Nota del editor
En el año 2005, a raíz del 25 aniversario del éxodo de Mariel, fui invitado a participar, junto a varios escritores y artistas de Miami, en La Rebambaramba, un evento cultural auspiciado por el Centro Literario de la Florida de Miami Dade College. Con el fin de rendirle homenaje a este acontecimiento histórico, la palabra mar fue elegida para que cada uno de los participantes creara una pieza en torno a la misma. Confieso que es el único poema que he escrito por encargo, aunque la experiencia no me es ajena. Únicamente por esa razón fue que pude escribirlo. Han pasado cinco años y ahora se cumplen 30 años del éxodo de Mariel. Una vez más, mi poema.
DE OTRA SEMBLANZA DEL MAR
Yo quise ser el escribano de la ruta azul de tu mirada.
Poner mi voz al servicio de la leyenda
que en tu silencio yace.
Convertirme así en pescador de la música
que incuba tus entrañas.
Yo quise obsequiarle tu memoria a mis coetáneos,
erigiendo, con mi canto, tu merecida estatua.
Recrear la huella que resplandece en el Egeo,
el rumbo que le negaste a esas tres carabelas
para que naciera, muriendo, el reino del otro mundo.
Y quise evocar el cofre de aventuras que sólo tú le arrebataste
a Francis Drake,
y, por supuesto, a esos ciudadanos míticos de tus jornadas:
el pez de oro, las sirenas,
Poseidón, Yemayá, y la fe de un hombre caminando firmemente
por tus aguas…
Y quise describir la danza de los arrecifes
bajo los pies de mi infancia,
todo lo que poseí de ti en aquella habitación que, entre sus piernas,
me ofreció una muchacha.
Y quise, en fin, escribir el poema que nos atara perpetuamente
al peso de esa Isla.
Mas me tocó vivir el tiempo de la barbarie,
de las deserciones
y de la oscura brújula del éxodo,
conjurando la complicidad de tus hombros.
El tiempo de los que partieron
para amanecer, cada día, con la Patria a cuestas.
¡Tu ruta es ahora la tumba de los que a su sueño
nunca llegaron!
Yo quise ser el escribano de la ruta azul de tu mirada
(desde la primera célula,
hasta ese instante en que nos intercambiamos las manos).
Pero el encanto tuvo la duración del castillo de arena.
Y hoy sólo puedo legarte esta escritura de paria:
condenado estoy a la otra orilla donde te falte.
El horizonte ha sido mi verdadera casa.
2 comentarios:
Excelente txto hermano.
Gracias por leerlo, Ad.
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