martes, 1 de enero de 2013

Un poema de Joaquín Gálvez


 
Imitación del ave Fénix

Para Mike Porcel, por su canción Diario


No tuve que ser el condenado de la última cena

para que el beso de Judas me encontrara.

Fui el fugitivo de un abrazo

que se fue convirtiendo en etéreo puñal.

Nunca pude imitar a un ángel -ni siquiera a un santo-,

pero compartí mi pan (mi único pan) con mis hermanos.

No necesité un camino a Damasco para que mudase

de credo y de nombre,

pues siempre una estrella confabuló contra mi juicio final.


Amé a una mujer, amé a otra mujer, amé a una única mujer

(a la manera de un hombre, menos certera que la de un animal).

Tuve enemigos por culpa de la luz con que pude hacer el bien.

No soy un ganador ni tampoco un perdedor:

                                     bajo las cenizas

me aguardan otras alas

                                    hacia donde volar.

 

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