“Si quieres liberar a una sociedad, dale Internet”, ha dicho Wael Ghonim, uno de los internautas claves en el desarrollo de las protestas populares que dieron al traste con el régimen egipcio de Hosni Mubarak.
A algunos podrá parecerle exagerada la afirmación, pero el papel jugado por el ciberespacio, las redes sociales y en general las nuevas tecnologías en las revoluciones que durante los primeros meses de este año sacudieron y sacuden África del Norte (el Magreb) y Medio Oriente, ha sido fundamental, y resulta imprescindible para entender el fenómeno que ha derribado a dos regímenes autoritarios consecutivos, los de Túnez y Egipto; ha puesto contra las cuerdas a otros dos, los de Libia y Siria, y no cesa de caldear la región.
La Primavera Árabe marcará un antes y un después en la Historia del siglo XXI. Durante mucho tiempo, el islamismo y toda clase de integrismos con acentuada presencia en la zona habían “nublado la razón” de los analistas, quienes prácticamente en masa consideraban impensable el advenimiento, en el mundo islámico, de movimientos juveniles pro democracia, abocados a la tecnología y tendientes a enarbolar exigencias tradicionalmente propias del Occidente liberal. Esto pone de relieve una circunstancia que el gobierno cubano no debería pasar por alto: no hay regímenes, ni siquiera culturas, inamovibles o eternos. El cambio se impone a la larga y en un mundo cada vez más interconectado nada es irrevocable, tampoco el socialismo. Por mucho que intenten vender ese concepto los gobernantes de Cuba, incluso plasmándolo en una Constitución que es un juguete en sus manos.
Por todo ello, y por el interés que ha suscitado el tema entre la juventud cubana y la sociedad civil de la Isla ―y conociendo de primera mano la cerrazón informativa existente en la mayor de las Antillas, donde todos los medios de prensa pertenecen a un gobierno que no ve con buenos ojos la influencia imparable de las nuevas tecnologías―, dedicamos este número a las revoluciones árabes. También, existen sorprendentes similitudes entre el sistema vigente en Cuba y muchos regímenes de fuerza de esa zona del planeta, como el libio, el sirio y el iraní.
Ilustración de portada: Omar Santana
A algunos podrá parecerle exagerada la afirmación, pero el papel jugado por el ciberespacio, las redes sociales y en general las nuevas tecnologías en las revoluciones que durante los primeros meses de este año sacudieron y sacuden África del Norte (el Magreb) y Medio Oriente, ha sido fundamental, y resulta imprescindible para entender el fenómeno que ha derribado a dos regímenes autoritarios consecutivos, los de Túnez y Egipto; ha puesto contra las cuerdas a otros dos, los de Libia y Siria, y no cesa de caldear la región.
La Primavera Árabe marcará un antes y un después en la Historia del siglo XXI. Durante mucho tiempo, el islamismo y toda clase de integrismos con acentuada presencia en la zona habían “nublado la razón” de los analistas, quienes prácticamente en masa consideraban impensable el advenimiento, en el mundo islámico, de movimientos juveniles pro democracia, abocados a la tecnología y tendientes a enarbolar exigencias tradicionalmente propias del Occidente liberal. Esto pone de relieve una circunstancia que el gobierno cubano no debería pasar por alto: no hay regímenes, ni siquiera culturas, inamovibles o eternos. El cambio se impone a la larga y en un mundo cada vez más interconectado nada es irrevocable, tampoco el socialismo. Por mucho que intenten vender ese concepto los gobernantes de Cuba, incluso plasmándolo en una Constitución que es un juguete en sus manos.
Por todo ello, y por el interés que ha suscitado el tema entre la juventud cubana y la sociedad civil de la Isla ―y conociendo de primera mano la cerrazón informativa existente en la mayor de las Antillas, donde todos los medios de prensa pertenecen a un gobierno que no ve con buenos ojos la influencia imparable de las nuevas tecnologías―, dedicamos este número a las revoluciones árabes. También, existen sorprendentes similitudes entre el sistema vigente en Cuba y muchos regímenes de fuerza de esa zona del planeta, como el libio, el sirio y el iraní.
Ilustración de portada: Omar Santana
Cortesía: Blogger Cubano
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