jueves, 21 de enero de 2010

Heriberto Mora: Puente hacia la claridad

Desde la semilla

La Reina del hilo

Atelier

De la profunda sencillez del amor

Dentro de los pintores de su generación —la llamada generación del noventa—, la obra del pintor cubano Heriberto Mora constituye el mejor ejemplo de búsqueda metafísica, en la que la mirada del espectador tiene que trascender lo meramente físico para indagar en las interioridades de lo humano. Para ello, Mora se ha valido de una serie de influencias que han marcado su formación artística y humana. Y dentro de esas influencias destacan las fuentes gnoseológicas de las grandes religiones, sobre todo la cristiana y las del oriente, ya sea el hinduismo o el budismo.

El viaje metafísico de Mora —ese camino por el que nos conduce su mano de pintor— ha mostrado también las estaciones del viaje, que no son más que sus propias mutaciones ontológicas, esa metamorfosis espiritual e intelectual de la que nos dan testimonio sus telas y óleos. De este modo, Mora nos invita a entrar en otra estación de su labor creativa, es decir, nos obsequia en esta ocasión un puente hacia la claridad para cruzar los abismos del viaje, para llegar a la otra orilla, donde nos aguarda ese invisible esplendor que habita en todo espíritu humano.

El pintor, amante de esos colores que bucean en los recovecos del espíritu, como ocre, tierra, gris, etcétera, apela ahora a tonalidades más intensas: rojo, verde, azul. Pero este nuevo empleo de los colores tiene, sin lugar a dudas, el propósito de reafirmar su mensaje temático: los colores como instrumentos simbólicos para trasmitir esperanza, inocencia, alegría, amor, paz, unidad humana.

Mora se siente ciudadano de esa aldea global de la que habla Marshall McLuhan, y esa aldea postmoderna lleva el peso de su mirada artística a través de los medios masivos de comunicación, ya sea la televisión o internet. La globalización de Mora es también espiritual, como fue la de Jesucristo, inspirador de una religión global. Por eso, el pintor cubano, en su peregrinaje, no puede limitarse a loar lo silenciosamente feliz de una región, como lo hizo Chagall con su aldea rusa, aunque a ambos los une el mismo anhelo.

El compromiso humano del pintor con su aldea, que es el mundo, lo lleva a desparramar semillas en busca del fruto de la inocencia y la esperanza, donde los colores son multitudes que sostienen un caballete —acaso el mundo, la creación—, mientras dos niños lo hacen con una flor, esa esperanza que le sirve de alimento. De nuevo, como una reafirmación de su estilo, hace su aparición el elemento rústico, en este caso con los carreteles de hilo y el hilar, como principio de la creación. Cada hilo simboliza la diversidad humana por medio de un color.

Lo humanamente dual, ese contrapunto al que tiene acostumbrado el pintor, resalta en uno de sus lienzos, en el que un proyector lanza una luz en la que aparece el icono de La virgen y el niño, de Vladimir, como representación de la dualidad humana. Aquí el color rojo se convierte en símbolo del vacío espiritual, representado por la multitud, o sea, la masificación. Por su parte, la luz que disemina el proyector deviene en epifanía que transforma dicha multitud.

Heriberto Mora continúa susurrando luz con sus pinceles, precisamente en tiempos de amenazas terroristas, incomunicación humana y crisis espiritual. Bienaventurados sean los que tienen oídos y pueden escuchar; aquellos que no le responden con sordera al llamado de su voz interior. Estos elegidos encontrarán en sus piezas un puente hacia la claridad.

(Extracto de un artículo de Joaquín Gálvez, publicado en el diario digital Cubaencuentro en la red, el 12 de septiembre de 2008, a raíz de una exposición de Heriberto Mora).


Heriberto Mora nacido en 1965 en Vereda Nueva, en La Habana, se graduó en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro en 1987. Salió de Cuba en 1992 rumbo a España y desde 1993 reside en Miami. Su obra ha sido expuesta en galerías de Estados Unidos, Europa y América Latina.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bellas pinturas. Mora tiene un estilo muy propio.

Rolandojorge1955 dijo...

Heriberto Mora es un gran artista que está en el secreto, y sabe muy bien por donde le entra el agua al coco.

Joaquín Gálvez dijo...

Gracias a Rolando y al anónimo. Coincido con sus opiniones sobre la calidad artística de Heriberto Mora, entre por donde le entre el agua al coco.