martes, 28 de agosto de 2012

Un poema de Joaquín Gálvez


 
Otra acepción de la lluvia

 

Cuando yo contemplo la lluvia, vuelvo a conversar con mi padre.

Acaso porque la lluvia es su rostro ubicuo,

el territorio donde siempre se reúne con este hijo

que se fue al extranjero.

 

Mi padre y yo fundamos una comunión:

un juego que se sigue extendiendo en la lluvia.

Y así, a prueba de lluvias,

nos descubrió Gene Kelly en un anfiteatro de barrio.

Y la memoria se convirtió en la mejor pesca del riachuelo

-el mapa que lo libera de una geografía anodina-.

Por eso, junto a mi padre, en aquel estadio

ningún juego se suspendió por lluvia.

Y en cualquier parque, y en cualquier feria,

y en todo carnaval de la intemperie,

la lluvia nos ofrendó su lealtad cual infalible techo.

 

Y ahora sé por qué llueve:

nunca nos separamos en el espíritu de la lluvia.

 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho este poema, amigo. Gracias.

Lilliam Moro dijo...

Poema de emoción contenida, de discreta nostalgia, sin dramatismo superfluo. Me ha gustado. Gracias, Joaquín.

Anónimo dijo...

Por eso, junto a mi padre, en aquel estadio


ningún juego se suspendió por lluvia. - Me gusto tu poema amigo Joaquín.

marisela oramas dijo...

poeta me gusto tu poema