Póster: Blog Grafoscopio, de Rita Martín
Por Reinaldo García Ramos
Cuando hace dos años
nuestro amigo Joaquín Gálvez publicó su poemario El viaje de los elegidos,
me pidió que dijera unas palabras para presentarlo, y yo accedí con gusto. En
un breve texto que escribí para esa ocasión traté de expresar lo que en mi
opinión era el tema más sobresaliente de esos poemas, a saber: "el viaje
como metáfora de la existencia, como símbolo del transcurso metafísico que
constituye toda vida". Y al comparar esos textos con los de Alguien
canta en la resaca (su primer libro, publicado en el año 2000), dije en mi
presentación que "la voz del poeta ha adquirido una coloración más
irónica, más escéptica, y al mismo tiempo más convencida, más austera y
directa".
En El viaje de los
elegidos los lectores captaban enseguida esa unidad de intención y de tono.
Los poemas de ese libro habían sido "gestados", según el propio
Joaquín, en "corto tiempo, entre el 2000 y el 2002". Eso lo señaló el
propio poeta en una entrevista publicada en julio de 2005, (1) en que añadió:
"es ésta, sin duda, la razón por la que logro una cohesión temática y
formal. (…) Este es un libro cuyo territorio existencial no es ningún lugar
geográfico en específico y, aunque está permeado por la temporalidad, busca
trascender la misma".
Han pasado dos años
desde entonces. En Trilogía del paria, el libro que acaba de publicar,
Gálvez vuelve a situarnos en ese viaje difícil del cuerpo y del alma que había
descrito en su poemario anterior, pero en mi opinión ya no busca presentarlo
como una experiencia unitaria o coherente, sino como el resumen de una serie de
episodios inconexos. Ahora lo que hace es un resumen sobresaltado, pues en cada
una de las tres partes en que se divide este poemario las coordenadas
geográficas y anímicas que dan lugar al poema cambian, se superponen como
contrastes o rupturas.
En este libro se
agrupan textos escritos en un período prolongado de 21 años (1985 a 2006), y
por eso el autor sabía que no podía buscar una unidad convencional de temas o
de tonos, sino limitarse a pasar balance, con cierta humildad, a sus estados de
ánimo en ese largo tiempo. Y ahora nos ofrece ese legado como quien muestra un
álbum de imágenes que podrían resultar contradictorias, pero que siempre serán
auténticas. Los textos abarcan, como dije, 21 años de labor, y marcan el
itinerario del poeta por tres sitios muy distintos: La Habana, donde nació y
vivió hasta sus 24 años; Nueva Jersey, donde pasó los primeros años de su
exilio; y Miami, donde actualmente reside. Enfrentado en cada uno de esos
sitios a circunstancias que se oponen de diversos modos a su vocación de
escritor, Gálvez ha ido adoptando diferentes estrategias expresivas para seguir
adelante, y este conjunto de poemas sirve de ilustración a ese proceso.
El elegido ha visto
ahora su identidad con más precisión, y se nos presenta como un paria, lo cual
en muchos aspectos equivale a decir una persona innecesaria o despreciada, un
apestado. ¿Hay contradicción? No lo creo; por lo menos no la hay en términos de
síntesis poética: porque el elegido era también, y lo fue siempre, un paria. El
viaje del elegido conservaba ciertas ilusiones y esperanzas, pero ocurría en el
mismo universo en que ahora transcurren los días del paria: un mundo
utilitario, comercializado, donde la labor del poeta se realiza a
contracorriente. Gálvez sabe que es un elegido, porque tiene el don de la
palabra y la imaginación, pero sabe también que es un paria, es decir,
simplemente un artista que lucha por sobrevivir y hacer su obra en condiciones
adversas.
En las tres ciudades
que este libro recorre, el paria nos muestra las dimensiones de esa lucha. En
La Habana se describe a sí mismo como "un esquimal en los trópicos";
en Nueva Jersey recuerda al país dejado atrás, "donde la libertad reparte
un universo de cuatro paredes", y afirma que es "un hijo bastardo de
Norteamérica"; y en Miami, por último, nos dice: "yo soy el pistolero
invisible, el vikingo tropical". En cada ciudad, por distintas vías y
razones, siente su presencia como un hecho discordante.
Para concluir, baste
con señalar que la única aceptación posible, el único espacio en que el paria y
el elegido pueden sentirse plenamente recibidos, radica en el poema mismo, en
la honestidad con que ese texto se ha escrito y la sensación intangible de
liberación que su mensaje aporta. Por eso considero que este libro, Trilogía
del paria, es una honrosa prueba de tenacidad creativa, pero también de fe
en la palabra y su poder redentor. Con este poemario, el autor nos demuestra
que no claudicó, que sus fuerzas interiores nunca lo abandonaron. Y es él, en
definitiva, quien ha vencido.
(1) "Cinco
preguntas a Joaquín Gálvez" por Luis de la Paz, Diario las Américas, julio
31 de 2005.
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