domingo, 1 de abril de 2012

Rogelio Fabio Hurtado en La Otra Esquina de las Palabras: fotos y un poema


 

 





























Continuación de Blanca Nieves


Luego del largo Día de la Celebración, oh
Inocente y hermosa Blancanieves,
Cuando cesen los vítores de enanos, mariposas y venaditos,
Comenzará a funcionar el Paraiso en el Bosque…

Después del cumplimiento de la justicia, es embriagadora
La lasitud de la satisfacción.
Los sudorosos enanos comenzarán a laborar
Extrañando la vigilancia del cuervo, las amenazas del dragón.
Encontrarán apropiado valerse de la libertad
Para sudar un poco menos.
Los pajaritos, tus predilectos, inocente y hermosa Reina
Comenzarán a notar una reducción de su belleza,
Ahora que faltan la negrura del aura, la tosquedad del grajo.
Ya no serán obligados por la serpiente a trajinar
Entre las flores.
El hermano oso podrá, como en los viejos tiempos,
Hartarse de miel, dejar en paz a venados y ardillas.

A la vuelta de algunas lunas, oh dulcísima Reina,
Apreciarás una merma casi imperceptible
En la geometría de las frutas que adornan tu mesa;
El paño de tus capas será una nada menos carmesí,
(su terciopelo más rugoso al tacto)
La planta de tu pie de tórtola será sobresaltada
Por una puntilla de la sandalia.

En tu cotidiano paseo matinal por el Bosque
Un oso te dará la espalda…
Enviarás por noticias a la mariposa de tu sombrero.
¿Cómo será posible que uno, uno solo de estos magníficos hermanos
Ose darte la espalda?
De vuelta, Rosa la mariposa te susurrará
Que el oso descortés se ha deprimido
Porque la miel de los panales le resulta
Cada vez menos dulce.
Inmediatamente envía a Rosa la mariposa
A investigar entre las abeja obreras
La causa de tan extraño deterioro
Te informarán que el polen se ha empobrecido en toda
La floresta “por ausencia de pájaros.”

Oh, inocente, hermosísima Reina, tus predilectos,
Los favoritos de tu alma ¿Serán culpados
Por la grosería del oso?
Antes de concluir el paseo tendrás que ver
Sangre de ardilla regada en la hierba,
La sangre tarde o temprano mancha los asuntos de Estado
Oh, inocente y hermosa Blancanieves.
Esa noche no puedes escuchar al Ruiseñor
Ni ser acariada por el gallardo Príncipe.
A la temblorosa luz de una vela, relees los memoriales de la Bruja
Tus manos, hechas a las cuerdas del arpa, apartan telarañas
Con una naturalidad que te sorprende.
Así, tus mansos ojos enfrentan el fulgor de lo atroz.
Al alba, reclamas la presencia del expatriado Consejero Morland
“Que los enanos no lo vean regresar al Castillo”- adviertes.

II

Grande ha de ser su cuita, Reina mía,
Para honrar al menos merecedor de sus súbditos
Concediéndome que vuelva a esta recámara,
De donde fui echado, al cabo
De muchos años de servicio fiel…
No he de negarle que me plegué
Largamente a los caprichos de la Bruja,
Incapaz de confiar en su luminosa llegada,
Oh, hermosa Reina, mi mejor vaticinio

Ya, condenado Morland, omite las lisonjas,
Que enmascaran hipócritas los filos de tu lengua,
Acerada por el exilio,
Bien sé que aconsejaste mi aniquilación en el vientre,
Lo he leído en sus memorias, pero te necesito,
Si me sirves, aseguras tu vida.

Ah, dulcísima Reina, ardo en deseos de servirle,
Aunque no he de ocultarle que apenas me fio de sus garantías…
Me sé odiado por sus vasallos. Mi cabeza pagaría muchas complicaciones.
Ningún tesoro me atraería a esta cumbre,
Pero este olor, y estas penumbras me seducen,
Aconsejarte rejuvenece mis potestades.
Serviré a la Reina del Bosque hasta la muerte.
Fuera de aquí mi sabiduría carece de sentido y vivo muerto.
Celebro que el realismo se abra paso
A través de tu nociva inocencia,
Incluso comprendiendo que ese mismo realismo
Determinará mañana mi fin.

¡Deja de perorar¡
¿Acaso procuras cobrar tus servicios emponzoñándome?
Toda mi fuerza es poca para preservar puro al Bosque.
Sólo ese deber supremo me obliga a escucharte,
En vez del gorjeo de mis pájaros…

Recuerdo cuando iluminaste mis aperos de magia,
También entonces serví más a la profecía que a Morland.
La Vieja me lanzó escupitajos y conjuros,
¡Se puso babeante de furor¡

Sé, viejo falaz, que aún entonces dejó constancia
De su adicción a ti…

Me repudió sin condenarme a la miseria,
Temía que la penuria exacerbase mis ambiciones
Y me facilitó un holgado exilio,
Por cierto, hermosa Reina, no sólo tú
Has concebido la pureza del Bosque,
También ella tuvo visiones…

¿Qué intriga tejes, renegado?
¿Acaso esperas que al amanecer mi servidumbre
Te reconozca y se corra la voz?
La gloria pública es cosa ínfima para mis designios.
Debo sondear tu alma, antes de servirla.
Durante los despachos, desde aquel rincón, me vigilaba
El cuervo Rook ¡Espeluznante!
Más de una vez traté de envenenarlo           
Pero tragaba mis brebajes como si nada.
Fueron tiempos difíciles para un nigromante.
El cuervo Rook detestaba toda fantasía.
No cesaba de graznar: ANTES DE CONSTRUIR DEBES DESTRUIR
LA CRUELDAD NUNCA TE DECEPCIONARA
¡Cuánto añoras a tu compinche!
Sus toscos consejos perdieron a la Vieja, Guárdese, hermosa Reina,
De tales favoritos.
¡Cizañas, en mi Bosque no hay trabajos para cuervos!
Ni para hechiceros, sé que he venido a morir.
¿Presumes que me tentarás a derramar
Tu tumultuosa sangre? ,

Sólo deseo escucharte para que mis actos difieran de los tuyos.
Ignoras la fuente, la raíz de mis designios.
Tus vicios te apartan de la primavera y del mar.
¡Haré a mis aves dignas de su dichosa belleza!
He desenmascarado tu pueril nigromancia,
Ni los niños te temen, con esa capa zurcida de parches,
Podrías presentarte mañana mismo en la matiné del Circo.

¡Cuánto se lo agradecería. Alteza,
Los mayores Hallamos alivio jugando con los infantes
Deja de presumir y habla, viejo endiablado.

Sonríe, sonríe , lozana siempre ante la multitud de enanos,
Puebla tus praderas de intocables venados, cuyas cornamentas
Despierten la envidia de los extranjeros.
Que sepan los enanos que Tún n
Ignoras sus nuevas desgracias,- Cada cierto tiempo
Harás ejecutar públicamente algunos capataces-
Es importante que tu capa brille más cada día.
Aunque sea preciso que tus siniestros funcionarios
Hagan venir de muy lejos el paño más radiante.
A tus pintores y poetas procúrales el mejor vino
Y el ocio suficiente para que lo disfruten,
¡Que el obsesivo búho no perturbe sus noches!
No temas; ellos mismos denunciarán al renegado
Que en el lienzo oscurezca tu belleza-
La experiencia me dice, amada Reina, que siempre los habrá.
No consientas, oh para siempre dulce Blanca Nieves
Que minucias administrativas te hagan palidecer
Deleitate escuchando al Ruiseñor, haz callar la protesta del oso
Y el llanto de la ardilla
Preserva tu hermosura porque ella representa al Paraiso
Que tus mariposas hagan el trabajo del cuervo
Maquíllate para el Affiche que adorarçán los enanos
Que tus historiadores continúen demostrando la maldad de la Bruja
Ejecuta sumariamente a los osos glotones – haz que un grupo escogido
Reciba ardillas frescas de Palacio a cambio
De su lealtad a la hermandad del Bosque
Procura presionar a las flores para que entreguen polen
Pese a la vagancia de los pájaritos cantores;
(Que el Búho lleve ruiseñores a la frontera y los merque por miel)
Que a medianoche en las afueras vaya fabricándose un centro para disciplinar enanos;
En vez de espejo, asegúrate un fotógrafo diestro.
Que tu belleza perdure siempre, oh dulce Blanca Nieves
Y el sol resplandecerá en el Bosque
Celosamente custodiado por tus nuevas mariposas blindadas
Por tus oseznos fortalecidos por la sangre
Para que impongan la alegría requerida a enanos y ardillas,
Que enanos de confianza borren toda semejanza entre la vejez de la Bruja
Y tu espléndida madurez
Que las ardillas de confianza organicen la típica alegría de masas
Para que entreguen de buen grado la cuota de carne
Que deben garantizarle a los hermanos osos de la guardia

Que seleccionen a las más vistosas para que correteen alegremente
Por la zona del Bosque abierta al turismo internacional
Haz que los venados comprendan la necesidad de contrabandear sus cornamentas
En la frontera
(Será conveniente que crees un criadero de dragoncillos amaestrados,
no menos útiles al Paraiso)
.
No aceptes que el porvenir acarree catástrofes a tu Paraiso
Que las enanas enfermeras aseguren la desaparición
De cualquier renacuaja sospechosamente distinguida
(Controla esto personalmente)
Que las mariposas controlen a las enanas
Que los osos controlen a las mariposas
Que los Dragoncillos controlen a los osos
Que tú controles a los dragoncillos.

Sé previsora, demuestra que interpretas la lección de la historia,
Oh para siempre hermosa Blanca Nieves

ROGELIO FABIO HURTADO

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