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viernes, 6 de diciembre de 2013

"Hábitat" o la poesía que no desecha palabras




Por Luis Felipe Rojas


Estoy harto de la poesía que no dice, que no sacude y no te da en el rostro, ese puñetazo que esperamos en cada libro. Al final es eso la literatura, una especie de sadomasoquismo al que nos vamos acostumbrando. Sin embargo Joaquín Gálvez se aparece este viernes 6 de diciembre en la habitual peña del Café Demetrio, en Coral Gables (300 Alhambra Circle), con un manojo de poemas que son una bendición.

Estoy hablando de versos que hilvanan la bitácora personal de Gálvez en su Hábitat (Neo Club Ediciones, 2013) de ahora mismo. Este libro está escrito como quien huye de la meta y el aplauso, y ese me parece uno de sus recursos primeros. “Ladrón y policía: a ti te encarcelan, te castigan, te matan…/ y al final/ demuestras que jugar es el único triunfo”. Los pasadizos por donde corren los impulsos poéticos en la obra de Gálvez quedan limpios y se vuelven una luz a alcanzar por los que venimos detrás: lectores acaso.

Imagino que Hábitat emprende el difícil rumbo de los anaqueles vacíos, del libro ante la nariz achatada del niño y el cristal, pero es una suerte que se corre en estos tiempos. La poesía es un antídoto muy fuerte para las almas sensibleras y extraviadas, esas que imaginan que se puede vivir sin la poesía.

Joaquín Gálvez se ha lanzado al vacío con este nuevo libro, ha gritado una obscenidad en medio del concierto y eso es lo aplaudible. Escribir “tuve enemigos por culpa de la luz con que pude hacer el bien” es un acto de magia en la poesía misma. Este equilibrista de las palabras se las juega todas para hilvanar el sentido de su vida, de nuestras vidas, y lo está haciendo a la luz de todos, frente a ese portón a donde le vamos a lanzar piedras como a un condenado a muerte. Para eso ha escrito este, su Hábitat.


Publicado originalmente en Cruzar las alambradas, Blog de Luis Felipe Rojas

viernes, 25 de enero de 2013

Tres poemas de Luis Felipe Rojas


 
 
La carta extraviada

 

Ataja los sombreros para no extraviar esa bandera,

que no se diga pájaro, arcabuz, almendra sin el temblor de voz

sin la parodia del guerrero que se cree Luz, Canción.

 

Que no revivan las cenizas por mandato

por capricho por hundir la sed tras la miseria.

 

Que los hijos no salpiquen la memoria oculta,

que no llamen a deshoras para animar la rueca,

para doblegar el hilo, la brújula de todos,

que no busquen un barco de papel, un país de cal.

De sal.

 

Morir así

 

Ya no pienso en la inmersión en la Gaveta sin mi nombre.

Tocan a desplome en la avenida y no me llaman

adentro –donde zurcen mi agonía- no me llaman

no dicen ¡trash! para que escuche y me revuelva

 

en mis propias heces clavo señuelo y ando, clamo

pero echo diente y me sumo a la campaña

desde la gaveta apócrifa, sin nombre sin cubierta

extiendo identidades guardadas para otros

 

se llevaron el mechón de flores, el clavo, la Gaveta

soy el perdedor que nada siente ni padece en sí

 

no se dice muerte, parásito y anchor de rabia

y escarmiento. Clamas por las vestiduras rotas.

La puerta. La Gaveta Sur. Tu nombre.

 

El escondrijo doble.

Adiós sin octavillas. Sin reclamos.

 

 Lo que divide es la penumbra

 

La noche tumbada hacia arriba vuelta hacia sus ojos

un asombro de suerte sin más conciliación, amago.

Lo que hace olvidar es la fruta, la navaja hundida en sí.

Mi padre rajó la voz y lo olvidamos en la clara noche

lo esperamos para no abandonarlo en la helada

y cayó de cabeza en la heladera en el tumulto cien

de la cerveza helada, sin Guarderas ni zapatos.

Lo que nos perdió fue aquel silencio, aquellas manos.

Nadie dijo adiós cuando la casa se partía en tres:

los muertos, recuerdos de mi madre. Los vivos:

deudores de mi padre y nosotros: lustrosos, nuevos,

acechando el calzado y la moneda hirviente.

 

Luis Felipe Rojas Rosabal, San Germán, 1971.  Poeta y  experimentador audiovisual.Tiene publicados los cuadernos Secretos del Monje ( Louis, Edic. La luz-Edic. Holguín, 2001); Animal de alcantarilla, (Edic. Ácana, Camagüey, 2005 ) y (Anverso de la bestia amada, Col. Calendario 2006). En 1998 obtuvo el Premio de Poesía de la Revista Revolución y Cultura. Ha publicado en revistas nacionales y extranjeras, como Encuentro de la Cultura Cubana y La Gaceta de Cuba. Por su acción contestataria fue  censurado y repudiado por las autoridades de su país. Se desempeñó durante varios años como periodista independiente en Cuba.  Coordina el blog Cruzar las alambradas. Reside en Miami.