martes, 9 de marzo de 2010

Fragmentos e Imán


Por Joaquín Gálvez

Realizar un documental en el que los participantes sienten cátedra sobre la obra de José Lezama Lima constituye un proyecto harto pretencioso que intimidaría, incluso, a los más connotados expertos del autor de Paradiso. Mucho se ha dicho sobre Lezama y su universo literario, y, sin embargo, quizás todavía poco sabemos, máxime porque Lezama es uno de esos escritores cuyo rostro varía en la voz de cada uno de sus ponentes. Fragmentos e imán no pretende deslumbrar al espectador a través de revelaciones y disquisiciones sobre la obra de Lezama, pues parte de una premisa austera: el testimonio de cuatro escritores cubanos en el exilio(Miami) sobre su experiencia con la figura de José Lezama Lima.

¿Cómo y en qué circunstancias conocieron estos escritores la obra de Lezama? ¿Qué importancia tuvo para ellos, si es que la tuvo? En fin, un Lezama situado en el contexto de una generación que, para bien o para mal, sintió el impacto de su impronta. Al margen de las imperfecciones que conlleva un trabajo como éste, su realizador, Ignacio Granados, logra cumplir su cometido, pues las intervenciones de estos escritores giran en torno a esta órbita lezamiana, donde el requisito fundamental era su opinión sobre el Lezama que legaron en su tiempo y espacio, y no una alocución erudita sobre su obra.

Para ver este documental, así como otros materiales fílmicos pertenecientes a la videoteca virtual de Ediciones Itinerantes Paradiso, puede pinchar aquí

7 comentarios:

Anónimo dijo...

no es un documental, es un video casero.
pretensioso va con ce, pretencioso.

La Otra Esquina de las Palabras dijo...

Bueno, si esa es su opinión, se la respeto. Y gracias por corregirme la errata. Puede comentar si lo desea con su nombre y su apellido que no le haré nada. Estoy dispuesto a ayudarle a perder el miedo. Un saludo sin pretensión.

Anónimo dijo...

"Estoy dispuesto a ayudarle a perder el miedo."

gracias buen mozo. digame el dia y la hora que alli estaré sin falta!

La Otra Esquina de las Palabras dijo...

Quise de decir, el miedo a ser libre, a disentir sin ocultarse tras la máscara de un anónimo. Si usted cree que el vídeo es casero, respeto su opinión(como puede ver no la suprimí, a pesar de tirarme ese dardo). Creo que el día que podamos establecer un debate serio, sin descalificaciones y desprovistos de esa animosidad que nos nubla la razón, alcanzaremos la madurez para enfrentar la crítica. El punto de vista del otro no es una amenaza ni una bomba que pueda estallar en nuestro equipaje. Sólo se necesita algo tan elemental como el respeto para disentir.

Anónimo dijo...

Hay cuestiones que no son solamente de opinion. Del mismo modo que un garabato de un niño de cuatro años no es una obra de arte, ni uno que sabe tocar la melodia de la comparsita en una flauta es un musico, por alguna razon hay parecelas del arte que todo el mundo piensa son espontáneas. Lo mismo que tantos poetas se quejan por aqui de que cualquiera que corta una frase en tres no es poeta, el mismo problema aqueja al documento audio visual. que cualquiera se compre una camara digital eso no le convierte en un cineasta.
un documental es un genero que requiere el conocimiento de un lenguaje, el uso de estrategias narrativas, etc. Uno a partir de ahi puede improvisar.
Si usted quiere llamar documental a un video casero, llamelo. Pero eso no lo convierte en lo que se conoce en los medios audiovisuales como "un documental".
No se trata de disension porque es como si usted se empeña en decir que una rueda es una bicicleta. Mientras no tenga dos ruedas, un timon, pedales y demas, no será una bicicleta. Sera un artilugio casero para ir a la esquina. Pero no una bicicleta.

Anónimo dijo...

Añado: ni siquiera la bicicleta es cuestion de la presencia de sus partes. Sin conocimiento de donde esta el centro de gravedad, asi como de otros conocimientos mecanicos, sera un cacharro, pero no una bicicleta, ni siquiera china.

La Otra Esquina de las Palabras dijo...

Señor o Señora, gracias por su exposición, aunque no responde mi comentario. Lamento que lo siga haciendo de forma anónima. Dígame, por qué no pone su nombre y apellido. Si esa es su opinión(o lo que quiera llamarle), qué he de hacer yo para cambiársela. Supongamos que yo estoy completamente equivocado: de acuerdo, me equivoqué. Pero usted insiste en no poner su nombre, como si el acto de comentar en un blog(ya quité disentir) fuera un delito. Lo que usted demuestra con su anonimato es que si alguien asume su misma posición, usted lo consideraría un enemigo o una persona non grata. Si usted es mi amigo o no, porque estoy seguro de que debe conocerme, no va a perder mi amistad ni se va a ganar mi animadversión por el simple hecho de comentar. O es que en el fondo tiene una necesidad imperiosa de tirar dardos?