domingo, 30 de enero de 2011

"Inscrita bajo sospecha": narraciones de la diáspora



Por Olga Connor
Mabel Cuesta leyó de su libro Inscrita bajo sospecha (Editorial Betania) en el Café Demetrio, en la última de las Tertulias de La otra esquina de las palabras, que dirige Joaquín Gálvez. Decidió leer, entre todos los cuentos, el de La tía Sara, sobre la foto de una tía que se fue de Cuba a ``la otra orilla'', mientras que la protagonista se quedaba en la isla pensando en la foto que representaba a la tía Sara y a esa otra orilla. Luego vendría el encuentro con la tía, o el desencuentro. También en la vida real de la tertulia Cuesta invitó a sus familiares residentes en Miami, algunos de los cuales la fueron a escuchar, y así se fue armando el tema de la discusión que cerró la tertulia.
En la introducción al libro, Odette Alonso, desde Ciudad de México, escribe en 2009: ``Una extranjera, una niña rechazada por su padre, una amante, una melómana, una viajera, una mujer al centro de la ira. Así son los personajes de Inscrita bajo sospecha, esta nueva colección de relatos de la escritora cubana Mabel Cuesta: caras de una misma moneda, pieles que esta mujer va mudando a medida que atraviesa fronteras y cambia de escenarios en una especie de dicotómica obsesión entre `ser alguien' y `ser nadie' ''. Alonso alude también a la búsqueda de identidad como hilo conductor de todas las acciones de estas protagonistas.
Les tocó a Ena Columbié y Juan Carlos Valls presentar las narraciones esa noche. Valls hizo una arenga poética desde la poesía. Columbié, a quien siempre se le ve como fotógrafa de todos los encuentros literarios, deslumbró con una crítica tan bien perfilada como sus fotos. Su presentación se puede leer en su recién inaugurado blog de crítica literaria El exégeta. Me interesó mucho que marcara el hecho de que los personajes de Cuesta ``son demasiado escurridizos, y se escapan haciendo cuantas trastadas se les antojan, cruzando en zigzag de la ficción a los caminos de la realidad y viceversa''. Son todas mujeres, por cierto, que ``se enfrentan a situaciones complicadas de zozobra y angustia, provocando --esencia obligada y olvidada-- que se acelere rápidamente nuestro pulso''.
Inscrita bajo sospecha, manifestó, es un libro del dolor y sobre el dolor, donde el dolor se regodea y duele. Dividió el libro en tres partes: la primera con cuatro cuentos iniciales de desarraigo y desconcierto; la segunda, una parada, una especie de limbo, donde se detiene el tiempo, para dar un salto a la conquista de la luz. La protagonista mujer ``ha encontrado un alma gemela en la que puede contemplar su propio mundo a través de otros ojos''. Al final, la catarsis, la etapa del desgarre, deshaciendo todas las huellas del dolor y los obstáculos contra su libertad.
Publicado originalmente en El Nuevo Herald

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