lunes, 13 de agosto de 2012

Cuatro poemas de Francisco Larios





destino del poeta acongojado

no le sedujo la entraña

de cóleras feroces

no quiso escarnios amargos

sin descanso;


supo hirsuto el territorio de la herencia:

piel vaciada y máscara ritual;

en el resuello del venaje seco, rumores.


            No escogió su suerte, amar

evanescente la sospecha,

perpleja la saeta,

el secreto; la libación, la conjetura

la puerta, el orificio, el jadeo en las

malezas, el vapor


No tuvo culpa ni mérito, fue

una maniobra más, un deus ex machina --o un

infortunado coincidente


             En el magnífico caos, una manera más

de manar, de romper la falsa costra del destello

y exhibir en todo su vigor

el corazón.


sobre la noche de los tiempos

¿cómo llegamos a olvidar el inicio?

¿qué conversación dejó de fuera la fecha de llegada?

¿no fue siempre sorprendente estar aquí?

¿quién rompió la cadena, el círculo?

¿qué maldad fracturó de tal manera la memoria?

¿qué indiferencia un día ignoró la anécdota del padre?

¿qué padre quiso esconder, y qué escondía?

¿qué causa de orfandad es ésta?


sonidos antes del poema

un temblor desde el centro de la tierra


un ejército de

roncas

ondas

avanzando,


            fe de superficies,

rastro

de piedras trituradas.


            Tiene voz la oscuridad.


cálculo de probabilidades

una araña entre diez mariposas


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