En busca de una nueva flor: homenaje a Mike Porcel
Por Joaquín Gálvez
Si me preguntaran cuándo debe hacérsele un homenaje a un artista, cuya obra por méritos propios merece dicho galardón, respondería que en vida del homenajeado. Con esto, no quiero decir que con la muerte debe suspenderse todo tipo de acto que honre su legado, sólo que, como ha sucedido a menudo en la historia del arte, los reconocimientos y homenajes a un gran números de artistas y escritores han sido tardíos, post morten , cuando éstos yacen en sus tumbas y no se pueden enterar de que sus horas de silencios y de entrega al oficio no fueron en vano y que su obra ha dejado una huella indeleble para futuras generaciones, ni tampoco se pueden defender de la hipocresía de sus detractores, que los ignoraron en vida para luego sumarse al coro de los elogios póstumos. Por eso coincido con el poeta romano español Marcial al expresar en un epigrama:
Reservas tus elogios para los muertos,
\
jamás aprecias a un poeta vivo.
Discúlpame, prefiero seguir viviendo
a tener tu alabanza.
Hoy, en este homenaje que se le hace al compositor y cantautor cubano Mike Porcel, quiero decirle que en este evento no nos hemos reunido para colmarlo de alabanzas vacuas, sino para manifestarle que muchas de sus canciones ocupan un sitio en nuestra memoria, de que a través de su trayectoria artística nos han acompañado varias de sus composiciones, que ya forman parte de lo mejor del cancionero cubano: “Diario”, “Dialogo con un ave”, “Ay del amor”, “Esa mujer”, su musicalización del poema “Abril”, de José Martí, “En busca de una nueva flor”. Y, seguramente, otros temas que de su genio creativo están por venir, o que ya existen, pero aún no los conocemos, al menos este servidor. Como es sabido, muchas de sus creaciones han sido interpretadas por cantantes conocidos, como Beatriz Márquez, Nacha Guevara, Argelia Fragoso, Amaury Pérez, Santiago Feliú, Ivette Cepeda, Gema Corredera, etc.
Mike Porcel representa un ave raris dentro de la música cubana contemporánea. En primer lugar, porque a pesar de comenzar su carrera artística en un medio sumamente politizado, como lo fue el de la Cuba de los finales de los años 60, supo mantener su obra intacta de la típica contaminación ideológica inculcada por el discurso oficial de la cultura cubana, Su independencia artística quedó demostrada al componer “En busca de una nueva flor”, canción premiada por un jurado internacional y que sirvió de tema durante el XI Festival de la Juventud y los Estudiantes celebrado en Cuba en 1978. Por supuesto, canción que no cumplió con las expectativas de las autoridades culturales al servicio del régimen, acostumbradas al canto coral en pos de su dirigismo y que, por tanto, les resultaba incomodo escuchar: “Tendremos sueños que tejerle al mar, la mansa estrella de la libertad y aquella flor que hay que buscar más allá donde el verso será la paz que crece”. Y sus palabras fueron proféticas: al poco tiempo, en 1980, se produce el éxodo del Mariel.
Por razones que aún él mismo desconoce, se le niega la salida de Cuba, se le hacen actos de repudios a él y a su familia, y se le prohíbe continuar su carrera artística en la radio y la televisión. Ostracismo al que fue sometido durante nueve años, hasta su salida del país en 1989, pero que no mermó su intensa vocación musical, pues a pesar del silencio en que cayó su nombre no dejó de componer canciones.
Este homenaje también coincide con el lanzamiento de su libro Tonadas y versos, con una recopilación de sus canciones. En sus letras el lector podrá encontrar textos de alto vuelo poético, que de alguna forma dan testimonio de su vida. En su antológica “Diario”, podemos ahora leer: “He tenido en mis manos las palabras que te confesaré sirven de poco, los besos se reparten como el agua y la sed aún sigue siendo para todos”. Por su parte en “Autorretrato”, canción con la que abre su más reciente CD, Intactus, consigna: “Sé de la gloria y del polvo, de caer y de alzarse en silencio, de resistir, de nacer y morir a lo viejo, con una estrella en las manos”.
Y creo que esas líneas definen muy bien la vida y la obra de Mike Porcel. Su dignidad de creador, no sólo dentro del politizado medio cultural cubano, sino también en un ámbito musical masificado en el que prima la comercialización impuesta por las disqueras y los productores musicales. Su independencia artística ha tenido un precio, pero ha logrado con ello que su obra sea a imagen y semejanza de su criterio creativo, consiguiendo así que aún exista un espacio en que se pueda disfrutar del talento, mientras nos invade tanta mediocridad e intranscendencia provenientes de la música popular.
Su compacto, Intactus, que para mí ha sido un hallazgo, me ha dado la posibilidad de conocer varios temas que desconocía de la obra de Mike Porcel, los cuales destacan por su variedad melódica y rítmica, que comprenden la música clásica, la cubana, la folclórica europea, tal como la celta, la del lejano y medio oriente, así como la música Rock, con la cual comenzó su carrera artística con el grupo Los Dadas y luego fundó Síntesis. Gracias a la independencia de un compositor y cantautor como Mike Porcel, todavía queda un remanso para los amantes de la buena música.
Parodiando a Martí, en su ensayo a la muerte de Julián del Casal, diría: “Está vivo el músico y lo hemos conocido”, es decir, sólo aquellos que junto a él fueron capaces de encontrar la nueva flor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario