miércoles, 13 de enero de 2010

Un cuento de Susana Della Latta



TRAVESIA DE GIORGIO URBINO

La historia de Giorgio es simple.
Cuando cayó il Ducce, su hermana Catalina, consiguió salir de Udine en barco. Desembarcó en Boston con marido, primos y dos hijas, y se movió a Canadá.
Ya instalada en la ciudad de Windsor, comenzó a enviarle cartas a su hermano. En ellas le describía la flacidez de los lagos del Norte, las interminables extensiones de tierra invitándolos. Giorgio tenía que mover el cuerpo de lugar. Sólo eso.
De no haber sido por su temperamental manera de enfrentar decisiones, instalado en Windsor estaría hablando inglés, después de todo.
Pero no.
Era el año 1944, tenía 20 años. La situación empeoraba en Italia y entonces Giorgio logró esconderse en un barco de carga que se dirigía a “la América”. En su corazón: del Norte.
Días y días navegando cuando por fin estira sus piernas en tierra rioplatense.
¿ma come?
Lo de Giorgio es cosa simple. Se equivocó de barco. 45 años mas tarde tomaría una decisión al respecto.
Mientras tanto, en su pintoresco lapso de existencia, aprendió español, contrajo matrimonio, crió tres hijos, fue empleado en los ferrocarriles del sur de Buenos Aires, compró varias bicicletas y siempre abrió cartas de Catalina, especialmente para el Natale.
Nada más simple que esto. Giorgio esperaba algún día acomodarse en esta vida extraña.
Esperó y esperó.
Debido al alzhéimer y sus 65 años, Catalina viajó en avión para reunirse con su hermano. La mujer se oponía, sus hijos no opinaban, vecinos, amigos y trabajadores del ferrocarril no entendieron por qué Catalina, de madrugada, sacó en silencio a Giorgio de su cama y lo llevo de vuelta a Friuli.

Al cruzar el Adriático, el barco pellizcó un torpedo alemán que flotaba a la deriva desde hacia 7 décadas. La cabeza de Catalina fue encontrada en un mantel del camarote. La cabeza de Giorgio Urbino, bogó durante meses sobre el mar, hasta tocar el puerto de La Boca.
Si se observa con detenimiento, es esa malograda esfera que aparece a la izquierda, en aquel lienzo de Quinquela Martin.


Susana Della Latta (Buenos Aires). Escritora y artista plástica. Traductora. Tiene inéditos los libros Sin alquimia (poesía, 2005-2007) y Ojo de Pez (relatos, 2007-2008). Radica en los Estados Unidos desde 1987. Da clases de español, historia del arte y pintura.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto el cuento Susana, breve pero muy bien contado y con mucho sentimiento.

Anónimo dijo...

Muy buen cuento. Felicidades, Susana.

Anónimo dijo...

Me gustan los cuentos cortos de Susana, muy buena dinamica. Te deseo el mayor exito.