Otra
acepción de la lluvia
Cuando yo contemplo la lluvia, vuelvo a conversar
con mi padre.
Acaso porque la lluvia es su rostro ubicuo,
el territorio donde siempre se reúne con este hijo
que se fue al extranjero.
Mi padre y yo fundamos una comunión:
un juego que se sigue extendiendo en la lluvia.
Y así, a prueba de lluvias,
nos descubrió Gene Kelly en un anfiteatro de
barrio.
Y la memoria se convirtió en la mejor pesca del
riachuelo
-el mapa que lo libera de una geografía anodina-.
Por eso, junto a mi padre, en aquel estadio
ningún juego se suspendió por lluvia.
Y en cualquier parque, y en cualquier feria,
y en todo carnaval de la intemperie,
la lluvia nos ofrendó su lealtad cual infalible
techo.
Y ahora sé por qué llueve:
nunca nos separamos en el espíritu de la lluvia.
Me gusta mucho este poema, amigo. Gracias.
ResponderEliminarPoema de emoción contenida, de discreta nostalgia, sin dramatismo superfluo. Me ha gustado. Gracias, Joaquín.
ResponderEliminarPor eso, junto a mi padre, en aquel estadio
ResponderEliminarningún juego se suspendió por lluvia. - Me gusto tu poema amigo Joaquín.
poeta me gusto tu poema
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