ELOGIO DEL PAYASO
como dulce
relámpago donde asir la esperanza.
Que no deje
de desbordarse tu mueca:
único tigre
curándonos la fiebre.
Y que siga
la función, señor, que siga;
que al
menos, esta noche,
Dios
estrangule su pesadilla-puede en tu noche restaurar
su
omnipotencia-.
Nosotros:
solsticio sin rotación. Adentro, bien adentro:
tripas de tu
pirueta. Alegres, (¡más
alegres!):
esta noche
nos ha
devuelto un dedo
el cadáver
que nos crece en el archivo.
Por eso
brinque, señor, brinque, a carcajadas,
en lo más
mono
de lo humano:
extraviada
estatuilla,
hallazgo de la inocencia.
Reconozcamos
que el ser es eso (sólo eso):
alazán que
canta, que delira, cruzando
las nubes.
Y monee otra
vez, señor, monee,
pues todo ha
sido un fraude,
oscura urna
que nos hizo un
(
).
¡Mentira!
Nunca fuimos Historia:
decapitada, histérica guillotina de
la Historia.
Que sólo
ahora existe un retorno
a nuestra
porción de hierba.
Pero siga la
función, señor, siga;
afirmemos
que la vida es eso (sólo eso):
un circo
eternamente abierto.
Y danos otra
oportunidad.
“¡Que, por
una noche, este rostro
sea su
pirueta!”
Comprenda,
nos urge deshabitar el ayuno,
todo ese
calendario de agonía,
en que
entontecimos aplaudiendo al caudillo.
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