Transcripción de las palabras introductorias dichas por
Rodolfo Martínez Sotomayor durante la presentación por la Editorial Silueta de
la novela Doce mensajes a Hércules de Elvira de las Casas
Para elevar el tono, he de evocar
a Borges, quien nos enseñó que las personas prefieren lo personal a lo general
y lo concreto a lo abstracto, he de decir entonces que es para mí un día
especial, no sólo porque la Editorial Silueta presenta un nuevo libro. He de
redundar diciendo que no sólo se trata de una excelente novela sino que la
autora es una excelente amiga.
Conozco muchos buenos escritores
que no son amigos y tengo muy buenos amigos que no son escritores, pero cuando
ambas excelencias convergen, es un motivo doble de celebración.
El día en que recibí una llamada
de Yvonne López Arenal, hablándome sobre la novela de Elvira, mi memoria se
trasladó hacia algunos años atrás, cuando la conocí. Ese día fue un aval de
Geoffrey Chaucer, cuando dijo que “si queremos actuar sabiamente, debemos
siempre escuchar a las mujeres”. Recuerdo que con intervalos de copas de vino,
unos “manganzones” leían sus cuentos, entre ellos yo, mientras Elvira casi
tímidamente, parecía pedir permiso para leer uno. En realidad nos salvó la noche y confieso que fue lo
mejor que se leyó.
Algunos años después, mientras
caminaba junto a Eva por la avenida de Ponce de León, me encontré con un
consagrado escritor, visiblemente resentido o malhumorado. Él me decía que
venía de una ceremonia de premiación de un concurso de cuentos, del que
evidentemente no había sido el ganador, sino que la premiada fue una tal Elvira
de las Casas, a la que nadie conocía y que además de eso, ni siquiera se
presentó.
Mas tarde supe que Elvira se
había marchado de Miami para los Estados Unidos, es decir, para Nueva York.
Me alegró verla, un tiempo
después, durante una presentación de Silueta y descubrir su faceta de pintora
con una exposición en el teatro Akuara.
Vino después la llamada de Yvonne
y el resto es historia, el placer de adentrarse en el universo de ficción creado por Elvira. Ese pueblo mítico llamado Hormiguero del Campo y sus
habitantes, su narrativa que atrapa desde las primeras páginas, llenas de humor
y misterio, de intrahistoria y leyenda. En fin, sus Doce mensajes a Hércules,
la maravillosa novela que el escritor y periodista Luis de la Paz nos
presentará.
Muchas gracias.
DOCE MENSAJES A HÉRCULES
Que yo conozca no hay
en la literatura cubana del exilio una novela que se desarrolle teniendo como
escenario los sucesos del Escambray. En cuento está Historias de la otra revolucion, libro de Vicente Echerri, y como legado documental hay
importantes libros, como Cuba en guerra
de Enrique Encinosa, así como los materiales recabados por el Instituto de la
Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo que dirige Pedro Corzo, destacando
en particular Cuba, desplazados
y pueblos cautivos. Pero una novela, creo que sólo Elvira de las Casas
ha acometido tal empresa. Por lo antes dicho, pienso que debo apresurarme a señalar
que Doce mensajes a Hércules no es propiamente
un libro sobre el Escambray, sino que cada uno de los vecinos de Hormiguero
del Campo (pueblo ficticio, pero perfectamente localizable, no hay duda de su
ubicación), en la región central de Cuba, tejen con sus vivencias, los eventos
que tuvieron lugar en su comunidad durante la década del sesenta, en el período
de la llamada Limpia del Escambray.
Los personajes:
Pura, la comadrona del pueblo; el capitán Lorenzo Arteaga; el Dr. Porfirio
Mendoza; Eulalia, su esposa; Rodrigo el taxista; Gabriel Arcángel, militar y
enano; Fermín Madrigal, poeta e historiador de Hormiguero del Campo; Rudolf
Eisenhand, coronel alemán de la temida Stasi; Horacio el barbero; Urbino el
boticario; Margarito el afeminado que estuvo en la UMAP, entre otros memorables
pobladores, fortalecen con sus vidas y labores cotidianas las distintas aristas de
este thriller.
Elvira de las
Casas nos entrega una novela perfectamente estructurada, cuidada hasta en los
detalles que parecen menos relevantes. Como lector, siento el diario vivir de
los habitantes de la comarca. Gente próspera y trabajadora, que ha logrado
abrirse paso con su propio esfuerzo. No hay terratenientes, ni explotadores. Cada
uno sus habitantes ha contribuido a levantar un pueblo (su pueblo) que, a punto
de cumplir cien años de existencia, tiene una historia que contar, que Elvira,
con imaginación, una prosa fluida, costumbrista, elegante y sazonada con mucho
humor, nos entrega.
En Hormiguero..,
como prácticamente en toda Cuba, con la llegada del castrismo y la instauración
de un régimen socialista, se altera el orden social. La revolución castrista,
desde sus inicios comienza a inmiscuirse en la vida privada y a cometer
desmanes, con cientos de fusilados tras juicios sumarísimos y con pocas
garantías, intervención de negocios, cambio de moneda y una larga lista de
atrocidades encaminadas a revertir el orden establecido, que si bien no era ni
remotamente perfecto, al menos era sustancialmente armónico.
Quienes se oponían
a las nuevas normas, iban a parar a prisión, al exilio, o marchaban a las
montañas del Escambray para combatir al gobierno militar que se imponía en la isla. Muchos se unieron a
los grupos de alzados, entre ellos el comandado por José Manuel Cabargas (personaje de esta
novela), quien con sus hombres enfrentaban al sistema castrista.
En medio de la
cotidianidad de Hormiguero del Campo, estaban quienes ayudaban a los alzados
con comidas y con avisos (mensajes) que los alertaban sobre las acciones del
ejército y la milicia. De esa manera van llegando los mensajes al escurridizo
Hércules. Pero, ¿quién es su contacto?, ¿quiénes ayudan a los alzados?, ¿qué
hacen para poner en ridículo al oficial alemán y sus tácticas? Esa es parte de
la trama de esta novela de aventura, con matices detectivescos que hoy
presentamos.
A medida que el
lector penetra en estas páginas, no sólo va descubriendo las situaciones de
cada familia. También siente cómo se fragmenta y empobrece la comunidad, con el
cierre de comercios, las carestías que a modo de agenda política va implantando
el nuevo régimen. Cómo las relaciones se hacen prudentes por temor a la
delación. Cómo la familia se desmiembra. Cada uno de los doce capítulos de este
sobrecogedor libro termina con el testimonio, de alguien que desde el exilio,
recuerda su pasado en Hormiguero del Campo.
Elvira de las
Casas nos brinda una novela que se puede ver como una película. Pienso que la
autora dibujó, como hacen los cineastas, cada escena antes de escribirla, porque
la estructura narrativa es perfecta. Sólo me queda recomendar la lectura de Doce mensajes a Hércules, porque de
seguir hablándole (o leyéndole) podría cometer la imprudencia de revelar más
detalles de los que debo, y porque les estoy quitando la oportunidad de escuchar
a la verdadera figura de esta noche, a Elvira de las Casas.
Joaquín, Luis, Rodolfo, no tengo cómo agradecerles su apoyo, un fuerte abrazo a los tres.
ResponderEliminarElvira
Fue un gran placer, Elvira. Mis felicitaciones por tu libro y por la buena presentación que hiciste del mismo.
ResponderEliminarAbrazos