Ojos secosSi comenzara a investirme
del intento de hacer un sacrificio
entrado el día,
me pondría a llorar
como lo hacen las huérfanas
sobre el aro de bordar.
Me pondría a llorar
las entelequias
en los virajes de un llanto
que corta ante los ojos la sorpresa
que proclama conversión
y deja sus mutilaciones
en un lapso que jamás llegaría al paso.
Me pondría a llorar
en un descanso del verso que no llega,
palúdico de viajes anteriores,
hasta el vano obligado de la puerta
donde el tiempo comienza a degollarse
en terrible locura
porque ya nadie espera.
Pero en las perchas de mis ojos secos
no hay lugar para colgar el llanto.
Mapa de una siestaEl sueño de la tierra nos arrastra/
son sus pecados como carros de plomo
entrando en el reino del vapor/
Un sol que raja el horizonte
con el halo calcinado
improvisa la amargura de la reina que duerme:
África sobre nosotros
coronada de sopores.
El sueño de la tierra / duramente /
nos arrastra en su pecado
como una danza terrible de los pies espantados/
sueño de carcañal herido
de esos pies con los dedos al pairo/
América sobre nosotros
se incendia / somos aves de rabia /
su cuerpo caliente nos dispara como dardos.
El sueño de la tierra
nos arrastra en sus ayes espasmódicos/
sus navajas de acero sobre nuestros electrodos/
somos chispas verdes, de un verde asustado
como viejos caracoles o gusanos.
El sueño de la tierra es como música/
con notas de un piano que aporrean
sus dedos desquiciados/
la música terrible nos arrastra/
los cáñamos afónicos del tiempo
desangran tesituras soterradas.
La torre de Babel rueda en su escaque
aplasta miniaturas / oleoductos/
escuálidos jardines con minúsculos estuarios
en que somos los peces,
con sueños de hombre, torpes y cansados.
El fósforo emblanquece sin remedio
el desierto es una estopa que se incendia /
Los juncos virulentos de los sueños
parecen gladiadores con los cuerpos quemados/
Un motín inaugura en ola que ensordece
colosal humareda de objetos olvidados.
¿Somos uñas llamadas a romper cadenas
o fantasmas heridos por la luz del pecado?
El sueño de la tierra matizado de cuerdas
con que somos ahorcados y vueltos a nacer como cometas
nos regala sus puentes de aluminio
sus hostias de plomo/
Y que el viento nos juzgue a su divino antojo.
En homérico andar de las distancias
Grecia está aún sobre nosotros/
sus sandalias nos regresan al esparto/
somos chanclos de ilustre sofocado/
errantes zapadores de castigos feroces
siempre corremos alcanzados
por la sal de los relojes.
El sueño de la tierra nos desnuda
Egipto yacerá sobre nosotros
sarcófagos envenenados/
somos ánimas de clones imposibles
con la tierra a flor de nadie/
Y la pubertad se ofrenda
sobre el altar caliente del ovíparo sueño.
María Eugenia Caseiro. Narradora y poeta cubana. Reside en Estados Unidos. Es Miembro Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), Presidenta del Círculo de Amigos de la Academia de la Historia de Cuba en USA, Miembro de la Asociación Caribeña de de Estudios del Caribe, de la Unión de Escritores y Artistas del Caribe y de la Unión Hispanoamericana de Escritores. Integra la Muestra Permanente de Poesía Siglo XXI de la Asociación Prometeo de Poesía y el Consejo Editorial de La Peregrina Magazín (Miami, USA). Ha participado como jurado en certámenes literarios, ha sido distinguida con premios en poesía y narrativa, y por talento artístico y labor en beneficio de la difusión de la cultura. Recientemente ha publicado su libro Nueve cuentos para recrear el café en versión bilingüe, español y francés, y el libro de poemas, ESCAPARATE, el caos ordenado del poeta, que reúne varias épocas de su poesía.