PALABRAS PARA UNA FIESTA NOMBRABLEPor Joaquín GálvezEste domingo, 19 de diciembre de 2010, se cumplen cien años del natalicio de José Lezama Lima. Hacerle homenajes a los muertos puede resultar un acto sospechoso, máxime si trata de un escritor y, más aun, de un poeta como Lezama, que cumplió con todos los requisitos para hacer verídicas estas palabras de Octavio Paz: “Todos los pueblos aman a sus poetas, digo, a los muertos, porque a los vivos no los quiere nadie”. Y no ha de causarnos ningún asombro, pues la obra de Lezama emana de una profunda convicción estética y filosófica que, en diferentes etapas de su vida, desentonó con las del preponderante medio intelectual cubano y, peor aún, con las del poder (llámese cultura oficial). Para Lezama, la realidad mayor era esa realidad de los jardines invisibles, la cual podía conquistar una trascendencia e invulnerabilidad de la que la realidad sociopolítica de la isla era incapaz. La imagen (el imago) era la verdadera realidad de Lezama, permitiéndole emprender el viaje sin abandonar su fijeza. De ahí que la insularidad en la obra de Lezama se eleve a otra dimensión, capaz de hacernos sentir orgullosos de haber nacido en una fiesta innombrable, es decir, en Cuba. Es así que podemos penetrar con él en la oscura pradera en nuevo laberinto derretido, o recorrer el abismo con el seguro paso del mulo. Esa realidad supera toda lógica, o como señala Cintio Vitier en su libro
Lo cubano en la poesía: “La realidad como un hecho carnal en el idioma… en su místico exterior, reducido a sustancia paladeable de lo desconocido”.
La obra de Lezama ha cobrado importancia y obtenido mayor reconocimiento después de su muerte, gracias en parte a la labor crítica llevada a cabo por escritores y estudiosos de la talla de nuestro invitado de hoy, José Prats Sariol, discípulo del curso délfico impartido por Lezama y quien tuvo la oportunidad de compartir su amistad en esa etapa final de su vida en la que visitarlo a su casa de Trocadero 162 era prácticamente un delito. De hecho, por aquellos años Prats Sariol defendió su tesis universitaria sobre la
Significación de la Revista Origines en la cultura contemporánea cubana, la cual contó, entre otros, con la asesoría de Lezama. “Armado de un sentido crítico que colma en la balanza la trenza de la lechuza y el arcoíris del sunsún", le escribe José Lezama Lima, en la dedicatoria de La cantidad hechizada, como muestra de admiración por su discípulo.
Prats Sariol, un lezamista por antonomasia, ha preservado el legado de su maestro de diferentes formas y en múltiples escenarios, ya sea a través de la crítica literaria, impartiendo cursos o dictando conferencias en centros universitarios de Europa, América Latina, Canadá y Estados Unidos de América. A su cargo estuvieron la preparación (compilación, prólogo y notas) de
La Habana (1992) y de
La materia artizada (1996), junto a ser miembro del equipo que preparó la edición crítica de
Paradiso para la UNESCO, en 1998. Durante 2010 participa en la edición crítica de los ensayos de Lezama.
Este año en que se le rinden tributos a Lezama, por el centenario de su natalicio, era de esperar que no faltara la acostumbrada farsa del régimen cubano, practicante ahora de la necrofilia literaria, para así apropiarse del patrimonio de escritores que en vida fueron víctimas de sus métodos represivos, tal como expresa Prats Sariol sobre el caso de Lezama en una entrevista: “no le publicaron más hasta después de su muerte, en 1976. Inmediatamente el Poder se quiso adueñar de quien ya no era espina sino rosa”.
El libro que hoy presentamos,
Lezama Lima o el azar concurrente, es el resultado de la incansable labor del discípulo por revelar las claves de la obra de su maestro, compromiso y pasión que en Cuba le resultaron incomodas a las autoridades de la cultura oficial cubana, pues en su independencia intelectual afloraban aspectos de la vida y obra de Lezama que a ellos también les resultaban incómodos. Por eso, nos enorgullece culminar un año de homenajes a José Lezama Lima, en esta Otra Esquina de las palabras, con alguien que, además de ser su discípulo y contribuir con su quehacer crítico a entender mejor su universo, también padeció algunas de las vejaciones a las que el régimen totalitario sometió a su maestro, amigo y compadre. Nos complace que este sencillo pero sentido homenaje con motivo del centenario del natalicio de José Lezama Lima, se haga con absoluta independencia, de la misma forma en que él concibió y nos legó su obra.
Palabras leídas en la presentación del libro Lezama o el azar concurrente, de José Prats Sariol, el 17 de diciembre de 2010, en el Café Demetrio.