2010
"Perdedor"
Actor: Isaniel Rojas
País: Venezuela
Autor: José Abreu Felippe
Director: Juan Roca
Havanafama Teatro Estudio, 752 SW 10 Ave., Miami, FL 33130
para envolver la noche solitaria hasta el final del deseo habrá por fin un propósito para las horas después de esconderme bajo su abrigo
no me dejes nada más tu piel es suficiente quiero gastarla de tanto abrazo que quede roída como traje viejo como muñeco de peluche sobre mi cama
hasta que ya no recuerde quien fuiste ni que me regalaste
hasta que crezca y un día te guarde en el rincón del closet porque el amor se ha convertido en otras cosas y ya no te necesite
No soy una exiliada aquí
no escondo la maleta tras la puerta del miedo no alisto cada noche un arma por si viene un extraño a sorprenderme
no espero la muerte de ningún mandatario para ser libre
nadie pelea mis batallas en ninguna frontera lejana
ningún grupo de madres clama a gritos mi liberación mi lecho no es ningún gueto en el que habito
no soy ninguna historia ni siquiera el sueño de algún Dios nada
Marta Sepúlveda (Bogotá, Colombia, 1957). Estudió la carrera de Derecho y actualmente vive y trabaja en Miami. Autora de los poemarios Primeras prisiones y Menos mal no estoy. Ganadora de varios reconocimientos internacionales en México, Argentina y España. En el 2006 fue invitada por la OEA a Washington D.C, a presentar con sus textos la obra de la fotógrafa y artista plástica ecuatoriana Katya Romero. Fue directora de la revista virtual EL tonto de la colina.
El próximo viernes 19 de febrero quedará inaugurado formalmente el IX Festival Latinoamericano del Monólogo “Teatro a una Voz” que organiza Havanafama Teatrical Co. Para la noche inaugural se le rendirá homenaje a la actriz cubana Nena Acevedo, en un evento que tendrá lugar en Teatro Abanico, 3138 Commodore Plaza, Cococut Grove.
El sábado 20, también en Teatro Abanico, se presenta El acompañamiento, del dramaturgo argentino Carlos Gorostiza, con las actuaciones de Gualberto González y Osvaldo Strongoli, bajo la dirección de este último.
El Festival del monólogo comienza sus presentaciones el domingo 21, desde las 6 de la tarde en Havanafama Teatro Studio, con los primeros cuatro espectáculos del evento. A primera hora, La caída de Virgilio Piñera, actuado y dirigido por el uruguayo Luis Naleiro. A continuación la actriz cubana Orquídea Gil interpretará Feliz cumpleaños, mamá, escrito y dirigido por Luis de la Paz. Tras el intermedio, Vacablanca, escrito y actuado por le colombiano Joaquín Valderrama, dirigido por Paut William. La noche cierra con La más fuerte de August Strindberg, actuado y dirigido por la actriz mexicana Sandra Freyre.
Las actividades de la siguiente semana se remitirá próximamente.
En la noche de ayer viernes, 12 de febrero, las inclemencias del tiempo no eran nada favorables para que se efectuara otra edición de La Otra Esquina de las Palabras, dedicada en esta ocasión a celebrar el centenario del natalicio de José Lezama Lima. Sin dudas, fue una noche pasada por agua, con aterradores partes metereológicos que prácticamente alertaban a que no sacáramos un dedo por las ventanas de nuestras casas. No obstante, desafiando a la madre naturaleza, llegamos a reunirnos, en Café Demetrio, un pequeño grupo de contertulios, entre los que se encontraban nuestro invitado, el escritor y crítico de arte Carlos M. Luis, y un conocido escritor y poeta, cuya presencia nos tomó a todos por sorpresa: Lorenzo García Vega.
Teniendo en cuenta el interés y la audacia demostrada por las personas presentes, decidimos entonces hacer, más que una tertulia, un encuentro informal dentro de Café Demetrio, en vez de en la terraza, el sitio habitual de la tertulia. El mismo resultó ser sumamente ameno y didáctico, gracias a la oratoria de Carlos M. Luis, que dio riendas sueltas a sus memorias sobre Lezama, para revelarnos un rostro más íntimo del escritor: el de las conversaciones con sus amigos en su casa de Trocadero, el de las caminatas por las calles de La Habana y, por supuesto, no faltó el del escritor y figura capital del grupo Orígenes.
Otros aspectos de la vida y obra de Lezama salieron a relucir en la disertación de Carlos M. Luis pero, siendo Lezama una figura que no cesamos de descubrir, era de esperar que quedaran abundantes palabras en el tintero. Y éstas serán dichas el 26 de febrero, fecha para la que se ha pospuesto este evento. Ese día el público tendrá la oportunidad de viajar a la órbita del viajero inmóvil en la voz de su amigo, e integrante de Orígenes, Carlos M. Luis.
Carlos M. Luis leyendo un poema de lezama
Joaquín Gálvez, Lorenzo García Vega y Alexis Ortiz
Heriberto Mora, Ania Hernández, Joaquín Gálvez, Carlos M. Luis y su esposa Martha, Lorenzo García Vega, Susana Della Latta y Rolando Jorge
La Otra Esquina de las Palabras anuncia su tertulia del mes de febrero:
Recordando a José Lezama Lima en el centenario de su natalicio.
Una charla sobre la vida y obra de Lezama, a cargo del escritor Carlos M. Luis.
Lugar: Café Demetrio 300 Alhambra Circle, Coral Gables (305)448-4949 Viernes, 26 de febrero a las 7:30 p.m.
Carlos M. Luis (La Habana, Cuba, 1932). Poeta, pintor y crítico de arte. Fue miembro del grupo Orígenes. Entre sus libros publicados se encuentran “Los Años-Los Días’’ (poesía), México, 1953; "Simulacro de lo Absoluto" (poesía), La Habana, 1954; "Espacio Deseado" (poesía), New York, 1957; “Entrada en la Semejanza" (poesía), Ed. Exilio, New York, 1972; “Núcleos” (poesía), Ediciones Catalejo, Miami, 2002; “Dysfunctional Texts’’ (poesía) Ed. Luna Bisonte, Columbus, Ohio, 2002; “Tránsito de la Mirada’’ (ensayo), Ed. Saeta, Caracas, 1991; “El Oficio de la Mirada’’ (ensayo), Ed. Universal, Miami, 1999. Ha impartido cursos y conferencias sobre arte y literatura en diferentes universidades. Sus textos han aparecido en revistas y catálogos en Estados Unidos, Europa y América Latina. Como pintor, ha expuesto su obra en galerías de Estados Unidos y el extranjero. Colabora, como crítico de arte, en la sección Galería de El Nuevo Herald. Reside en Estados Unidos desde 1962.
Los chinos ven al mundo como un farol de jade. Los rusos tragan vodka. Los argentinos van al planeta del dolor del dólar. Pero a Mr. Davies no le importa eso cuando monta a su mujer todas las mañanas, para recorrer en círculo las mismas calles de Sarasota. Día tras día con idéntica rutina, en su septuagenario cuerpo.
Susana Della Latta (Buenos Aires). Escritora y artista plástica. Traductora. Tiene inéditos los libros Sin alquimia (poesía, 2005-2007) y Ojo de Pez (relatos, 2007-2008). Radica en los Estados Unidos desde 1987. Da clases de español, historia del arte y pintura.
Mi padre está esperando la muerte. Cada mañana se levanta más humillado que la anterior. Una larga carrilera de coches trota sobre su cabeza y él se mira la cara, el pozo que se ahonda y el tubo por donde se desbocan los caballos. Luego me mira. Están viejos los ojos de mi padre.
Definitivo
Qué extraños los ojos de mi padre. Hay un arco gris que los circunda y una palabra blanca que parece una colcha infantil. Creo que los ojos de mi padre se han doblado hacia dentro. No obstante aún me miran, pues me regalan ese gesto antiguo que ahora se torna definitivo.
Espejo
El viejo está sentado en su catre y se mira detenidamente en el espejo. Las orejas se han separado de la cabeza y ahora desafían la perpendicularidad. El tubo que brota del centro del cráneo y desciende por el lado derecho ya se dibuja perfectamente, se puede palpar. El viejo cuenta que los médicos aseguran que así sigue por el cuello, por el pecho, y se adentra en sus entrañas hasta el peritoneo. También, que pronto habrá otra sombra en el espejo.
La esfera
Todo en él se había encogido, era posible observar el movimiento casi compulsivo de la sangre, cimbreando como flejes en los brazos.
La esfera era brillante pero cuando se alzaba contra la luz cantaba al opacarse.
La vida se le perdía por los ojos.
La luz
Tiene brazos y piernas y cuando se desnuda la sala huele igual. Yo la siento sobre la mesa y la contemplo rodeado de relámpagos. Abro los brazos, camino.
Y entonces ahí es que nos morimos.
José Abreu Felippe (La Habana, 1947) salió al exilio en 1983. Ha publicado varios libros de poesía. También ha incursionado en el cuento, la novela y el teatro. Estos poemas pertenecen a su libro inédito De vuelta. Actualmente reside en Miami.
Poderoso agujero y parientes. Creo allende dos visiones, astro para uso turístico―: sutileza de Martí silenciosamente. (Poldito, cabrón! Año que conozco junto a árboles confiesa con aire de triunfo muy bien quimeras. Es bueno como Beckett. Incluso más intenso. No dejes de decírselo, no dejes al son del plectro sabiamente meneado extender bendición a humareda que sale sobre él . . . ‘¡ Qué extraño ! ¡ Qué curioso ! Trabaja en ferrocarriles: carro número 8, compartimiento de equipaje. Búrlate, ya mañana tendrás aureola de nicotina, coche 4. Ferrocarril a montaña. Parientes burros cargan buenas maneras. No me importan lo que hagan (lo que deshagan sí!). En plena bacanal ceremonia todo cabeza. Novia extiende humareda que sale de él . . .’
Tienes don para debilitar mi promesa de hacer nada, (cuerpo salta animales del mundo de la piel). parece que antes no ha existido nadie. viajeros arrastran paisajes que pertenecen a la poesía. si quiero que sus cabellos me lleven es porque lo quiere el ánimo, en cambio luego alguna vez con parásitos rompe sitio para vender andrajo, abre ensoñación: eso es ganar terreno por la costa. él y Calvino nacen en Italia para estar en boga: (Zelazowa Wola cruza Estrecho). del viaje qué dice esa vieja que a la tierra llama fluir.
y allá hincha tarántulas parecidas a un domingo.
Rolando Jorge(San Antonio de los Baños, Cuba, 1955). Poeta y ensayista. Obtiene menciones en los concursos de poesía David y Julián del Casal(1985), en Cuba. Mención en el concurso Eugenio Florit, Miami 2002. Vive y trabaja en esta última ciudad desde 1999.
Hace 66 años el piloto Antoine de Saint-Exúpery voló hacia la muerte. El avión F-5 en el que partió la mañana del 31 de julio de 1944 para una misión de reconocimiento destinada a preparar el desembarco aliado en Provenza, se estrelló contra los acantilados costeros de Marsella, entonces ocupada por los nazis.
Contra ellos había escrito Piloto de guerra, un libro prohibido en 1942 por las fuerzas alemanas de la ocupación en Francia. Para contrarrestar el exterminio de la Svástica había abandonado Nueva York, la ciudad en donde se refugió tras la invasión a su país, y se había incorporado a un escuadrón de los aliados en el Mediterráneo. Sabía que la guerra no es una aventura, sino “una enfermedad, como el tifo”, pero sabía también que “lo que da sentido a la vida da sentido a la muerte". En esa hora desventurada de la tierra, cumplir su papel como piloto oponiéndose al totalitarismo, era lo único que podía permitirle “vivir en paz y morir en paz”.
Acostumbrado a los vastos horizontes, después de sobrevolar durante más de 6.500 horas los desiertos de África, las cordilleras de América del Sur, y los océanos de tres continentes en el día y en la noche, conocía la embriaguez de ver desde arriba “el auténtico rostro de la tierra” y de atisbar “directamente en el corazón del misterio”. Pero sus ojos estaban cansados.
“¿Qué habrá quedado de lo que amé?” –preguntaba en su Carta al general X- escrita un año atrás, para pedir que lo reintegraran a las fuerzas militares como piloto de exploración, un servicio del cual había sido retirado después de sufrir un gravísimo accidente en Guatemala y un mal aterrizaje en el Ródano.
A Nueva York había llegado para pedir ayuda contra los invasores alemanes con la idea de pasar un mes que se prolongó por espacio de dos años en los cuales le torturaba la idea de haber abandonado Francia y el deseo de estar allá actuando... Aquella parte de él mismo, capaz del coraje físico necesario para haber sido pionero de la aviación en riesgosas rutas, o de rescatar compañeros extraviados en combates, lo impelía a incorporarse de modo activo en la defensa de su tierra. Y, no obstante, años atrás, mientras cubría la Guerra Civil Española en los frentes de Cataluña y Carabanchel, había descubierto con una lucidez que le impidió ser admitido en la España franquista, que los hombres que morían en ambos mandos eran hermanos.
No le bastaba saber que Piloto de guerra se agotaba en las estanterías y quizá no comprendía que en los textos escritos en la “inactividad” de 1943, dejaba un legado humanista que explica la angustia de su época, y alcanza estos tiempos donde tanta necesidad hay de oír la voz de alerta de sus Cartas a un rehén y al General X, y de encontrar, en El Principito, la lección más sencilla, profunda y luminosa que se ha dado sobre la construcción de los vínculos humanos.
En medio de la ciudad cosmopolita estaba entonces tan triste, tan aislado sin saber hablar inglés, aunque Dalí o Joan Miró, lo visitaran, que no podía imaginar que ese cuento para niños escribió pensando en consolar a León Weith, judío y militante socialista en la Francia ocupada por los Nazis, donde pasaba “hambre y frío”, sería traducida a 118 idiomas, y se convertiría en el libro más leído en el siglo XX, después de la Biblia y El capital. Pero, de haberlo sabido, una cosa es cierta: no le habría importado las cifras que lo rodearan, sino saber que a través de sus páginas, ilustradas con el pequeño personaje de cabellos dorados que solía garabateaba desde hacía años en su correspondencia y escritos, otros seres humanos lograrían volar hacia “lo esencial, que es invisible a los ojos” o descubrir el sentido sagrado de cada acto de ternura realizado por otro.
Saint Exupéry se debate entre el desaliento ante el oscurantismo impuesto por las ideologías totalitaristas, y la esperanza en la llama que enciende un solo gesto fraterno, un sólo acto personal ante la responsabilidad común. En su Carta a un rehén cita cómo, en el instante en que un captor le enciende el cigarrillo al prisionero que tiene las manos amarradas, el drama que los separa se borra. Busca esa forma de resistencia que “ennoblece al que la acomete y dignifica también al adversario”. Espera “el advenimiento del hombre” como una hora en la que no habrá ya no haya seres sometidos a soportar lo insoportable.
No es ingenuo. Basta oír las advertencias que dirige a su tiempo. “Bajo un totalitarismo universal, el hombre se convierte en ganado afable, educado y tranquilo”. Teme la llegada de “la más sombría época de la historia del mundo” en la que se distraiga a las personas con una cultura banal “como se alimenta a los bueyes con heno”. “Si me derriban –dejó escrito- no extrañaré nada. El hormiguero del futuro me asusta y odio su virtud robótica. Yo nací para jardinero”.
Al fin y al cabo, en el mundo que dejaba, el destino de los escritores estaba signado por rutas tenebrosas: Jean Prevost, muerto en combate; Brasillach, Saint John Perse, y Benjamín Péret vivían exilados en América; Aragón y Camus, en la Resistencia. Pero, al tiempo, sabía que Breton tenía razón cuando exorcizaba la desesperanza proclamando: “¡En el amor humano reside todo el poder de regeneración del mundo!”.
Por eso escribe: “No hay más que un problema, uno solo: volver a descubrir que existe una vida del espíritu más elevada todavía que la vida de la inteligencia y que es la única que satisface el hombre”. Pero esa espiritualidad no tiene nada que ver con la proliferación de grupos a los que se refirió proféticamente: “surgirán como champiñones, treinta y seis sectas que se subdividirán”. En cambio, está en los pequeños gestos que engrandecen lo humano, como aquél que reflejó en la imagen de Guillaumet, piloto del correo de Buenos Aires, cuyo avión cayó en los picos andinos y que, mientras caminaba por la nieve, a punto de congelarse, arrastraba las bolsas del correo, porque era su deber cumplir hasta el fin.
Lo que ennoblece al ser es su capacidad de comprometerse hasta el fin con quienes lo aman, el descubrimiento de que la rosa de El Principito, tan semejante a otras cinco mil, o el zorro que halla en el desierto, tan parecido a otros cien mil, son únicos porque él ha “creado lazos” con ambos gracias al tiempo que “ha perdido” en conocerlos, creando ritos para acercarse. “Los hombres han olvidado esta verdad –le reveló el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Te haces responsable para siempre de lo que has domesticado”.
Por ello dice el crítico Pedro Sorela que ante todo “intentaba dar su visión de la peripecia humana, que justamente no tiene que ver con la aventura y sí con la responsabilidad en la construcción de los lazos”.
Saint-Exúpery ideó dispositivos para aterrizaje de aviones sin visibilidad y métodos de localización, pero ningún invento es tan grande como esa carta de navegación para el futuro y para la región más profunda del corazón humano que se encuentra en sus textos. Él, que buscó con avidez “lo esencial”, en un tiempo en que “el hombre muere de ser”, anotó: “El amor comienza donde no hay ya don que esperar. El amor ante todo es ejercicio de la plegaria y el aprendizaje de la plegaria es el aprendizaje del silencio”. Desde aquél vuelo del que jamás regresó, sus lectores lo imaginaban piloteando en algún cielo silencioso. El 13 de marzo de 1930, había anotado en un diario el descubrimiento de Plutón. “Me pregunto –decía- ¿cómo será esa lejano planeta?”.
Desde 1975, Saint-Exupéry encontró un lugar en el universo. El asteroide No.2578 recibió su nombre.
Frases
"Hoy estoy profundamente triste, y hasta el fondo. Me siento triste por mi generación, que carece de toda sustancia humana... Todo lirismo parece ridículo y el hombre se niega a que despierten en él cualquier clase de vida espiritual... Es el siglo de la publicidad... El hombre se muere de sed”.
La verdad “es lo que hace que el mundo sea sencillo y no lo que crea el caos”
La perfección se produce «no cuando no hay nada más que sumar, sino cuando no hay nada más que restar».
“Odio esta época en la que el hombre se convierte, bajo un totalitarismo universal, en ganado amable, educado y tranquilo. ¡Y quieren convencernos de que eso es progreso moral...!”
"La propia sustancia está amenazada. Pero cuando la hayamos salvado, se planteará el problema fundamental de nuestro tiempo: El problema del sentido del hombre."
“Ah, General! En el mundo no hay más que un problema y sólo uno. Devolver al hombre un significado espiritual, inquietudes espirituales. Hacer llover sobre él algo que se parezca a un canto gregoriano”.
Adriana Herrera (Bogotá, Colombia). Escritora de arte y literatura. Se desempeña en la sección de Artes y Letras de El Nuevo Herald y colabora para diferentes publicaciones de Estados Unidos, Europa y América Latina. Cursó estudios graduados en Ciencias de la Comunicación y estudió paralelamente filosofía, además de cursos de especialización en arte y literatura. En la actualidad se encuentra realizando la tesis doctoral en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Internacional de la Florida.
Nació en La Habana, Cuba, en 1965. Poeta, escritor y periodista. Se licenció en Humanidades en la Universidad Barry y obtuvo una Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información en la Universidad del Sur de la Florida. Cursó estudios de postgrado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Internacional de la Florida. Ha publicado los poemarios: Alguien canta en la resaca (Término Editorial, Cincinnati, 2000), El viaje de los elegidos (Betania, Madrid, 2005) y Trilogía del paria (Editorial Silueta, Miami, 2007). Por otro lado, textos suyos aparecen recogidos en numerosas antologías y publicaciones en Estados Unidos, Europa y América Latina. Reside como exiliado en los Estados Unidos desde 1989. Foto: Delio Regueral.