Lepanto: batalla en el tiempo inacabada o encrucijada en occidente hoy
Un autor que escribe sobre un conflicto no resuelto en el pasado entre la cristiandad y el islamismo y que extiende sus tentáculos por sobre los siglos para arribar al presente
Armando de Armas, 16 de junio de 2011
Rafael Cerrato es un ensayista y narrador español, nacido en la ciudad de Córdoba. Entre sus escritos destacan los libros Carta a Fernando Sánchez Dragó, Lepanto: la batalla inacabada, El imperio perdido de los Jázaros y Desde el corazón de Irán, obra que marca un antes y un después en su carrera literaria.
Ha publicado además el libro "¡25448, NO! Roberto Martín Pérez, Sí", la biografía y memorias del combatiente anticastrista y ex preso político cubano del mismo nombre.
Cerrato es un investigador interesado en poner al descubierto, para el gran público, grandes verdades históricas que han sido veladas por las historiografías al uso pero que constituyen acontecimientos clave para entender nuestro presente.
Con motivo de la presentación este viernes en Miami de Lepanto: la batalla inacabada por parte de la tertulia La otra esquina de las palabras y el PEN-CLUB de Escritores Cubanos en Exilio, en el Café Demetrio de Coral Gables, y, sobre todo, con motivo de la vigencia y los paralelismos entre el escenario histórico que se narra en esta obra y el escenario presente en las relaciones establecidas entre la cristiandad occidental y el islamismo oriental, Armando de Armas realizó la siguiente entrevista a Rafael Cerrato.
MN. ¿Cómo se siente al presentar Lepanto, la batalla inacabada en Miami?
RC. Para mí, Miami, es mi segunda ciudad. Siempre he considerado un placer poder presentar allí mis libros. Este no iba a ser una excepción. Además, con él pretendo dar a conocer al lector unos hechos producidos en el siglo XVI, de plena vigencia en la actualidad.
MN. ¿Por qué Lepanto es la batalla inacabada?
RC. Porque el objetivo final de la batalla no se cumplió. No se trataba de una batalla más. El fin era restablecer una situación en el Mediterráneo anterior a la caída de Constantinopla. Por desgracia quedó tan solo en un gran éxito militar. De haber conseguido su objetivo final –cosa fácil al haber destruido la flota Otomana- la historia de Europa y de Oriente Medio, hubiera sido distinta.
MN. ¿Cuál es el precio que pagan las grandes potencias al no acabar de hacer el trabajo, quiero decir, derrotar, destruir el enemigo?
RC. En primer lugar, soy contrario a todo tipo de guerras, pero a veces son necesarias, por desgracia. Pero una vez que estas se emprenden, el objetivo no debe limitarse a conseguir una derrota del enemigo. El verdadero éxito está en conseguir modificar las circunstancias, para evitar que se reproduzcan las causas que originaron el enfrentamiento. Esto no solo ocurrió en la Batalla de Lepanto. Sin ir más lejos, ha ocurrido con la derrota rusa en Afganistan –Una guerra que indirectamente ganaron los americanos-. Ocurrió en la primera guerra del Golfo, al dejar que Sadam Hussein siguiera al frente de Irán y pudiera suceder que vuelva a suceder en estos mismos países.
MN. ¿Qué papel jugaba entonces y qué papel juega hoy la nación francesa respecto al mayor peligro que acecha al occidente cristiano?
RC. El problema de Francia es que siempre antepone sus intereses a los generales. Quiso ser la cabeza de Europa, cuando lo era España. Se atribuyó los mayores éxitos tras la Segunda guerra Mundial, cuando fue la gran derrotada. En la guerra de Irak, logró dividir a la comunidad internacional, anteponiendo sus propios intereses y logrando hacer que creciera el antiamericanismo en todo el mundo. Hoy día, por oscuros motivos, ha arrastrado a la OTAN para intervenir en Libia.
MN. ¿Cómo era la vida en las galeras? ¿Cómo era una batalla entre galeras?
RC. La vida en las galeras era durísima e insana. Los galeotes hasta tenían que hacerse sus necesidades encima. Se les trataba sin piedad, siendo castigados a latigazos e incluso a morir ahorcados por la mínima falta. Se producían epidemias y enfermedades. La condena a galeras, salvo la de a muerte, era la peor que se podía imponer.
MN. En Cuba se les nombra galeras a las celdas donde se encierra a los prisioneros. ¿Vendrá el término al uso de las galeras medievales?
RC. Es posible, aunque no estoy muy seguro de ello.
MN. ¿Qué diría Don Juan de Austria si supiera que un soldadito de las galeras nombrado Miguel de Cervantes resultó a la larga mucho más famoso que él?
RC. Se sentiría orgulloso, pero no diría nada. Don Juan de Austria, además de ser un excelente estratega y valiente, debía ser un romántico, hombre sencillo y alegre. Lo demuestra no sólo su actuación en Lepanto, también según los relatos de la Guerra de Granada.
MN. ¿Fue valiente Cervantes en Lepanto?
RC. Sí, fue valiente, pero ni más ni menos que otros hombres que lucharon en aquella batalla. Ahí que tener en cuenta que aquellos hombres estaban convencidos de la legitimidad de su lucha y en aras de estos ideales, se entregaban en cuerpo y alma, no dudando en sacrificar su vida. Esto no sólo ocurrió en la flota de la coalición cristiana, también en la turca.
MN. ¿Quiénes son los caballeros Hospitalarios de San Juan de Rodas?
RC. Describir la historia completa sería largo, pero fueron una de tantas órdenes que se establecieron en Tierra Santa. Eran mitad guerreros y mitad monjes. Hicieron una gran labor hospitalaria. Al ser expulsados se establecieron en Rodas y allí se organizaron para defenderse e intentar poner freno, tanto a las flotas de los piratas berberiscos, como a los propios sultanes. Su valor era épico, hasta el punto que se decía que una sola de sus naves, podía enfrentarse con éxito a tres o cuatro de sus enemigos.
MN. ¿Quiénes son los caballeros de la Orden de Malta?
RC. La continuación de los de Rodas. Pero una vez allí y tras la victoria de Lepanto, fueron poco a poco abandonando sus actividades militares (aunque sin abandonar del todo estas), para dedicarse cada vez más a misiones humanitarias, como la de liberar esclavos, etc.
MN. ¿Los hospitalarios intrigaron para el fin de los templarios?
RC. Que yo sepa no. Todo fue distinto.
MN. ¿Los templarios desparecieron o se fundieron con los hospitalarios?
RC. Ni los templarios desaparecieron del todo, ni se fundieron con los hospitalarios. Los Templarios continuaron en Portugal, Escocia y muy posiblemente en América y otros países. En algunos otros casos pasaron a formar órdenes como la de Calatrava en España.
En cuanto a los Caballeros de Malta, Napoleón los desalojó de la isla, pero la orden sigue existiendo, si bien con características muy distintas.
MN. ¿Cuáles paralelismos establece el libro con los actores del escenario presente?
RC. Ya me he referido a la guerra del Golfo, a la situación en Irak, Afganistan, etc.
Pero existe otro paralelismo, el intento de penetración musulmana en el corazón de Europa. La Batalla de Lepanto, puso freno al segundo. El tercero empezó en 1974, tras la guerra del Yon Kipur y sigue en la actualidad.
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