viernes, 2 de septiembre de 2011

Cuba, las máscaras y el optimismo: Joaquín Gálvez



Una entrevista de Neo Club Press

Joaquín Gálvez nació en La Habana en 1965. Poeta, se licenció en Humanidades en la Universidad Barry y obtuvo una Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información en la Universidad del Sur de la Florida. Ha publicado los poemarios Alguien canta en la resaca (Término Editorial, Cincinnati, 2000), El viaje de los elegidos (Betania, Madrid, 2005) y Trilogía del Paria (Editorial Silueta, Miami, 2007). Actualmente coordina en Miami la popular peña La Otra Esquina de las Palabras.


Gálvez tuvo la gentileza de responder a las preguntas de nuestra encuesta-entrevista:

NCP. Dicen que en Cuba hay más tiempo para escribir. Dicen que en el exilio hay más libertad para escribir. ¿Dónde se hace mejor literatura, dentro o fuera de Cuba?

JG. Primeramente, ese supuesto tiempo libre en Cuba es relativo. Ese tiempo también puede llamarse tiempo esclavo, pues la sociedad cubana vive en un constante inmovilismo, carente de la dinámica que caracteriza actualmente a la mayoría de las naciones del mundo. Ese tiempo libre es el tiempo de las pocas oportunidades que tienen sus ciudadanos para ver cumplidas sus aspiraciones. Ninguna sociedad podría enorgullecerse por contar con mucho tiempo para que sus escritores puedan escribir. Una nación en condiciones normales necesita de una infraestructura donde converjan diversos oficios. En una cárcel se puede tener todo el tiempo del mundo para escribir, pero siempre optaríamos por vivir en libertad, aun con las limitaciones que ésta implica en toda sociedad. Y digo esto, porque creo que en Cuba se puede contar con mucho tiempo para escribir, pero si un creador se siente espiritualmente enrejado, vigilado y bajo la lupa de la censura, se puede convertir en un falsificador de sí mismo, en un simulador que por tal de ver publicada su obra la supedita a parámetros ajenos a su voluntad creativa.

La calidad literaria no depende de las geografías, sino de las dotes del hacedor. No cabe duda de que en una sociedad democrática el escritor exiliado cubano encuentra un medio propicio para expresarse libremente, sin las trabas que impone el centralismo de la cultura oficial. En Cuba, muchos escritores han hecho una obra de calidad al margen de los medios oficiales; otros que han pertenecido a esos organismos, se han valido de artilugios o han tratado temas en sus obras que no los comprometen políticamente. Esto se ha visto, sobre todo, a partir del llamado Periodo Especial en que, por razones de supervivencia, la cultura oficial aflojó las tuercas de la censura.

La libertad tiene un precio, como lo menciona brillantemente Erich Fromm en su libro El miedo a la libertad. La vertiginosidad de la vida actual en las sociedades capitalistas hace que el tiempo sea limitado, y al escritor no le quede más remedio que lidiar con este imponderable, a no ser que su obra engrose la lista de los bestsellers. Pero siempre será mejor que hacerle el juego mefistofélico a una dictadura, o someterse –aunque con dignidad-- al tortuoso camino del ostracismo como escritor independiente en la isla.

NCP. Se habla mucho del avance del relativismo y la doble moral en Cuba. La Dra. Hilda Molina dice que Fidel Castro “enfermó el tejido social de la sociedad cubana”. Desde tu salida de la Isla, ¿crees que los cubanos han evolucionado hacia el postcastrismo o involucionado hacia el neocastrismo?

JG. Me atrevo a creer que predomina una tendencia hacia el postcastrismo. Pienso que la mayoría de los cubanos ya no creen ni en la revolución ni en sus líderes. El problema radica en que el cubano ha tenido que valerse de máscaras para poder sobrevivir bajo la bota de una dictadura. Esto ha traído como consecuencia que la mayoría de sus ciudadanos hayan perdido la fe en cualquier sistema político, incluido el democrático, del que no tienen referencia alguna. Por eso será de suma importancia la forma en que se lleve a cabo una transición hacia la democracia en el futuro, así como el liderazgo de los políticos que formen parte de ésta. Es la única vía para que la sociedad cubana pueda salir de la inercia, y así cada cubano aprenda que existen derechos individuales que son inalienables, que sus ideas y sus opiniones cuentan, despojadas ya del temor a la represión del estado.

Debo añadir que las oportunidades que un sistema democrático les puede brindar a los cubanos de la isla, en pos de su prosperidad y bienestar, contribuirá a propiciar un cambio de mentalidad ciudadana, lastrada por tantos años de dictadura.

NCP. Cada vez más cubanos abusan del refugio político que les concede Estados Unidos, como perseguidos, y a los seis meses viajan a Cuba a hacer turismo. Esto pudiera poner en peligro la Ley de Ajuste Cubano, excepción diseñada para exiliados políticos, no para inmigrantes económicos. ¿Cómo hacer para que en lugar de justos paguen los pecadores?

JG. Es triste que paguen justos por pecadores, pero, indiscutiblemente, hay muchos que abusan de esta ley. Se entiende que por razones humanitarias se otorgue el derecho a los cubanos, que viven en los Estados Unidos, de ayudar y visitar a sus familiares en Cuba. Pero otra cosa es medrar de estas circunstancias, e ir a un país del que supuestamente uno se fue por razones políticas con el fin de hacer alarde público de sus vestimentas y prendas y, en el peor de los casos, aprovecharse de la pobreza de sus coterráneos para fomentar la prostitución entre jóvenes y adolescentes. Desgraciadamente, este tipo de viaje a Cuba puede tener una repercusión futura en la Ley de Ajuste Cubano.

NCP. Imagina que estamos en el año 2020. ¿Qué ha sido de Cuba?

JG. Quisiera ser optimista y pensar que para el 2020 la biología ya se encargó de extinguir la fauna de la vieja guardia gobernante, desde Fidel y Raúl hasta Machado Ventura y Ramiro Valdés, y que una nueva generación de dirigentes cubanos comienza a allanar el camino hacia la transición democrática por medio de reformas.

NCP. Imagina que estamos en el año 2050. ¿Qué ha sido de Cuba?

JG. Quisiera ser aún más optimista y creer que para el 2050 los vestigios del castrismo apenas inciden en el funcionamiento de la nación cubana.

Cortesía: Neo Club Press

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