BALADA DEL ARTISTA
MALDITO
MI AMIGO NICOLÁS Lara
que ha vivido la Historia.
Que es una persona de baja escolaridad.
Le gusta decir: “Soy negro, poeta y
(pintor a la deriva”.
Luego pone cara de pillo malo y se echa a reír.Nicolás Lara, mi amigo,
obsesionado por las víctimas de Stalin;
al que le encantan las películas de Tarkovsky;
me contó que se salvó de la desdicha
cuando encontró a Marta —su Emily Dickinson—
mientras escuchaba a Orlando Contreras
(cantando En un beso la vida.Mi amigo Nicolás,
amante desamparado de la Kuchilán,
(la
Inguanzo, la Safille;
loco dichoso de los labios entreabiertos de las niñas;
discípulo feroz de Jesse de los Ríos;
fiel seguidor de los desperdigados artistas cubanos;
es admirador incondicional de Yarini, Tongolele
(y Walterio
Carbonell;
socio del mejor lector de William Carlos Williams,
de Madrigal con su gorra del Cincinnati,
del poeta Hurtado,
del Primitivo de K, de la musa Sara Calvo
y de los poetas y pintores muertos
que todavía no están muertos.Dice que sueña con mujeres de vainilla y chocolate
son otoños lánguidos que se desvanecen entre los barquillos.
Me consta que ha leido a Ilya Ehrenburg, a Pablo de Rokha
Que no soporta ningún deporte.
Que le gustan Mozart y Chano Pozo.
Que se ha sentado entre los acusados.
Nicolás no juega a la ruleta rusa,
se desliza entre libros, lienzos y duendes
y pinta las tristezas y alegrías del mundo
como si fueran conciertos sin territorios,
putas de divinos colores.Puede empingarse con la patria,
es tan dulce como las matas de gardenia.
Confiesa que le gusta
el guarapo, las frituras de malanga
(y la
yuca con chicharrones.
Deja entrever —siempre misterioso— que tiene santo hecho.
Y muchos creen que nació en Alejandría,
en la misma casa donde vivió Constantino Kavafis,
aunque yo sé
que fue debajo de una ceiba de Hamburgo.
Nicolás es escatológico y habla hasta por los codos.
sino observarlo bello, henchido de sospechas,
(hombre a todo;
gallardo y lujurioso como un cisne
cuando espera a su hembra en las noches de eclipse.Porque a fin de cuentas
no es un infiltrado de la Seguridad
ni un agente de la CIA
—como le gusta insinuar—
sino un artista del trapecio,
un perseguidor de pesadillas
que sobrevive a las resacas de los cazadores, al peso de
(los rascacielos
y a las judías de Brooklyn con sus largos vestidos oscuros
mientras preparan el sabbath.
Su idioma ha sido siempre saborear
Sus esperanzas respirar el crujiente pan de las mañanas.
El mar ha sido su
mejor cómplice.
Y tiene un tierno pacto con el Diablo porque todo lo que toca
lo convierte en arte.
Lunes, 23 de abril de 2012.
1 comentario:
Excelente poema. No conocía la poesía de Posada, es de lo mejor que he leído últimamente.
JAF
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