miércoles, 13 de julio de 2011

José Ángel Valente



Por José Abreu Felippe

Transgresor sin límites, rabiosamente solitario, luchador por sus ideas, y por consiguiente exiliado de un país donde imperaba una dictadura que lo sometió a un consejo de guerra en 1972 por escribir El uniforme del general, un cuento que fue considerado como una ofensa al ejército, José Ángel Valente ha sido una de las voces poéticas y filosóficas más importante de la segunda mitad del siglo XX en España.


Este mes se cumplen once años de su desaparición física –murió de cáncer en Ginebra, Suiza, el 18 de julio de 2000–, tenía 71 años y había vivido en esa ciudad desde 1958. Antes que sus cenizas fueran trasladadas a Orense, región de Galicia donde había nacido el 25 de abril de 1929, se celebró una misa en la Basílica Notre Dame de Ginebra, con música de Bach y Beethoven. Más tarde, en la capilla del cementerio de Saint Georges se escuchó la voz del poeta recitando: “Cruzo mi desierto/ y su secreta desolación sin nombre”..., poema de su primer libro A modo de esperanza (1955) con el que obtuvo el Adonais. Muchos, e importantes escritores, consideran a José Ángel Valente como un poeta fundamental de la generación del 50, grupo con el que el propio Valente nunca se sintió identificado. Sin embargo, hay un consenso generacional que apunta al poeta como una de las voces más agudas –una voz clave– para comprender la evolución de la poesía española.

Valente recibió los más importantes premios literarios de su país natal, además del Adonais, entre ellos el Premio de la Crítica por Poema a Lázaro en 1960. También el Príncipe de Asturias de las Letras en 1988 –compartido con Carmen Martín Gaite (1925-2000)–, el Premio Nacional de Poesía y el VII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

Trabajador incansable, poco antes de morir, hizo la presentación de dos gruesos volúmenes de poesía, publicados por Alianza, Obra poética 1. Punto cero (1953-1976) y Obra poética 2. Material memoria (1977-1992) y en el acto afirmó que: “La poesía conlleva una experiencia espiritual que transforma al poeta mismo”; para luego agregar: “Una vez que se termina de escribir un poema, ya no es tuyo. Será el lector el que lo resucitará en cada lectura”.

El poeta cubano José Lezama Lima dijo de Valente: “No creo que haya en la España de los últimos veinte años un poeta más en el centro germinativo que José Ángel Valente, con la precisión de la ceniza, de la flor y del cuerpo que cae”. El escritor español Luis Antonio de Villena toca un aspecto controversial, pero bien conocido del carácter del poeta gallego: “Valente la emprendía, lanza en ristre y talante agresivo, contra cualquiera que no compartiese sus postulados estéticos”. Sus ataques virulentos, incluso personales, contra algunos miembros de la generación del 50 forman ya parte del entorno mítico de este poeta arisco que atesoraba sus muy malas pulgas. Hosco, místico, amante del silencio, orgulloso hasta el desplante, vivió y murió –a pesar de los reconocimientos– como un marginal, como el solitario que siempre quiso ser. Hoy las furias que soplaban a su alrededor se confunden con la música de Bach y de Beethoven que lo acompañó al cruzar el tiempo. Y con las cenizas, las suyas y las otras, que como el amor al que aludía Quevedo, “tendrán sentido”:

Cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre.

El corazón,

tiene la sequedad de la piedra y los estallidos nocturnos

de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo, y sé que no estoy solo;

aunque después de tanto y tanto no hay

ni un solo pensamiento

capaz contra la muerte,

no estoy solo.


(Fragmento del poema Serán ceniza, perteneciente a su libro A modo de esperanza).

3 comentarios:

José Antonio del Pozo dijo...

Magnífica semblanza de Valente. Esa desolación sin nombre, como lo llamaba él acaso a la muerte.
Excelente blog en lo que llevo leido, lleno de gusto por la palabra. Mi felicitación.
Saludos blogueros

Anónimo dijo...

Este tipo de informscion cultural es la que se debe promover y no la chusmeria literaria acompañada de una terrible ignorancia. Gracias Abreu.

Joaquín Gálvez dijo...

Gracias, del Pozo, por su descubrimiento. Espero que continue visitando estas páginas. Anónimo, esa información cultural es la que tratamos por todos los medios de promover aquí.

Saludos