viernes, 6 de septiembre de 2013

TRES MOMENTOS DEL PARIA




Por Juan Cueto-Roig

Trilogía del paria es un pequeño libro de sólo 17 poemas, dividido en tres secciones que corresponden a tres etapas geográficas y cronológicas de la vida de su autor, Joaquín Gálvez (Cuba, 1965). Curiosamente, los poemas que conforman cada una de las secciones fueron escritos en un lapso de igual duración (dos años): Último suspiro de la inocencia (1985-1987), entre sus 20 y 22 años de edad. Poesía debajo de la tierra (1993-1995), entre sus 28 y 30. Y Premonición del iniciado (2004-2006), entre sus 39 y 41.

En la primera parte, el poeta se refugia de lleno en la poesía, sin apenas referirse al horror que le rodeaba mientras vivió en su patria. Encabeza esta sección Arte Poética, una búsqueda desesperada de su voz como escritor: un cataclismo que me haga comprender que el arpa aún existe. En Sinfonía para provocar el amor, el autor es un joven en la plenitud de sus veinte años que sublimiza la ilusión amatoria y en un arranque de exaltación le dice a la enamorada: Todo sucederá, amor, (…) más allá de las lindes de otras lenguas. / Entonces seremos un pretexto para la aurora, / y las publicaciones de Marte anunciarán: / "Se observaron señales de vida / en un accidente de la Tierra".
En la segunda parte, escrita ya en el exilio, el poeta da rienda suelta a su repudio al horror y, en su propia palabra, al "hedor" existencial que dejó atrás. En el primer poema de la sección anterior, Arte Poética, cuando Gálvez añora un cataclismo que le haga comprender que el arpa aún existe, no parece referirse más que a su estado de ánimo, a su falta de inspiración. En cambio, en Poesía debajo de la tierra, el poeta es más específico: aquí el culpable es "el país", el sistema político: Conozco un país donde el arpa / pierde su mudez, / sólo al dar con un refugio. Fuera de ese refugio, y una vez transpuesta la intimidad del hogar, en el poema Testimonio habanero para ser leído después que pase el hedor, Gálvez nos dice: Las tiñosas, cada día, multiplicaban su vuelo / sobre esa ciudad.

En A bastard son of America, poema escrito en inglés y seguido por una acertada traducción al castellano del propio autor, el poeta describe con admirable sencillez su condición de exiliado: Yo nunca asimilaré, como es debido, esta cultura extranjera. Aunque más adelante, influido por los años que vivió en un suburbio de Nueva York, confiesa: hay en mi mesa un sushi japonés, / un pan judío, una pasta italiana, una hamburguesa de Norteamérica.

En la tercera y última sección de este excelente libro, el poeta se muestra más sosegado, más maduro, y nos habla con un dejo de conformidad ante su destino. "Espantado de todo, me refugio en ti", escribió José Martí al hablarle a su pequeño hijo. Del mismo modo, Gálvez parece haber llegado a un momento de su vida en que, desengañado de todo, se refugia en su principal vocación: Escritura, ahora que he desechado todos los dioses, / que ya no me queda un ápice / de teogonía ni cosmogonía, / me entrego en cuerpo y alma a tu culto. Y hace bien Joaquín Gálvez. En definitiva, la poesía es una de las pocas cosas que nos salvan del horror, del hedor y de todas las miserias de este mundo.


Revista digital Decir del agua
Segundo ciclo/Cuarta entrega/Octubre de 2007

2 comentarios:

Armando Añel dijo...

La miseria humana es inextricable. Gracias que las nuevas tecnologías lo registran absolutamente todo.

Un libro exquisito.

Joaquín Gálvez dijo...

Gracias, amigo. Estoy de acuerdo contigo. Por eso en Cuba los mecanismos de control del régimen se han debilitado.