martes, 31 de enero de 2012

Concierto del trovador cubano Carlos Luis en La Otra Esquina de las Palabras


La Otra Esquina de las Palabras invita a un concierto del trovador cubano Carlos Luis.

Lo acompañarán los poetas Yosie Crespo
y Jesús A. Díaz (Tinito).

Participación especial de Mike Porcel.

Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
305-448-4949
Viernes 10 de febrero, a las 7:00 pm

Carlos Luis nace en La Habana, Cuba, en Septiembre de 1960, en el barrio de Marianao. Desde niño se inclinó por la música. Mientras asiste a la escuela secundaria empieza a participar en festivales estudiantiles. Su padre le regala la primera guitarra con la que comienza a acompañarse, al tiempo que se interesa en la literatura.

La vida le depara seguir relancionándose con gente de este medio y aumentando sus conocimientos, hasta que conoce a Miriam Ramos e inicia su carrera profesional. Así comienza a llevar su arte como cantautor y guitarrista por muchos países de América Latina y Europa . Esas andanzas lo traen a República Dominicana, donde vive en la actualidad.

Aquí comienza a sonar su obra en la magnífica voz de Maridalia Hernández y de ahí comienza el interes por parte de otros artistas en cantar sus temas, como Elena Ramírez, José Miura, José A. Rodríguez y José Enrique Trinidad.

Al tiempo de desarrollarse aún más por lo que le brinda la vida en Dominicana, graba su primer disco, que lleva como nombre “Después de amar”, producido y arreglado por el maestro Manuel Tejada, en el que aparece la pieza “Una más”, que lo da a conocer a niveles mas amplios del público.

Actualmente se dedica a promover su más reciente CD “Revelaciones”, del que es productor, compositor de gran parte de los temas y director musical. Ha compartido el escenario con artistas de renombre internacional como: Gal Costa, Charles Aznavour, Joan Manuel Serrat y músicos de la talla de Jorge Taveras, Guario-nex Aquino, Guillo Carías, Julian Fernández, Juan Francisco Ordóñez, Reynaldo PérezPérez, Wellington Valenzuela, etc. Su obra ha sido llevada a Cd´s en la voz de grandes estrellas de la canción de diferentes paises latinoamericanos.

lunes, 30 de enero de 2012

Cuatro poetas en La Otra Esquina: Teresa María Rojas (Vídeo)



Cortesía: iSawFingerProductions/Neo Club Press

Cuatro poetas en La Otra Esquina: Rita Geada (Vídeo)



Cortesía: iSawFingerProductiosn/Neo Club Press

domingo, 29 de enero de 2012

Cuatro poetas en La otra esquina: Amelia del Castillo (Vídeo)



Cortesía: iSawFingerProductions/Neo Club Press

Cuatro poetas en La Otra Esquina: Uva de Aragón (Vídeo)



Cortesía: iSawFingerProductions/Neo Club Press

sábado, 28 de enero de 2012

miércoles, 25 de enero de 2012

Este viernes, encuentro con cuatro poetas cubanas en La Otra Esquina de las Palabras

                    
    

 
            
           
La Otra Esquina de las Palabras invita a un encuentro con cuatro poetas cubanas:

lectura de poesía a cargo de Uva de Aragón, Amelia del Castillo, Rita Geada y Teresa María Rojas.


Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
305-448-4949
Viernes 27 de enero, a las 7:00 pm



Uva de Aragón nació en La Habana, Cuba. Como narradora, ha publicado "Eternidad" (1972), "Ni verdad ni mentira y otros cuentos" (1976), "No puedo más y otros cuentos" (1989) y "Memoria del silencio" (2002); y como poeta, los cuadernos "Versos de exilio", (1974), "Entresemáforos" (1980), y "Los nombres del amor" (1996). Sus ensayos incluyen "El caimán ante el espejo". "Un ensayo de interpretación de lo cubano" (1993) y "Alfonso Hernández Catá. Un escritor cubano, salmantino y universal" (1996). Sus libros más recientes son "Morir de exilio" (2006) que recoge semblanzas de importantes figuras de la cultura cubana, ya desaparecido, y "Crónicas de la República de Cuba", 1902-1958 ( 2008), un texto en que de forma sintética y balanceada, pasa revista a la historia de Cuba anterior a la Revolución de 1959. Desde hace años, colabora asiduamente en Diario las Américas. Su intensa vida intelectual, incluye haber merecido varios premios literarios en Estados Unidos, Europa, y, muy joven, en su Cuba natal. Antes de jubilarse, fue profesora y directora adjunta del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida  (FIU).

Amelia del Castillo nació en Matanzas, Cuba. Poeta, narradora, ensayista. Reside en Miami desde 1960. Ha publicado un libro de narrativa y ocho poemarios, entre los que cabe destacar: "Cauce de tiempo" (Hispanova de Ediciones, Miami, 1981), "Las aristas desnudas" (Editorial Betania, Madrid, 1991), "Géminis deshabitado" (Ediciones Universal, Miami, 1994), "El hambre de la espiga", Ediciones Universal, Miami, 2000) y "Un pedazo de azul para el naufragio" (La Torre de Papel, Coral Gables, 2005). Ha obtenido siete premios Internacionales de poesía y cuento en Salamanca, Madrid, New York y Miami, entre ellos el Cátedra Poética Fray Luis de León (Universidad Pontificia de Salamanca). Finalista (Accécits, Menciones) de los Premios Carmen Conde (Madrid), Letras de Oro (Miami), Mairena (Puerto Rico), Calíoppe y Polimnia (Vizcaya). Su obra aparece en Antologías y publicaciones de Argentina, Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos, México y Uruguay. Varios de sus ensayos han sido traducidos y publicados en inglés, francés e italiano, y los reúne en “Apuntes al vuelo” (inédito), que recoge trabajos presentados en Congresos Nacionales e Internacionales.

Rita Geada nació en Pinar del Río, Cuba. Poeta, ensayista, narradora y profesora de literatura. Graduada en Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Reside en los Estados Unidos, en donde ha tenido por muchos años la cátedra universitaria de literatura en Southern Connecticut State University, New Haven. Ha publicado los libros de poesía: “Y el mar sigue batiendo”  (2004)  “Poemas de New England” (1996), “Esa lluvia de fuego que nos quema” (1988), “Vertizonte” (1980), “Mascarada” (1970), “Cuando cantan las pisadas” (1967), “Ao romper da aurora” (1963), “Desvelado silencio” (1959). Muchos de sus poemas aparecen traducidos al inglés, italiano, portugués y francés en diversas revistas y antologías, entre estas ultimas "Memoria Poéica del Alhambra"y "Poesia Cubana del Siglo XX". Ha recibido el Premio de Poesía Carabela de Oro –Barcelona- 1969 por su poemario Mascarada, la beca Cintas para escritura creativa –Nueva York- 1978/1979 y ha sido galardonada recientemente con el Premio Internacional “Luys Santa Marina-Ciudad de Cieza” en Murcia, España.


Teresa María Rojas nació en La Habana, Cuba. Siendo muy joven actuó en la Televisión Cubana y en la célebre sala de teatro Prometeo, a la cual agradece su formación actoral. Ya en 1958 había representado a Cuba en el Primer Festival de Teatro Iberoamericano, celebrado en México. En la década de 1960, en Venezuela, trabajó en Radio Caracas Televisión hasta que, dos años más tarde, se establece en Estados Unidos, donde ha incursionado en los mundos de la telenovela y el cine. Como actriz, directora y maestra de artes escénicas, su labor ha sido ampliamente reconocida en Cuba, Ecuador, República Dominicana, México, Estados Unidos y España. A lo largo de su intensa carrera ha actuado, producido y dirigido decenas de obras que abarcan tdos los géneros, desde los clásicos hasta el teatro invisible y callejero. En Miami, ciudad que ella considera “mi casa”, ha publicado seis libros de poesía y ha establecido una entrañable relación de trabajo con el Miami Dade College, el cual le confirió el título de Profesora Emérita.

martes, 24 de enero de 2012

lunes, 23 de enero de 2012

Fotos de la presentación:"Desde el corazón de Irán". Artículo sobre el libro












   


Puente entre dos religiones
 
Por Carmen Graciela Díaz
 
Una obra artística puede ser todo… desde el espejo o la antítesis de su creador hasta la embajadora de una nación. Una mirada al templo bahá'í, en el monte Carmelo, bastó para que el investigador español Rafael Cerrato Salas se volcara en un recuento de esa religión. La sorpresa de Cerrato ante tal hallazgo, mientras paseaba por Haifa, una ciudad del norte de Israel, no cesa de dibujarse en su rostro cuando repasa la desembocadura de su último libro.

“Tuve la sensación, cuando vi el templo en el monte Carmelo, de que cuando hay una obra arquitectónica tan impresionante no puede ser algo banal”, rememoró Cerrato con la ilusión en su mirada durante una vertiginosa visita a Puerto Rico convidado por la Comunidad Bahá'í de Puerto Rico.

El sobresalto ante la estructura, repasó, vino con una pregunta: “Si es importante, ¿por qué es desconocido?”. La interrogante no murió, sino que le acompañó hasta su tierra, provocando la investigación que engendró su flamante libro “Desde el corazón de Irán”.

Aunque haga un guiño, no muchos saben qué implica ser un bahá'í. Es una religión y estilo de vida con un cuerpo social que, entre sus preceptos, considera la humanidad como “una sola raza”. De aquellos orígenes en Persia (hoy, Irán) en el 1844, de la mano de su fundador Báhá'u'lláh (1817-1892), la peregrinación hacia el presente ha legado más de seis millones de creyentes en el mundo, según información de la Sede Bahá'í de Puerto Rico.

Esas enseñanzas universales capturaron irremediablemente a Cerrato, quien profesa el catolicismo romano. Sin ningún conflicto, al hombre de voz pausada, nacido en el sur de España, en Córdoba, le tomó dos años tener el producto finalizado. Empuñando sus espejuelos, Cerrato declaró que contrario a ser un trayecto espinoso, armonizar las dos religiones para destapar el credo bahá'í fue “fácil” porque la investigación le develó una fe nutrida de principios similares a “la doctrina social actual de la Iglesia Católica” -citando creencias como “la emancipación de la mujer”-, aunque éstas se diferencien en dogmas.

Los libros y las personas que abordó durante su estudio viabilizaron que Cerrato interpretara la fe bahá'í como una religión que, lejos de estar anclada en el pasado, “tiene vista a un futuro, con vista a las necesidades de fomentar cada vez más la educación como un sistema necesario, de que hay que estudiar mecanismos para comunicarse más. Es una conciencia social, religiosa, filosófica, que nace a principios del siglo XIX, pero con visión para el siglo XXI”.

Otro de los aspectos que atrajo a Cerrato es la persecución que sufren los miembros de esta minoría religiosa en Irán. La intolerancia se ha manifestado desde amenazas hasta miles de muertes, denunció con atisbos de repudio. El estudioso opina -a grandes rasgos- que esos ataques se deben a “que la religión bahá'í le puede quitar mucha influencia al clero chií en Irán”.

Pero Cerrato entiende que las contestaciones a coyunturas que sudan odio residen en no limitarse al discurso de los gobernantes de “tender un puente” entre el mundo occidental y el oriental, sino en que los políticos comprendan “que ese puente ya existe” y que no es necesario buscarlo “en grandes congresos”. Propuso que el remedio consiste “en tratar de que la gente conozca esto (la doctrina bahá'í) por una parte u otra, y a través de ahí se puede encauzar un camino”.

Detrás de las páginas

Cerrato se formó en Economía, aunque la vida sacudió su cotidianidad para conducirle a la historia. “Tuve una época de trabajo empresarial y después, por suerte, un día le pude dar un cambio a mi vida, y entonces una de mis aficiones secretas era ésta”, contó con una sonrisa de satisfacción. Mira el pasado tiernamente, especialmente al rememorar la timidez de su primera entrega hasta el presente con una faena constante dentro de las sombras históricas.

Escribió sus anteriores obras bajo el seudónimo Ramiro Ponce del Río, según él, ante las críticas que lanzó en su primer libro, “Carta de Fernando Sánchez Dragó”, a los “fantaseadores del Código Da Vinci”. No obstante, ese nombre ya no tiene sentido para Cerrato. “Tengo una propuesta para reeditar aquellos libros y actualizarlos, pero con mi nombre”, informó sin descartar otro seudónimo. “Hombre, no sé si algún día hago algo que sea muy escandaloso”, manifestó entre risas, quien espera publicar próximamente una biografía sobre el científico Celestino Mutis.

Cerrato hizo votos con la no ficción porque “hay tantos detalles interesantísimos de la historia por descubrir, pero que pasan desapercibidos porque nadie ha querido profundizar sobre ellos”. Como caballero de lo desconocido, el investigador parte de Puerto Rico con el anhelo de despertar curiosidad sobre la fe bahá'í. Se despidió deseando que su trabajo aporte a que el mundo sea “un poco mejor”.

Artículo original en el sitio web El NuevoDia.com

domingo, 22 de enero de 2012

María Espinoza entrevista a Carlos Alberto Montaner

                       Carlos Alberto Montaner con María Espinoza.
                                      Foto: José Satizabal.


Por María Espinoza

Carlos Alberto Montaner, escritor, periodista, analista político, para muchos el hombre que más sabe de Cuba, nació en La Habana en 1943. Ha trabajado en diversos periódicos de renombre y se calcula que alrededor de seis millones de lectores leen sus columnas semanalmente. En 1990 creó la Unión Liberal Cubana, que reunió a exiliados y a cubanos radicados en Cuba.

En 1992 fue elegido vicepresidente de la Internacional Liberal, cargo que ejerce desde entonces. Ha sido profesor universitario en diversas instituciones de América Latina, España y Estados Unidos. La revista Poder lo calificó como uno de los columnistas más leídos e influyentes de América Latina. Ha publicado unos veinticinco libros, varios de los cuales han sido traducidos a diferentes idiomas. Entre los más conocidos y reeditados están Viaje al corazón de Cuba (1999), Cómo y por qué desapareció el comunismo (1994), Libertad: la clave de la prosperidad (1995), Perromundo (1972), y 1898: La trama (1987). Dos de sus más polémicos y divulgados ensayos son los best sellers: Manual del perfecto idiota latinoamericano y Fabricantes de miseria, ambos escritos con la colaboración de Plinio Mendoza y Álvaro Vargas Llosa. Recientemente publicó su tercera novela, La mujer del coronel (2011), bajo el sello Alfaguara. En la actualidad vive entre Madrid y Miami.

Entre sus premios y distinciones destacan:

•Premio de Periodismo de Nueva York 1975

•Premio del ABC de Sevilla 1981

•Premio de la Fundación Independiente de Periodismo 1999

•Orden Rubén Darío en Grado de Gran Oficial (2006, Nicaragua)]

•Doctor honoris causa en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala (2007)

•Profesor honorario de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (2004)]

•Premio a la Tolerancia 2007 (Comunidad Autónoma de Madrid)]

•Premio Juan de Mariana 2010 en defensa de la libertad.

Nacido en Cuba, uno de los países con menor estabilidad económica y política, Carlos Alberto Montaner aprendió desde muy joven a valorar la democracia y la libertad de expresión. Durante sus años en la isla, el escritor alcanzó a conocer en detalle la realidad política de un país que vivía bajo el yugo de la dictadura. Convencido de que “el peor aspecto del totalitarismo es la intromisión del Estado en la zona afectiva de los individuos”, en La mujer del coronel (2011) el escritor explora —a través del tema de la infidelidad— la represión y control de las relaciones sexuales de los individuos bajo el régimen castrista.

La novela recrea la vida de la psicóloga cubana Nuria Garcés, de cuarenta años, casada con el coronel Arturo Gómez. Durante un congreso de su especialidad en Italia, ella conoce al profesor neurolingüista Valerio Martinelli y halla con este la pasión que faltaba en su relación matrimonial. Sin embargo, a causa de la política inquisitorial del Ejército cubano y el partido, la relación adúltera acarrea un desenlace funesto.

Al finalizar la lectura nos preguntamos si no es la situación de Nuria análoga a la experiencia de muchos en Cuba. Víctimas de su sociedad, pero también de sus propios valores, las personas no solo no pueden elegir libremente a sus representantes, sino que tampoco pueden elegir a quién amar.

En la siguiente entrevista, Carlos Alberto Montaner dialoga sobre esta, su más reciente novela, al tiempo que rememora sus experiencias e incursión en la literatura y el periodismo. Asimismo, el escritor y periodista profundiza sobre temas de actualidad, como la censura en la Cuba actual y los retos del cubano contemporáneo y su necesidad de libertad de expresión.

ME: Don Carlos, nos gustaría recorrer la etapa de su infancia. ¿Qué anécdotas recuerda? ¿Qué lo impulsó a ser periodista y escritor? ¿Recuerda algún momento que podamos identificar como el inicio de su carrera?

CAM: Nací en una familia de clase media. Mi padre era periodista y mi madre maestra. Mi padre me llevaba desde muy niño a los periódicos donde trabajaba, pero se divorció de mi madre cuando yo era un adolescente. Y siempre tuve claro que me gustaba escribir. Como todos los muchachos, empecé escribiendo unos versos espantosos. Luego, como Cuba era un país muy complicado, todo fue derivando en la crítica política.

ME: ¿Cuál fue su primer trabajo?

CAM: Entré como mecanógrafo en una oficina en un hospital de maternidad; luego, fui vendedor de productos médicos. Me casé muy joven: a los 16 años. La historia de cómo mi mujer y yo nos conocimos es, desgraciadamente, típica de Cuba. Un día pusieron una bomba en el hotel Comodoro. Yo estaba jugando squash —tenía 14 años— e hirieron a varias personas. Era la época de la lucha contra Batista y había una muchacha muy bonita llorando con unos niños pequeños. Yo fui a protegerla, y desde entonces estamos juntos.

ME: A los 17 años, usted fue apresado y condenado a veinte años de cárcel por oponerse al gobierno cubano. ¿Cómo logró escapar? ¿Cómo marcó esta experiencia su vida y su escritura?

CAM: Fue muy importante. Un grupo de estudiantes fuimos apresados y condenados. No habíamos hecho nada —no tuvimos tiempo—, pero sí estabamos tratando de ayudar a grupos campesinos que se habían alzado. En un inicio yo simpaticé con la Revolución, pero cuando esta tomó el camino del comunismo, me pareció que había que oponerse. En esa época —la gente no tiene por qué saberlo—, la gran resistencia a la entronización del comunismo en Cuba fue de los estudiantes y de los campesinos. Entre 1960 y 1966 hubo miles de alzados en Cuba. El gobierno logró exterminar a las guerrillas, y en ese proceso yo caí con cuatro estudiantes. Me pusieron en una prisión de menores, pero logré escapar con un compañero. Después nos asilaron en una embajada y salimos siete meses después. Eso significó para mí un compromiso político muy fuerte. De aquellos muchachos que caímos presos, a uno lo asesinaron los guardias; los otros dos cumplieron veinte años en la cárcel, y salieron muy maltrechos y golpeados por la experiencia.

ME: ¿Cuál es su apreciación de las protestas que se están produciendo en Cuba? ¿Es el comienzo del final? ¿Debe temer el régimen castrista a la resistencia organizada, a las masas opositoras que están empezando a ser más activas? ¿Se avizoran cambios en la isla?

CAM: Yo creo que sí, eso está en una fase final. ¿Cuándo es la fase final de un régimen totalitario? Cuando la propia estructura ya no cree en el mensaje político. En Cuba, hay muy poca gente dentro del propio gobierno que cree que ese país se va a redimir económicamente y va a ser socialmente feliz mediante el colectivismo y el Estado como gran protagonista de las actividades económicas o como gran director de la operación social. Ya eso se acabó. Lo que hay es la inercia del poder: se viene haciendo esto mismo desde hace 52 años. Hay un grupo que ocupó todo el espacio institucional, que tiene el control de las reglas que se impone a través del parlamento, del aparato que divulga la información a través de los medios de comunicación, de la capacidad represiva del país. Cuando tú sumas todo eso, se genera un régimen casi invulnerable. Los regímenes totalitarios son invulnerables, es muy difícil demolerlos desde dentro. En Cuba estamos viendo una manifestación heroica de grupos de oposición, tan como en Polonia y en la República Checa. Ese es el principio del fin, pero puede demorar mucho tiempo, porque son regímenes muy duros que no tienen inconveniente en matar a quienes tengan que matar.

ME: En los últimos años hay un torrente informativo gracias a los celulares, las computadoras, la internet, etc. ¿Cree usted que esto ha cambiado las reglas de juego en la isla?

CAM: Sí, las ha cambiado, porque mientras más información entra, mayor es el descrédito y la deslegitimización del poder. Y ellos ya no pueden pararlo. Esa misma pregunta se la hice ayer a Yoani Sánchez por teléfono y me dijo que sí, que la tecnología juega a favor de la información, y si la información es un componente de la libertad, juega a favor de la libertad.

ME: ¿Qué les diría a aquellos jóvenes que sueñan en incursionar en el periodismo, la literatura, etc., y que sueñan con ser escritores o periodistas, como usted?

CAM: Que perseveren, porque no hay una profesión más grata y que genere tanta satisfacción desde el punto de vista emocional como el periodismo. Aunque no sea muy rentable, se puede convertir en una pasión muy grata. Y que sigan luchando por la libertad, que no es una abstracción. La libertad no es una palabra para hacer soneto, es la capacidad que tenemos de tomar decisiones sobre todas las cosas importantes de la vida: qué quieres estudiar, qué quieres hacer, dónde quieres vivir, cómo vas a trabajar, a quién quieres amar, etc. Y cuando hay un Estado autoritario que usurpa esas funciones y toma las decisiones por ti, te conviertes en una persona muy desdichada.

ME: ¿Cómo ve el proceso electoral en los Estados Unidos? ¿Está cerca el día de ver a un presidente de origen hispano en la Casa Blanca?

CAM: Estoy seguro de que sí. La maravilla de la elección de Obama es que pulverizó cualquier prejuicio de que aquí no puede gobernar cualquiera: aquí sí puede gobernar cualquiera. Que después de la crisis con el mundo islámico un señor que se llama Barack Hussein Obama, negro, llega a la presidencia con la ilusión de gobernar al país. Eso es maravilloso, porque quiere decir que aquí puede gobernar cualquiera que tenga la capacidad de mandar un mensaje, que tenga la astucia, que llegue en el momento adecuado, y eso le abre las puertas a cualquier hispano. Alguien como Marco Rubio, por ejemplo, puede ser interesantísimo.

(En ese momento suena el teléfono. El escritor se disculpa y toma la llamada. Alguien comenta acerca del reciente suicidio de la hija del escritor Donoso. Unos minutos después el escritor afirma):

El suicidio de la hija de Donoso. ¡Es tremenda la historia! Yo conocí a Donoso en España. Pilar Donoso estudiaba los manuscritos que dejó Donoso en una universidad por el año 1964. Y entre esos textos estaba el guión de la historia de una hija que encuentra unos manuscritos, y cuando lee cómo era su padre y su madre se suicida. Ella lo que hace es cumplir con el guión. ¡Eso es tremendo! Él era un un tipo muy complicado desde el punto de vista emocional. Ella descubrió ahí que él era homosexual, que tenía problemas con la madre, muchas cosas… Se suicidó en Chile. Ella era adoptada. Otro problema de la muchachita es que nunca pudo saber quiénes eran sus padres biológicos, lo que le generó, además, una angustia, curiosidad. La frase aquella de Nietzsche “para qué quiero padre si ya he nacido” no es cierta. El hecho de que no se pueda averiguar sobre los orígenes genera una desazón tremenda.

ME: Pasemos ahora a hablar de su obra y creación literaria. En esta, su novela más reciente, La mujer del coronel, ¿cuál de los personajes fue el que le costó más trabajo elaborar?

CAM: El que más me gusta es Nuria. Es el más interesante y complejo. El que más me divierte es Valerio Martinelli: mentiroso, tramposo, inteligente, lleno de información, viejo seductor. Interesante.

ME: ¿Carlos Montaner se esconde detrás de alguno de sus personajes?

CAM: De todos. Aquella frase de Flaubert “yo soy Madame Bovary”, eso es verdad.

ME: Muchos de los escritores escriben para exorcizar sus temores. ¿Ese también es su caso?

CAM: Eso siempre pasa: los demonios se escapan, tú no los controlas. Es como las motivaciones, por qué hacemos las cosas. Nunca sabemos exactamente por qué las hacemos. Hay toda una zona opaca de la personalidad y la psicología. En el ensayo manejas ideas, pero en la ficción se cuelan muchas cosas que tú no tenías previsto que aparecieran. A veces te emocionas escribiendo —por lo menos en mi caso—, y descubres algo muy interesante: que esa emoción es transmisible. Cuando tú te emocionas escribiendo algo, cuando hay algo que te toca el corazón fuertemente, eso le va a pasar al lector inevitablemente, y cuando haces trampa y es muy rígida y es mentira o lo que estás diciendo es demasiado artificial, se descubre, se sabe, se te ve la costura malvada.

ME: A lo largo de los años, los seguidores de su obra hemos visto a un Carlos Alberto Montaner muy prolífico en el oficio de la escritura, y a veces nos preguntamos: ¿Cómo sería la vida de Carlos Montaner si le estuviera prohibido hacer lo que le gusta, hacer periodismo, escribir y contar historias?

CAM: Sería muy triste. Si yo viviera en Cuba me sentiría muy triste; en cualquier régimen que no pueda escribir lo que yo quiera, hacer lo que quiera, que no pueda hablar. La frase muy bonita de Martí que hablaba de la necesidad de hablar sin hipocresías. Entonces me sentiría muy mal. Para sentirse bien con uno mismo, uno necesita coherencia con lo que se dice, con lo que se piensa, con lo que se cree.

ME: Regresando al tema de la tecnología, nadie hubiera sospechado hace algunos años sobre el enorme impacto que está causando la internet en el mundo. De hecho, en el ámbito literario, el exito de ventas es abrumador. ¿Qué opina sobre la digitalización de los libros?

CAM: Es inevitable. En el siglo XV, hubo una enorme resistencia a la imprenta, un lobbying católico-religioso muy importante, porque los copistas vivían en los conventos y esa era una fuente de ingreso fundamental para la Iglesia. La gente pedía libros y le pagaba a la Iglesia para que los copistas hicieran las copias, y eso de pronto desapareció. Hubo resistencia también de los autores, que pensaban que se perdía la cosa cálida de escribir a mano. Pero se impuso la imprenta porque se tenía que imponer. Yo pasé de la escritura a mano a la computadora. A mí no me gustaba usar la máquina de escribir: yo escribía a mano, le daba mi manuscrito a la secretaria, y entonces ella copiaba. Yo escribía con dos dedos, y así pase a la computadora. Ahora no se me ocurre escribir de otra manera, porque es muy cómodo. Los tiempos en los que podías tomar la obra de un escritor y deducir su proceso creativo se acabaron: ahora haces delete e introduces un párrafo.

ME: Casi al final del libro, la protagonista advierte a su esposo que “hay mil cosas peores que las infidelidades”. ¿Comparte usted este pensamiento?

CAM: Estoy seguro de eso. He conocido hombres y personas absolutamente fieles, pero canallas y malvados. Lo que pasa es que vivimos en un mundo de gran hipocresía, pero la exclusividad sexual es una imposición cultural. No hay ningún elemento real en la naturaleza humana que nos indique que la exclusividad sexual es una tendencia natural de la especie. He visto hombres y mujeres que han tenido relaciones extramatrimoniales sin perder ni la pasión ni el cariño por su pareja, y por supuesto, protegiendo a sus hijos. Hay muchas cosas peores que la infidelidad, como la traición, por ejemplo, o la crueldad emocional. Eso es infinitamente peor que romper el mito de la exclusividad sexual.

ME: Latinoamérica por momentos pareciera ser un tablero de ajedrez, con fichas que se mueven, o las hacen mover. ¿El caudillismo es uno de los males que seguirá aquejando a la región?

CAM: Yo creo que sí, porque la debilidad institucional en América Latina es muy fuerte. Los países no son de leyes e instituciones sino de personalidades dominantes, y eso está en el origen de nuestras debilidades. Países como Estados Unidos, Inglaterra, y otros que han logrado construir una convivencia pública basada en el respeto a la ley y las instituciones son países muchos más fuertes. Contaba en un artículo reciente que en Estados Unidos han muerto ocho personas en la Casa Blanca: cuatro de enfermedades y cuatro asesinados a tiros. No pasó nada. ¿Por qué no paso nada? Porque son países de leyes e instituciones. El vicepresidente ocupa el poder pacíficamente, hay una ceremonia para enterrar al anterior, emiten un sello de correo y aquí no pasó nada. En nuestros países eso sería un estremecimiento tremendo, porque las instituciones y leyes valen muy poco. Por eso cada cierto tiempo viene una catástrofe.

Te cuento una anécdota reciente que me pareció terrible de Venezuela. Hay un joven abogado que estuvo en la cárcel debido a que cometió un fraude. Cuando llega a la cárcel en Caracas se le aparece un tipo y le dice “tu derecho a vivir cuesta 300.000 bolívares mensuales, y el de comer 150.000. Tu derecho a no convertirte en la novia de uno de aquí del grupo es tanto. Así que la familia busca dinero: vende una casa. La novia lo va a ver. Cuando sale de la visita, un oficial le da una tarjeta y le dice que vaya a ver a una persona. Ella lo va a ver y se encuentra con que es un chulo. O trabaja de prostituta o matan al tipo. ¿A quién va a denunciarlo, si la Policía está metida en eso? A mí me pareció que eso es el Estado fallido, donde lo que impera es el gobierno de los matones que están en las calles, que hacen lo que les da la gana con la vida de la gente. Eso me parece el horror de los horrores. Las únicas sociedades en las que vale la pena criar una familia son las sociedades en donde funcionan las instituciones y la ley.

ME: Ha sido usted generosísimo con su tiempo, ha hablado de muchas cosas que contribuirán a conocer más de su obra y su personalidad. Me gustaría finalizar esta entrevista preguntándole cómo le gustaría que lo recuerden.

CAM: Se parece a una pregunta que le hicieron a Julián Marías, el filósofo español, a quien yo he plagiado mucho. Le dijeron: ¿a usted que le gustaría que pusieran en su lápida cuando muera? Él se quedó pensando y dijo una frase muy corta: “Hice lo que pude”. Eso mismo es lo que yo quisiera: que me recordaran como alguien que hizo lo que pudo.

Entrevista publicada originalmente en el Suburbano, Revista Cultural de Miami

sábado, 21 de enero de 2012

Carlos Luis: "Tu amor es casi mío"




Muy pronto, en La Otra Esquina de las Palabras,
concierto del trovador cubano Carlos Luis.
Lo acompañarán los poetas Yosie Crespo y Jesus A. Díaz (Tinito).
Participación especial de Mike Porcel.
Viernes 10 de Febrero, a las 7:00 pm, en el Café Demetrio

Encuentro con cuatro poetas cubanas en La Otra Esquina de las Palabras

                    
     

  
            
           
La Otra Esquina de las Palabras invita a un encuentro con cuatro poetas cubanas:

lectura de poesía a cargo de Uva de Aragón, Amelia del Castillo, Rita Geada y Teresa María Rojas.


Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
305-448-4949
Viernes 27 de enero, a las 7:00 pm



Uva de Aragon nació en La Habana, Cuba. Como narradora, ha publicado "Eternidad" (1972), "Ni verdad ni mentira y otros cuentos" (1976), "No puedo más y otros cuentos" (1989) y "Memoria del silencio" (2002); y como poeta, los cuadernos "Versos de exilio", (1974), "Entresemáforos" (1980), y "Los nombres del amor" (1996). Sus ensayos incluyen "El caimán ante el espejo". "Un ensayo de interpretación de lo cubano" (1993) y "Alfonso Hernández Catá. Un escritor cubano, salmantino y universal" (1996). Sus libros más recientes son "Morir de exilio" (2006) que recoge semblanzas de importantes figuras de la cultura cubana, ya desaparecido, y "Crónicas de la República de Cuba", 1902-1958 ( 2008), un texto en que de forma sintética y balanceada, pasa revista a la historia de Cuba anterior a la Revolución de 1959. Desde hace años, colabora asiduamente en Diario las Américas. Su intensa vida intelectual, incluye haber merecido varios premios literarios en Estados Unidos, Europa, y, muy joven, en su Cuba natal. Es profesora y directora adjunta del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).

Amelia del Castillo nació en Matanzas, Cuba. Poeta, narradora, ensayista. Reside en Miami desde 1960. Ha publicado un libro de narrativa y ocho poemarios, entre los que cabe destacar: "Cauce de tiempo" (Hispanova de Ediciones, Miami, 1981), "Las aristas desnudas" (Editorial Betania, Madrid, 1991), "Géminis deshabitado" (Ediciones Universal, Miami, 1994), "El hambre de la espiga", Ediciones Universal, Miami, 2000) y "Un pedazo de azul para el naufragio" (La Torre de Papel, Coral Gables, 2005). Ha obtenido siete premios Internacionales de poesía y cuento en Salamanca, Madrid, New York y Miami, entre ellos el Cátedra Poética Fray Luis de León (Universidad Pontificia de Salamanca). Finalista (Accécits, Menciones) de los Premios Carmen Conde (Madrid), Letras de Oro (Miami), Mairena (Puerto Rico), Calíoppe y Polimnia (Vizcaya). Su obra aparece en Antologías y publicaciones de Argentina, Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos, México y Uruguay. Varios de sus ensayos han sido traducidos y publicados en inglés, francés e italiano, y los reúne en “Apuntes al vuelo” (inédito), que recoge trabajos presentados en Congresos Nacionales e Internacionales.

Rita Geada nació en Pinar del Río, Cuba. Poeta, ensayista, narradora y profesora de literatura. Graduada en Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Reside en los Estados Unidos, en donde ha tenido por muchos años la cátedra universitaria de literatura en Southern Connecticut State University, New Haven. Ha publicado los libros de poesía: “Y el mar sigue batiendo”  (2004)  “Poemas de New England” (1996), “Esa lluvia de fuego que nos quema” (1988), “Vertizonte” (1980), “Mascarada” (1970), “Cuando cantan las pisadas” (1967), “Ao romper da aurora” (1963), “Desvelado silencio” (1959). Muchos de sus poemas aparecen traducidos al inglés, italiano, portugués y francés en diversas revistas y antologías, entre estas ultimas "Memoria Poéica del Alhambra"y "Poesia Cubana del Siglo XX". Ha recibido el Premio de Poesía Carabela de Oro –Barcelona- 1969 por su poemario Mascarada, la beca Cintas para escritura creativa –Nueva York- 1978/1979 y ha sido galardonada recientemente con el Premio Internacional “Luys Santa Marina-Ciudad de Cieza” en Murcia, España.


Teresa María Rojas nació en La Habana, Cuba. Siendo muy joven actuó en la Televisión Cubana y en la célebre sala de teatro Prometeo, a la cual agradece su formación actoral. Ya en 1958 había representado a Cuba en el Primer Festival de Teatro Iberoamericano, celebrado en México. En la década de 1960, en Venezuela, trabajó en Radio Caracas Televisión hasta que, dos años más tarde, se establece en Estados Unidos, donde ha incursionado en los mundos de la telenovela y el cine. Como actriz, directora y maestra de artes escénicas, su labor ha sido ampliamente reconocida en Cuba, Ecuador, República Dominicana, México, Estados Unidos y España. A lo largo de su intensa carrera ha actuado, producido y dirigido decenas de obras que abarcan tdos los géneros, desde los clásicos hasta el teatro invisible y callejero. En Miami, ciudad que ella considera “mi casa”, ha publicado seis libros de poesía y ha establecido una entrañable relación de trabajo con el Miami Dade College, el cual le confirió el título de Profesora Emérita.

miércoles, 18 de enero de 2012

Este viernes, "Desde el corazón de Irán", de Rafael Cerrato, en La Otra Esquina de las Palabras


La Otra Esquina de las Palabras invita a la presentación del libro Desde el corazón de Irán, del escritor español Rafael Cerrato.

Las palabras de presentación estarán a cargo del profesor y traductor Gabriel Grasselly.

Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
305-448-4949
Viernes 20 de enero, a las 7:00 pm



Rafael Cerrato nació en Córdoba en 1951. Hace más de diez años que vive en San Andrés de la Barca (un pequeño pueblo de los alrededores de Barcelona) en una vieja masía del siglo XVII, cercana a la mágica montaña de Montserrat, de donde, según él, le viene la inspiración.

Cursó estudios de ciencias económicas en la facultad de Málaga. Es escritor de ensayos y narrativa, y un investigador interesado en poner al descubierto, para el gran público, grandes verdades históricas que han sido veladas por las historiografías y son acontecimientos clave para entender nuestro presente.

Apasionado por otras culturas, ha recorrido medio mundo en sus viajes, y conoce a fondo además de España, los países de: Brasil, México, EE.UU., Israel, Turquia, Tunez, Ukrania, Rusia, República Checa, Francia, Portugal, Alemania, Inglaterra, Irlanda y Suiza.

Desde diciembre del 2005 que vio luz su primera obra: "Carta de Fernando Sánchez Dragó", ha publicado: "Lepanto: la batalla inacabada" y “El imperio perdido de los jázaros”; todas ellas firmadas con el seudónimo de Ramiro Ponce del Río. Y es en su última obra publicada: “Desde el corazón de Irán” que el autor firma con su propio nombre Rafael Cerrato, marcando así, un antes y un después en su carrera literaria.

Fotos de la presentación de Magali Alabau y José Triana. Reseñas de Ena Columbié y José Prats Sariol





































                                                              Foto: Lapitu

Dos Mujeres que son muchas

Por Ena Columbié


Hay cierta religiosidad y respeto entre los poetas y amantes de la poesía cuando nombran, o tan solo citan a Ana Ajmátova (1889-1966) máxima figura femenina del Acmeísmo ruso. Hay mucha admiración por su limpieza y claridad en las palabras, y porque su poesía representa la soledad, el sacrificio y el sufrimiento que muy pocos poetas han podido franquear y plasmar. Cuando Magali Alabau escogió abrir su libro Dos mujeres (Betania 2011) con una cita de algunos versos de Ajmátova, Oirás el trueno y te acordarás de mí. /Pensarás: ella quería tormentas. /Los bordes del cielo serán de un intenso color rojo. /Y tu corazón, como entonces, arderá en llamas, estaba preparando al lector para la poesía a la que se enfrentan, y que irremediablemente los marcará para siempre. Sin más regodeos Magali comienza a contar su historia:


Las dos mujeres son la misma


pérfida cara de su exigente


yo envalentonada,


llenando de aire las orejas,


creciendo la pechuga en ese pecho


donde sale la otra, la huérfana que cae


entre las piedras que dejan cruzar hacia el peligro.


Una levanta el brazo en casi aquel un saludo conocido,


la otra, camina insegura hacia la guerra.


Es cierto que hay cierto parentesco entre esta poesía de Ana Ajmátova y la de Alabau; pero también lo hay con la poesía de Marina Tsvetáyeva (1894 - 1941). Se desliza la cubana por los pasillos de la intransigencia y valentía de las rusas, incluso con más independencia. Comodidad pocas veces vista en una poeta caribeña. Es que las grandes voces por lo regular tienen una conexión inexorable en el manejo de la lírica, el estilo, las temáticas y mensajes. Dice Marina Tsvetáyeva¡Insomnio, amigo mío!/ Otra vez tu mano./ Mientras alzo mi copa/ te encuentro en la callada,/ en la sonora noche. Alabau responde, Qué importa si duermo al otro lado del perfil de la luna que invita/ desajustes, qué importa si me quedo esperando al monstruo/ que no llega, a la vieja profecía de identidad y trance/ que pude cultivar en ratos lúcidos, deslumbrantes ojeras.


Las mujeres del poemario en realidad no son dos, sino muchas, todas las que habitan a Magali, y otras que han pasado dejando marcas de las que no puede desprenderse, Tú y ella/ empujan el deseo/ que desliza la palma/ de mi mano a tu cintura… Alabau en su afán de esclarecer las escenas del dolor, salta de la segunda a la primera persona del singular entremezclándolas, dándole al lector una forma sutil, poética, pero real de ese dolor, logrando la expurgación con el propio examen de conciencia,

Me deja.


Me abandona.


¿Y quién defenderá


el honor de los ocasos perdidos?


¿Qué tranquila desolación


inventarás para pintar


el panorama al que no entras?


Allá están los otros


los que no callaron al verdugo


con sus lágrimas caducas


aprendidas en la escuela.


A ellos les tocó el duro viaje


de la barca en el estanque.


No hables,


no retoques la miseria,


aquellos no imaginan otro mundo…


Hay un movimiento constante de desencuentros y retornos. No es precisamente un medio estático en el que coloca Magali a sus mujeres, a ella misma. Y lo que las unen no son meros hilos que la escritora puede mover a su antojo, son los tormentosos recuerdos que rebeldes pasan a gran velocidad dentro de un fluir constante. La “narradora espejo” no es un juez detenido, ni un tradicional contador de cuentos, su omnisciencia va más allá de sólo ser una parte, es también el todo. Son ellas en sí mismas los propios círculos concéntricos que giran armando historias; cada una es esencial, porque son esencia única de lo que se dice y calla.

Olvidar cuando planeamos


la muerte de los otros,


cuando caminamos con pesar


machacando las piedras


del camino,


cuando un solo pensamiento


hubiese cambiado el rumbo


del destino de otros.


Los tres núcleos que conforman Dos Mujeres: Al espejo vuelves, La más heroica de las amazonas y Adioses diferentes, es la espiral por la que transita esta poeta amplia y peliaguda. Ellos tres marcan los respiros que se suceden desde el punto de partida del libro, hasta el regreso a ese mismo punto luego de terminado el ciclo. También sirven como sosiego para ese largo soliloquio frente al espejo, frente a la vida, donde la poeta está sumergida contando su discurrir. Al final la despedida, el desarraigo de sí misma.

Al verde te esfumas,


te recoge la menta


en sus brazos aletas,


pasajera inútil


devuelta a sus orígenes,


qué hago sosteniéndote


si no me perteneces.


Este libro se nota que está hecho de a poco, bien pensado y cincelado como una escultura, muy meditado para luego, expulsarlo en un trance doloroso y febril. Imagino que escrito sin interrupción hasta el agotamiento. Igual pasa con la lectura del poemario, es una carrera continuada para poder saborear todos los matices, los colores, las temperaturas. El lector concluye exhausto; pero indudablemente con un cambio interior profundo. Dos Mujeres es un libro acabado, uno de los más impresionantes de los que he leído en mucho tiempo.


Cortesía: El Exégeta


José Triana, Orfeo en sus espejos

Por José Prats Sariol

A sus ochenta años, José Triana exhibe su estirpe de dramaturgo. Los circuitos culturales reconocen que sus obras teatrales —encabezadas por La noche de los asesinos— se hallan entre las más relevantes dentro de las escritas y representadas en el mundo de habla hispana de las últimas seis décadas.


Ignorar su teatro forma un pleonasmo: es de ignorantes. Pero, ¿cuántos saben que junto a esa justa fama siempre ha estado la escritura de poemas? Yo mismo confieso mi pleonasmo. Era como en el romance: un "pobre ciego que no ve". Había leído algunos poemas por ahí y por allá, año sí año no. Admiraba su sensibilidad artística, pero apenas me entero por estos dos volúmenes de que Pepe Triana siempre, desde la adolescencia hasta mañana por la tarde, ha escrito poemas.

Gracias a esta amplia "antología personal", casi ordenada cronológicamente, podemos potenciar las valoraciones sobre este escritor cubano exiliado en París, establecer curiosos vasos comunicantes, sin géneros literarios establecidos como zonas impermeables. Y al cabo de la lectura, en los apuntes previos a la redacción de este primer acercamiento, lanzar una hipótesis: quizás los más intensos parlamentos de sus obras teatrales sean poemas, quizás los mejores poemas sean escenas dramáticas.

Intentaré fundamentar la idea, en la inteligencia de que hacerlo forma parte de ese raro, extraño placer de formar evidencias. Porque no se trata del narrador, ensayista o dramaturgo que además, como de pasada, escribió uno que otro poema, curiosidades para biógrafos. Es un ejemplo similar al de Virgilio Piñera —su vigoroso precursor— y único hasta nuestros días para los dramaturgos, dentro de la literatura escrita por cubanos. Es un quehacer tan fuerte como el de Dámaso Alonso con Hijos de la ira o como fuera la fotografía para Juan Rulfo. Nada que deplorar, lo que sí nos ocurre con los supuestos "poemas" de Alejo Carpentier, Julio Cortázar y tantos otros.

Ese "don" es lírico. Nunca épico. Pero sí —intensificándolo— muy dramático. Desde esta señal vale añadir que solo con Orfeo en la ciudad (2001) José Triana tiene asegurado —aunque no hubiese escrito otros poemas— un territorio en el canon de la poesía contemporánea en español. Y por supuesto que incluyo la escrita por cubanos, en particular sus coetáneos: Heberto Padilla, Fayad Jamís, Francisco de Oraá…

Orfeo en la ciudad quizás sea la más fuerte evidencia de esa sesgadura estilística lograda por la dramatización: la puesta en escena como relación entre el motivo del poema, las voces que allí se despliegan, el autor desdoblado, los ritos órficos, los paisajes anímicos y desde luego que las sucesivas persianas o hendijas que se le entreabren al lector.

Maestro de los claroscuros, urdidor de luces tenebrosas, indiscreto testigo de sí mismo, las combinaciones verbales y los saltos entre las referencias saben sugerir cimas y simas, precipicios ontológicos desde su escepticismo, y picachos éticos desde su inquebrantable dignidad personal. Cualificada rabiosamente por el cariño al "otro", que busca y a veces encuentra hasta al extraño —extranjero dentro de su altiplanicie anímica.

Extenso memorial, Orfeo en la ciudad también —y muy bien— resume la singularidad que apenas esbozo —a reserva de un ensayo caracterizador—, presidida por la presencia lírica de la primera persona. Además de proyectar su "angustia de las influencias" y resolverla en homenajes, sabias asimilaciones, como se disfruta —un solo ejemplo— en el musical uso del encabalgamiento y de las pausas al interior de los endecasílabos, aun en los versos libres.

Quizás la influencia decisiva se halle —sutilmente— en su amoroso conocimiento de la poesía española de los llamados Siglos de Oro, que culmina en Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Calderón... Sobre todo los dos últimos, poetas-dramaturgos o a la inversa. Resulta placentero descubrir en algunos de sus versos o en la composición del poema las fértiles raíces de aquellos gigantes. "Esbozos de un esbozo que ensombrece" —como declara en un endecasílabo de una estrofa donde modula, nunca define, su poética.

"Ni soy Orfeo ni Eurídice trémula,/ viejas parábolas y subterfugios,/ figuraciones concisas y rápidas/ de la impostura y del desasosiego" —afirma en la estrofa que precede el increscendo, urdido como en los últimos minutos de un filme de Visconti, donde el espectador prevé el clamor que lo impele a quedar pensativo, imaginando… O como en las tragedias de Eurípides y el teatro de Camus, como en Muerte sin fin de José Gorostiza, donde no por previsibles los versos se aciclonan con Shakespeare, arrasan con las digresiones, concentran el interés.

Porque el signo distintivo de los poemas de José Triana —de ahí Lope y Calderón, de ahí, claro está, Virgilio Piñera— se halla plausiblemente en su preciso, profesional sentido —que desde luego no excluye intuiciones— del arte teatral. Logra que el lector se "represente" el texto. Logra que veamos y oigamos, caminemos junto a uno de sus recuerdos de La Habana Vieja o de Bayamo, de un cumpleaños o de un "oscuro enigma", siempre de un "sí mismo" que elude escabullirse, esconderse tras la impersonalidad de un "se" o de una tercera persona. Siempre interactuando.

En Golpe de sombra —una de sus primeras colecciones de poemas (1969)— incluye uno que argumenta desde hace por lo menos cuatro largas décadas, la afirmación del sesgo dramático. Se titula "Dictado de Lope y Quevedo". Es un soneto cuyo verso final abre el centro existencial. Dice: "rastrearemos la sombra de la sombra". El detalle está en que se lo dice a la personificación del poema. Pura prosopopeya. Puro desdoblamiento. Manierismo y escepticismo que se funden.

Porque José Triana —a diferencia de otros escritores— jamás se ha dejado tentar por mesianismos o creencias facilistas. Agnóstico y escéptico, a veces melancólico, su centro espiritual y filosófico parece sólo interesarse en la ética. Una ética sin prejuicios, pero que desdeña cualquier tufo oportunista o falta de honradez, de autenticidad. En un poema juvenil dedicado a Enrique Piñeiro (18 entre los "Poemas finales", De la madera de los sueños, 1956-7) afirma: "Estoy a la intemperie, y a la intemperie siento / que debo prepararme / a morir simplemente y sin disfraces".

Sus certezas privilegian las dudas, a partir de la conciencia —Nietzsche, Heidegger…— de que no somos dioses, como confiesa en uno de los mejores sonetos: "Teseo y el Minotauro". Y reafirma una y otra vez —casi obsesivamente— en otros poemas fuertes: "Instante" ("Todo lo que me agobia se concentra/ en ti, mortal angustia, y sobrenado/ vanamente vestido de perplejos."); "Ante el espejo" ("…Quién, quién asume / el desastre, o debacle, quién, Dios mío…"); "Como un sombrío mapa", "Junto al templo de escarcha" o "Hölderlin en su celda", dedicado a Gastón Baquero, con quien tantas afinidades poéticas tiene, a partir de priorizar arrogantemente —¿por qué no?— su espacio privado, la polis de sus afectos y lecturas.

De ahí que dé "Vueltas al espejo". De ahí que le interese más el trayecto que la detención. "No somos dueños de nosotros, sólo/ un espejismo que atraviesa edades" —dice en "Identidad". Y en efecto, la aventura ontológica deviene, fluye presocráticamente, aunque no sepa —sepamos— si se trata de "dar a la mar", como en Jorge Manrique, del sentido budista o de la resurrección cristiana. Lo significativo es que no debe confundirse con un sentido pesimista de la vida, mucho menos amargado o quejoso. Sería demasiado simple —hasta marxista— confundir su lucidez existencial con el abatimiento.

Exaltar la fugacidad remite a Epicuro. Disfruta los instantes donde quiera que estén. Lo que sucede es que casi nunca se engaña, como leemos en "Visiones de Key West", donde permanece Juana Borrero y el cercano salitre de Cuba. Si algo ensalza es el "Gozo de ser", quizás porque lo sabe de sombras revoloteando como las brujas de Michelet, tasajeado por el implacable bisturí de Samuel Beckett.

Hace mucho tiempo una tía le anunció: "Prepárate a morir con tus palabras". La paradoja se ha cumplido: Prepárate a vivir con tus palabras, que esta compilación potencia y tonifica. Las melancolías no son el "Colofón", porque dicen: "Todo me acerca a lo imposible". Y aquí en los mejores poemas es posible tu espejo.

¿Y entonces? Se abre el telón de boca. Lezama se asoma al balcón-ventana de Trocadero. Te busca en la noche hacia el Paseo del Prado. Orfeo funda la ciudad.

Cortesía: Diario de Cuba

martes, 17 de enero de 2012

Fotos de la presentación del libro "De un tiempo deslumbrado". Reseña de Luis de la Paz




























De un tiempo deslumbrado

Por Luis de la Paz

Hace algún tiempo, cuando reseñé Ínsula del cosmos, el primer poemario publicado por Alejandro Fonseca en el exilio, señalaba a su autor como una de las voces que con más vigor enriquecían el entorno cultural de Miami. En su poesía había (en definitiva, hay) una elaborada sencillez expresiva que me atraía. Años después, en La náusea en el espejo, volví a experimentar la confianza de estar leyendo a un buen poeta. Y un poeta verdadero es aquel que continúa con tenacidad y dedicación su labor creativa; es aquel cuya forma de decir, el lector es capaz de identificar y reconocer. En Fonseca, creo hallar todas esas virtudes que lo distinguen por encima del resto de sus contemporáneos.


No deja de ser curioso que su más reciente entrega, De un tiempo deslumbrado (Editorial Silueta, 2011), que constituye una antología personal, lleve como título, el de un poema (por cierto uno de los mejores) de La náusea en el espejo, poemario escrito y publicado en el exilio. En ese poema (ahora de dimensión titular) el autor afronta la difícil realidad del emigrado, que examina dos contextos, dos realidades indisolubles: “Pero soy el que siempre regresa/ tanteando con furor el borde de una Isla./ Soy el que no ha podido alejarse”.

En el prólogo, la escritora y funcionaria cubana Lourdes González Herrero valora también esa conexión de realidades, cuando sentencia: “tenemos que en esta antología, resumen de sus seis poemarios éditos, todo está conectado”. En la poesía de Alejandro Fonseca (y no hay nada más preciso para valorarlo que este libro que recoge poemas publicados en los ochenta hasta el presente), hay un constante enlace, un permanente vínculo con su pasado insular (que es también su presente) que indudablemente gravita con energía en los poemas escritos en el exilio. “Entre los  escombros de una época/ fueron sitiados nuestros jóvenes deseos”.


Aunque los poemas no están fechados y no se especifica a qué libro pertenecen, hay textos, presumiblemente escritos en Cuba, en los que se aprecia una sutil y dolorosa desesperanza, mientras que en los del exilio, a pesar de la significación devastadora que plantea el desarraigo, la voz del poeta se hace más intensa, crece.

Esta antología es el mejor ejemplo de esa intención, de esa imperiosa necesidad de no deslindarse del pasado. El unir lo que estaba disperso en distintos libros, para dejar que crezcan sus dos realidades en una misma pieza, y que el lector no tenga dudas de su indisoluble relación. La poesía de Alejandro Fonseca es vivencial, por eso en sus versos la presencia del mar, una calle, su ciudad, Holguín, un árbol, la familia, el entorno, adquieren una proyección existencial. En uno de los poemas expresa: “De nuevo sueño con el paisaje de provincias:/ me veo entre la neblina y el agua y la yerba al cuello”. La prologuista resume esas inquietudes cuando apunta: “Desde muy joven [Fonseca] pasa horas enteras escrutando los planos artificiales del día, le interesa tanto la piel de un maniquí como el gesto de un héroe, sabe que en cada detalle de lo que observa hay un indicio...”.

Cortesía: La Revista del Diario