Puente entre dos religiones
Por Carmen Graciela Díaz
Una obra artística puede ser todo… desde el espejo o la antítesis de su creador hasta la embajadora de una nación. Una mirada al templo bahá'í, en el monte Carmelo, bastó para que el investigador español Rafael Cerrato Salas se volcara en un recuento de esa religión. La sorpresa de Cerrato ante tal hallazgo, mientras paseaba por Haifa, una ciudad del norte de Israel, no cesa de dibujarse en su rostro cuando repasa la desembocadura de su último libro.
“Tuve la sensación, cuando vi el templo en el monte Carmelo, de que cuando hay una obra arquitectónica tan impresionante no puede ser algo banal”, rememoró Cerrato con la ilusión en su mirada durante una vertiginosa visita a Puerto Rico convidado por la Comunidad Bahá'í de Puerto Rico.
El sobresalto ante la estructura, repasó, vino con una pregunta: “Si es importante, ¿por qué es desconocido?”. La interrogante no murió, sino que le acompañó hasta su tierra, provocando la investigación que engendró su flamante libro “Desde el corazón de Irán”.
Aunque haga un guiño, no muchos saben qué implica ser un bahá'í. Es una religión y estilo de vida con un cuerpo social que, entre sus preceptos, considera la humanidad como “una sola raza”. De aquellos orígenes en Persia (hoy, Irán) en el 1844, de la mano de su fundador Báhá'u'lláh (1817-1892), la peregrinación hacia el presente ha legado más de seis millones de creyentes en el mundo, según información de la Sede Bahá'í de Puerto Rico.
Esas enseñanzas universales capturaron irremediablemente a Cerrato, quien profesa el catolicismo romano. Sin ningún conflicto, al hombre de voz pausada, nacido en el sur de España, en Córdoba, le tomó dos años tener el producto finalizado. Empuñando sus espejuelos, Cerrato declaró que contrario a ser un trayecto espinoso, armonizar las dos religiones para destapar el credo bahá'í fue “fácil” porque la investigación le develó una fe nutrida de principios similares a “la doctrina social actual de la Iglesia Católica” -citando creencias como “la emancipación de la mujer”-, aunque éstas se diferencien en dogmas.
Los libros y las personas que abordó durante su estudio viabilizaron que Cerrato interpretara la fe bahá'í como una religión que, lejos de estar anclada en el pasado, “tiene vista a un futuro, con vista a las necesidades de fomentar cada vez más la educación como un sistema necesario, de que hay que estudiar mecanismos para comunicarse más. Es una conciencia social, religiosa, filosófica, que nace a principios del siglo XIX, pero con visión para el siglo XXI”.
Otro de los aspectos que atrajo a Cerrato es la persecución que sufren los miembros de esta minoría religiosa en Irán. La intolerancia se ha manifestado desde amenazas hasta miles de muertes, denunció con atisbos de repudio. El estudioso opina -a grandes rasgos- que esos ataques se deben a “que la religión bahá'í le puede quitar mucha influencia al clero chií en Irán”.
Pero Cerrato entiende que las contestaciones a coyunturas que sudan odio residen en no limitarse al discurso de los gobernantes de “tender un puente” entre el mundo occidental y el oriental, sino en que los políticos comprendan “que ese puente ya existe” y que no es necesario buscarlo “en grandes congresos”. Propuso que el remedio consiste “en tratar de que la gente conozca esto (la doctrina bahá'í) por una parte u otra, y a través de ahí se puede encauzar un camino”.
Detrás de las páginas
Cerrato se formó en Economía, aunque la vida sacudió su cotidianidad para conducirle a la historia. “Tuve una época de trabajo empresarial y después, por suerte, un día le pude dar un cambio a mi vida, y entonces una de mis aficiones secretas era ésta”, contó con una sonrisa de satisfacción. Mira el pasado tiernamente, especialmente al rememorar la timidez de su primera entrega hasta el presente con una faena constante dentro de las sombras históricas.
Escribió sus anteriores obras bajo el seudónimo Ramiro Ponce del Río, según él, ante las críticas que lanzó en su primer libro, “Carta de Fernando Sánchez Dragó”, a los “fantaseadores del Código Da Vinci”. No obstante, ese nombre ya no tiene sentido para Cerrato. “Tengo una propuesta para reeditar aquellos libros y actualizarlos, pero con mi nombre”, informó sin descartar otro seudónimo. “Hombre, no sé si algún día hago algo que sea muy escandaloso”, manifestó entre risas, quien espera publicar próximamente una biografía sobre el científico Celestino Mutis.
Cerrato hizo votos con la no ficción porque “hay tantos detalles interesantísimos de la historia por descubrir, pero que pasan desapercibidos porque nadie ha querido profundizar sobre ellos”. Como caballero de lo desconocido, el investigador parte de Puerto Rico con el anhelo de despertar curiosidad sobre la fe bahá'í. Se despidió deseando que su trabajo aporte a que el mundo sea “un poco mejor”.
Artículo original en el sitio web
El NuevoDia.com
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