sábado, 27 de octubre de 2012

Un poema de Joaquín Gálvez




Muerte de un perro
 
 
Y ahora la ausencia de su ladrido retumba como una canción,

por donde retorna el remanso de la casa.

Miro al firmamento

como si recobrase la luz de su hocico,

aquella fiesta que comenzaba cuando lamía mi rostro.

 
Nadie podrá calzar sus pasos en los corredores

que construye su silencio.

Era mi invulnerable bastión

para que no se desangrara la inocencia;

la última carta de un paradigma,

que me hacía acreedor de unos ojos

con los que aún veía al hombre.


Sé que ha muerto:

la soledad me abre su multitudinaria puerta.

 
Poema publicado originalmente en Diario de Cuba


1 comentario:

Carlos Artime dijo...

Sencillo, elocuente, conmovedor....de eso se trata la verdadera poesia..