viernes, 8 de octubre de 2010

John Lennon, eterno jubileo



Por Jorge Posada

Han pasado 40 años desde que los Beatles se separaron y casi 30 del asesinato de John Lennon, pero las canciones que una vez sonaron grandiosamente alegres, prodigiosas y jóvenes en los viejos tocadiscos todavía conmueven con su magia.

Parece mentira que John Lennon esté cumpliendo 70 años. Es imposible pensar en John (junto con Paul, George y Ringo, nombres que no necesitan el apellido) sin recordar cómo esos cuatro muchachos venidos de una ciudad provinciana se apoderaron del planeta entero con sus canciones, reinventaron la música y cambiaron la vida de millones de personas para bien y para siempre. Sin el genio, la sombría insolencia y la creatividad fundamental de John Lennon no hubieran existido los Beatles y sin los Beatles el mundo sería otro.

John Winston Lennon nació en Liverpool, Inglaterra, el 9 de octubre de 1940, en plena II Guerra Mundial, mientras los aviones nazis bombardeaban la ciudad. No tuvo una infancia feliz. Su padre, Alfred Lennon, era un marino mercante que pocas veces estaba en casa, hasta que un día desapareció por completo. Después fue su madre, Julia Stanley, quien lo abandonó, dejándolo al cuidado de su hermana Mimi y su marido. John era un niño introvertido, listo e indisciplinado que fue expulsado de varias escuelas, creció escuchando discos de Elvis Presley, Little Richard y Chuck Berry, y al cumplir los 15 años supo que quería ser músico de rock and roll. En 1957, en una fiesta escolar, conoció a un jovencito que, como él, sólo soñaba con tener una guitarra en las manos: Paul McCartney. Con Paul formó una banda a la que llamó primero The Quarrymen, y después de varios nombres se quedó definitivamente en The Beatles. Con el tiempo, los Beatles estremecieron no sólo la música, sino la moda (melenas, gafas, barbas, hábitos y ropas), la política y a más de una generación, a la vez que crearon la más desaforada vorágine de triunfos, excesos, polémicas, drogas y gloria jamás experimentada por artista alguno. Al lado de Paul, John escribió más de 300 canciones, y desencadenó un enorme escándalo con una de sus frases más célebres: ``Los Beatles son más populares que Jesucristo''. Se casó dos veces, tuvo dos hijos, se convirtió en solista, se apartó de la música, fue perseguido por el FBI y la noche del 8 de diciembre de 1980, cerca de las 10:50 p.m., un psicópata cuyo nombre no debe repetirse nunca más lo mató disparándole cinco veces por la espalda a la entrada del edificio Dakota, en Nueva York, donde vivía con Yoko Ono, su segunda mujer.

Aunque muchos lo han intentado, nadie ha podido compararse a la inteligencia y la sensibilidad que le aportaron los Beatles a la música, con el ácido Lennon al frente. La grandeza del cuarteto fue desde un principio avasalladora y la verdad es que nunca nadie se les acercaron demasiado, ni siquiera los extraordinarios Rolling Stones que todavía tocan y se divierten. Los Beatles se mantuvieron varios pasos por delante del resto de los músicos porque eran --y siguen siendo-- algo tan intenso e irrepetible que ocurre sólo una vez en la vida; una belleza estética que quedó grabada de manera indeleble en nuestras emociones. Podemos escuchar por millonésima vez cualquiera de sus canciones --Strawberry Fields Forever, In My Life, Penny Lane, Hey Jude, Norwegian Wood-- y descubrir maravillados nuevos matices, sonidos y una melancólica felicidad que no cesa.

Recuerdo la primera vez que oí a los Beatles, que escuché su nombre y supe que existían. Fue en las Navidades de 1963, en una fiesta en el Cerro, cerca del cine Maravillas, a la que me invitó un amigo de la secundaria. Esa noche escuché unos gritos voraces, unas guitarras que producían una sensación rara, unas voces acopladas, una batería y unas ganas de vivir que desconcertaban. Era algo que hechizaba absolutamente, algo que se parecía al rock and roll que yo conocía desde niño, pero sonaba muchísimo más inventivo y melodioso; algo que sacudía a cualquiera y tenía una fuerza que nos atrapaba.

Ahora, al cumplir 70 años, John Lennon regresa junto a los Beatles con la energía, perfección y entusiasmo de lo que jamás envejecerá porque es eterno. Ahora sabemos que en realidad ni él ni los otros tres muchachos se han ido nunca. Los dioses están siempre a nuestro lado, acompañándonos a través del universo, son inmortales.

Artículo publicado originalmente en El Nuevo Herald el 8 de octubre de 2010.

Jorge Posada (La Habana, 1947). Escritor, periodista y traductor. Ha publicado sus artículos en diferentes periódicos y revistas de Estados Unidos. Fue antologado en Reunión de Ausentes: antología de poetas cubanos (Término Editorial, Cincinnatti, 1998).


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso Jorge el homenaje... Una noche tambien yo escuche por primera vez a los Beatles... Y senti que alguien me sacaba del mar...

Mickey dijo...

Lennon lives!