Asidesencillo y la crítica inflexible
Por: Rodolfo Martínez Sotomayor
La Editorial Silueta presenta hoy el libro Asidesencillo, cinco poetas cubanos en los Estados Unidos. Aunque adjetivar es casi un pecado de lesa humanidad en poesía, y más aun tratándose de los poetas agrupados aquí, me atrevo a recurrir a esa falta y decir que se trata de poetas de larga, destacada y laureada trayectoria, algunos. Son ellos José Kozer, Rolando Jorge, Alejandro Fonseca, Pablo de Cuba Soria y Michael Miranda. Cinco poetas que han escogido a un antologador y no viceversa: Se trata de José Prats Sariol, quien partiendo de determinadas preferencias estéticas articuladas por la subjetividad y justificadas por un criterio unificador, accedió a escribir un lúcido prólogo en el que no cae en adulaciones con anhelo exegético, tan comunes en estos días al género recopilatorio. Ese es otro de los aspectos positivos de una muestra muy destacable, y con vida propia en el proliferante mundo de las selecciones.
La diversidad es un rasgo distintivo de la libertad. La creación poética no es ajena a este dogma. Tratar de interpretar, de abrir el entendimiento a una propuesta, es un hecho más complejo que juzgar, cuando se parte de un canon pre-establecido.
Escritores, críticos y grandes editores han desviado a veces la ruta, y han abrazado al ego incontrolable al tratar de determinar lo que es y lo que no es, según su criterio personal. Un canon no es una opinión. El mejor crítico es el tiempo. Y ese juez implacable con las palabras, ha condenado más la necedad de errados juicios que a su destinatario. Victor Hugo, por ejemplo, dijo que Stendhal murió sin saber lo que era escribir, y ese torpe juicio sobre uno de los grandes exponentes de la novela psicológica lo perseguirá siempre. El famoso rechazo de André Gide al manuscrito de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, fue una culpa que arrastró por el resto de su vida. Dublineses de Joyce fue rechazado por veintidós editoriales que nadie recuerda. Otras veinte veces, su obra inmortal Ulises, recibió rechazos que acusaban a aquellos párrafos de enrevesados, incoherentes, disparatados y lo poco que se entendía, de obsceno y escandaloso.
Virginia y Leonard Woolf, quienes tenían una editorial, fueron autores de uno de esos rechazos. La creadora de Orlando, comparaba al Ulises con indecentes páginas que eran como el sarpullido de un niño.
También existe un crítico y editor español reincidente en errores, memorables, es el caso de Guillermo de Torre, quien le rechazaría a Neruda el manuscrito de Residencia en la tierra, diciendo que “no veía ni entendía nada y no sabía que se proponía con él”. Veinticinco años después, trabajando en la Editorial Losada de Buenos Aires, volvería a cometer otro error, rechazando el manuscrito de un joven escritor de Aracata en Colombia, diciéndole que se dedicara a cualquier cosa, menos a la literatura, se trataba de La hojarasca, de Gabriel García Márquez, una especie de preludio de Cien años de soledad. En fin, podría pasar la noche argumentando el hecho evidente de que el único juez justo y crítico certero es el tiempo. La Editorial Silueta, celebra cada lanzamiento, sabiendo que sus autores poseen ese arbitrario don del talento. Y ese es el caso de la selección que hoy presentamos ASíDESENCILLO, los años dirán el resto.
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