sábado, 30 de junio de 2012

Sindo Pacheco en La Otra Esquina de las Palabras: Fotos y palabras de presentación






























Sindo Pacheco y Las raíces del tamarindo

Por Rodolfo Martínez Sotomayor

Acercarse al autor de un libro que nos guste puede ser una osadía peligrosa, la decepción suele estar al acecho a la vuelta de la esquina.

Con Gumersindo Pacheco es todo lo contrario. Aunque se trate de la presentación de su novela y no de un panegírico o una campaña política. Me resulta notorio que coincida tanta gente en decir de él: “El guajiro es buen escritor y buena gente”. Lo novedoso no es sólo cuantos lo dicen, si no que se trate de escritores los que lo digan, un oficio no muy pródigo en halagos a colegas.

Lo que nos apasiona al leer refleja a veces nuestras tendencias, nuestras inclinaciones no siempre conscientes. El personaje central de Las raíces del tamarindo, llamado Tony, es un adolescente al que le duele crecer como el origen mismo de la palabra.

él busca la evasión a través de los libros, el escape a una realidad que resulta brutal para sus ojos. Un refugio, placentero además. Al iniciarse con lecturas como El Principito, también descubre el poder humanizador de la literatura. “A uno le dan deseos de ser bueno cuando lee algo así, le dirá Maité a Tony después de regalarle el libro. Por cierto, es aquí donde pensé en esa confluencia entre la obra y el autor. También en la misteriosa coincidencia que fuera un día como hoy el nacimiento de Antoine de Saint-Exupéry, un especie de santo patrón de aquellos que como Gumersindo Pacheco, son capaces de escribir una literatura juvenil para adultos, que nos reviste con la piel del niño o el adolescente que hemos sido o que hemos querido ser.

Las raíces del tamarindo es una novela lineal, con un lenguaje limpio, certero. No hay en ella grandes elucubraciones filosóficas. Sin embargo, son los diálogos y las situaciones creíbles los que nos hacen pensar. La literatura, entre otras, tiene la capacidad fascinante de dejar registrado una época que se hace más lejana con el tiempo. La realidad de un pueblo del interior de la Isla queda atrapada en una novela como Las raíces del tamarindo; la memoria espiritual de su tiempo; los matices que no recogen los libros de historias y la vida que no cabe en fotografías de limitados espacios geográficos.

Si en la novela El beso de Susana Bustamante, Gumersindo logra en el lector  una regresión  a esa infancia perdida de aventuras y sueños, de las primeras trampas, del primer amor –que aún no llevaba ese nombre y era sólo la necesidad, el deseo naciente de unos labios de mujer en una niña–; si ya se vislumbraba el autoritarismo y la censura; si los libros de muñequitos se iban haciendo subversivos; si todo lo vemos a través del prisma de la inocencia, en Las raíces del tamarindo se ha perdido esa inocencia. La escuela es rechazada como todo símbolo del orden impuesto. Tony sufre sin precisar las razones, pero descubriéndolas poco a poco. El drama nacional se devela con una naturalidad que, para disfrute del lector, no pierde la frescura de una novela juvenil. Un logro peculiar en la narrativa de Sindo Pacheco, aun cuando la intensidad dramática de ciertos diálogos nos hablen de la crudeza de aquellos días: Fragmentos de lo que le cuenta su amigo Rafael ilustran lo anterior, él le dirá: “… Mi abuelo tenía una finca al pie del Escambray. Y cuando estaban allí los alzados contra el gobierno, le quitaron la tierra y todo lo que tenía, y lo mandaron con mi abuela para Pinar del Río, en la punta del país. No sólo a ellos, enviaron para allá a cientos de campesinos… Para salir de allí a visitar a sus hijos tenían que conseguir un permiso especial. Nunca más pudieron volver a su finca”.

En Las raíces del tamarindo, se percibe el  sufrimiento de la migración, aun cuando la prosperidad económica o la asfixia política la justifiquen.  La respuesta del Abuelo de Tony  a la interrogante de por qué no regresó a Canarias es proverbial y precisa, él nos dirá entre otras cosas: “Tengo miedo de romper el recuerdo que me queda. Tal vez las cosas allá hayan cambiado demasiado. No me arrepiento de haber venido porque tengo una familia, pero abandonar la tierra es como negar a Dios. Por alguna razón Dios nos puso en ese punto del mundo, por alguna razón pertenecemos  a él, como los árboles y las hierbas, como los animales”.

Una visita a la cárcel, al padre preso, es un pretexto del autor,  para adentrarse en ese desgarramiento familiar que provoca en las víctimas, la cárcel, pero este narrador convulsivo va más allá. Sus juicios, más que políticos son humanos. El dolor del hombre es el mismo en todas partes,  dándole así un sentido de trascendencia a su literatura.

La narrativa de Sindo no está exenta de humor, de una mordaz ironía. La descripción del adolescente Tony procurando devorar una croqueta que se pega al cielo de su boca nos arranca una sonrisa amarga. Que se encuentre en las primeras páginas puede resultar casual o es una introducción a las calamidades cotidianas que irán aumentando en proporción ante los ojos de Tony. No hay adjetivos que sobren para describir la escasez, no hay ditirambos de la miseria, tan sólo la imagen  detallada de  un  adolescente  tratando  de desprender  una   croqueta

–comprada en un establecimiento estatal– que se le ha pegado sin remedio al cielo de la boca.  Sindo posee la habilidad de un narrador, que conoce muy bien las herramientas de su prosa, sabe además que las zonas más oscuras no carecen de luz

Y allí están el campo y la finca de los abuelos para darnos esa claridad del paisaje, el amor de Maité, el nacer de ese sentimiento, la agradable sensación de escuchar la lluvia en el campo, la contemplación de un amanecer donde el sol emerge como una mancha rojiza, el esplendor de los platanales, los pastos, el maíz, el ganado, bandadas de aves que iniciaban su peregrinar surcando el cielo pálido, las palmas reales, las flores, trinos de pájaros que llegan de los arbustos cercanos; grupos de campesinos que a lo lejos inician su faena.

Todas esas bucólicas imágenes se entremezclan, como la propia vida, con la crueldad; desde los detalles del sacrificio de un cerdo que muere lentamente hasta la imposición de ideas y vocación padecidos por Tony en la escuela.

Las raíces del tamarindo, es una novela que además del placer estético de su lectura, hace que habitemos junto a los fantasmas de su autor. Transmite emociones y ellas superan la temporalidad. Degustarla no es sólo acercarnos a la enigmática distancia que nos separa del adolescente que fuimos. Es entrar en el deleite incomparable de leer una historia bien contada. No se le puede pedir más a un autor, sólo queda agradecerle a Sindo por escribirla y convidarlos a ustedes a comprarla. No se arrepentirán.

viernes, 29 de junio de 2012

Primer número de Conexos, revista de arte y literatura


Conexos, una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales o geográficas




Para acceder a esta primera entrega, pinche en el enlace de Conexos

miércoles, 27 de junio de 2012

Este viernes, presentación de "Las raíces del Tamarindo", de Sindo Pacheco, en La Otra Esquina


La Otra Esquina de las Palabras invita a la presentación de la novela Las raíces del Tamarindo, del escritor cubano Sindo Pacheco.

Las palabras de presentación estarán a cargo del escritor y editor Rodolfo Martínez Sotomayor.


Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
305-448-4949
Viernes 29 de junio-7:00 p.m.

Sindo pacheco nació en Cabaiguán (Cuba) en 1956. Empezó a escribir muy joven, en su tierra natal, donde ha publicado diversas obras, entre las que destacan Oficio de hormigas (Premio Abril), Esos muchachos, María Virginia está de vacaciones (Premio Casa de las Américas, Premio La Rosa Blanca y Premio de la Crítica), María Virginia, mi amor y Legalidad post mortem (Premio Bustar Viejo). Asimismo, sus cuentos han aparecido en diversas antologías, tanto en Cuba, como en México, Rusia, Venezuela y España. En la actualidad reside en Miami con su familia.

martes, 26 de junio de 2012

Calígula y un escueto comentario


CALÍGULA


Autor: Albert Camus. Director: Carlos Díaz


 UN ESCUETO COMENTARIO


 Por Juan Cueto-Roig


Invitado por FundArte, organización fundada en Miami por Ever Chávez en el 2003, “dedicada a producir, promover y presentar espectáculos artísticos a la diversidad de culturas que integran esta ciudad”, el grupo teatral cubano “El Público”, dirigido por Carlos Díaz, presentó Calígula, de Albert Camus, en el Colony Theatre de Miami Beach, el 15, 16 y 17 de junio.

Lo más meritorio de esta puesta son las excelentes actuaciones, en especial la de Fernando Hechavarría  interpretando a Calígula. También las de Ysmercy Salomón y Broselianda Hernández, Carlos Caballero, y, en general, todas.

En el extravagante montaje de esta difícil obra se nota la mano de un hábil director. Pero la representación resulta repetitiva y tediosa. Y, para mi gusto (nada puritano, por cierto) opino que abusa de las escenas sexuales hasta el punto de parecer escenificadas con el único propósito de epatar.

Interesante, desde cierto punto de vista, es la frecuente alusión o paralelismo entre Calígula y conocidos tiranos de nuestra época; intención inherente en el texto de Camus, y que resulta aún más reveladora en el caso cubano, ya que hay marcadas similitudes entre el déspota de Roma y nuestra tragedia (por no citar nombres, que ilustrarían explícitamente tal equivalencia o similitud). Y si en Miami el público lo percibe, me imagino que en Cuba debe haber sido más patente aún la analogía.

La diversidad de estilos en el vestuario es una forma obvia de extrapolar la acción a otras épocas y a otros lugares, pero por eso mismo, por obvia, la idea me parece inoperante y perjudicial a la efectividad de la trama; es además, demasiado evidente, y menoscaba la sutileza que el propio texto transmitiría, sin necesidad de ese artificio.

Y asignar personajes de un sexo definido a actores del sexo opuesto, y disfrazarlos con el propósito de sugerir ambigüedades o generalizaciones al carácter original que les dio el autor, ya cansa. Hay mejores formas de lograrlo y, casi siempre, el que escribió la obra lo expone o insinúa con la suficiente y específica graduación, tono que debe respetarse.

 Y un detalle que no tiene mayor importancia, pero que pudo haber defraudado a quienes fueron al Colony Theatre sólo por el deleite de los cuerpos desnudos (Cavafis: "El plazo de Nerón"), ya que en la publicidad de la obra se usaron desnudos que no aparecen en la puesta.

 Al final, los actores fueron justamente ovacionados por el entusiasta público que colmaba el teatro. Y ellos mostraron su agradecimiento con la ridícula costumbre heredada del comunismo (que hoy en día resulta anacrónica y banal) de aplaudir a quienes los aplaudían.

Jordan Levin, en su reseña en The Miami Herald, del sábado 16 de junio, coincide con nuestro comentario:

Despite the strength of acting and of Díaz’s vital staging and opulent costumes, the play feels somewhat repetitive and mechanical… the melodramatic tone, the constant sex, the intensity of this production can be numbing.

viernes, 22 de junio de 2012

Homenaje a Esteban Luis Cárdenas en La Otra Esquina de las Palabras (V)

Cortesía: ISawFingerProduction/Neo Club Press

miércoles, 20 de junio de 2012

Presentación de la novela "Las raíces del Tamarindo", de Sindo Pacheco, en La Otra Esquina de las Palabras


La Otra Esquina de las Palabras invita a la presentación de la novela Las raíces del Tamarindo, del escritor cubano Sindo Pacheco.

Las palabras de presentación estarán a cargo del escritor y editor Rodolfo Martínez Sotomayor.


Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
305-448-4949
Viernes 29 de junio-7:00 p.m.

Sindo pacheco nació en Cabaiguán (Cuba) en 1956. Empezó a escribir muy joven, en su tierra natal, donde ha publicado diversas obras, entre las que destacan Oficio de hormigas (Premio Abril), Esos muchachos, María Virginia está de vacaciones (Premio Casa de las Américas, Premio La Rosa Blanca y Premio de la Crítica), María Virginia, mi amor y Legalidad post mortem (Premio Bustar Viejo). Asimismo, sus cuentos han aparecido en diversas antologías, tanto en Cuba, como en México, Rusia, Venezuela y España. En la actualidad reside en Miami con su familia.

martes, 19 de junio de 2012

Un poema de Joaquín Gálvez

                                             Adolfo Hitler


Cuento infantil para adultos


Fue un niño más en el planeta.

Y como a todo niño,

se le procuró ese paraíso que es el pecho de una madre.

Y un rabino lo tomó de la mano al cruzar una calle de Baviera.

Y hasta los cerveceros velaron por su sobriedad futura.

Y tuvo un maestro de cívica y ética, 

pues todos creían que Darwin era apenas un animal de moda.

Y  le cantaban una canción de cuna,

para que no entrara en su sueño el grito de Munch

y la sombra de la guerra.


Fue un niño por quien acudió el ángulo transparente de la vida.

Pero un día su sueño fue exterminar a otros  niños.

Nadie se detuvo a pensar que todo ser es un acertijo,

que en la robusta fragilidad de la niñez se oculta un monstruo.

No nos aterrorizó su nombre de niño

hasta que su adultez se llamó Adolfo Hitler.


domingo, 17 de junio de 2012

Homenaje a Virgilio Piñera en La Otra Esquina: Fotos y edición bilingüe de "La isla en peso"







Virgilio Piñera


La isla en peso

The Whole Island


Translated by Mark Weiss


Para leer esta edición bilingüe de La isla en peso, pinche en el enlace:

http://www.shearsman.com/pages/books/ebooks/ebooks_pdfs/pinera_WholeIsland.pdf