miércoles, 6 de enero de 2010

Un poema de José Kozer


LA CELEBRACIÓN


Cintilar; cuervo: un cuervo.


Día luminoso de invierno, nos narran historias

inspiradas en la quietud

(¿insípida?) estoy sentado

sobre el tocón a la entrada

de mi última casa: me

distiendo, los cuervos se

desbandan, me concentro

(postura; mente) cintila la

blancura, a mi lado un

cuervo.


En parte (postura) efigie de sí mismo, en parte

(mente) quimera que la

concentración funde

(bisela) cuervo irisado

(endurecido) (azabache;

morado, irisan su figura).

No se mueve una brizna

(veletas) una hoja (de

cuanta brizna y de cuanta

hoja hubo) antes de cintilar

(cuervo) el día, tras la

interminable nevada de las

últimas veinticuatro a treinta

y seis horas: me arrebujo en

la pelliza, pateo (sentado) la

nieve, hoy es el día más corto

del año, veredicto de la

oscuridad contra la nieve.


La voz cascada, el cuerpo derrengado, la vista

nublada, almorranas: el

espolón del pie izquierdo

(el derecho a punto de

caramelo) me torcí antier

la muñeca derecha (duele

como rayo) (el mismo rayo

que me hace escribir un

poema tuerce en un

santiamén, sin resplandor,

la muñeca): a qué enumerar

todos mis achaques, llenar

papel por gusto. En su lugar,

diez de la mañana (en

principio, siempre son para

mí las diez de la mañana) paso

a paso (con cada paso, la mente

quieta, mudo de aspecto: rabí de

caftán y tirabuzones; galancete

cubano en una esquina chuchera

mirando y dejando; alfarero

burilador calderero delineante;

viejo patán, joven Ariel, alma

sin cuerpo; arquero samurai,

cambian los tiempos, pasé a

ser tendero; y esta mañana,

entro al jardín de Yuan Mei,

del brazo de Yuan Mei, yo

soy, más él, esta mañana, el

día más corto, Yuan Mei):

lo que crece decrece en su

justa proporción. Un cuervo,

una mancha sobre la nieve

(el papel). Una espadaña,

la semilla desciende al lecho

de la laguna artificial del

jardín de Yuan Mei. Asimetría,

gran concierto las bandadas de

cuervos que pasan volando

rumbo a la circularidad del

tiempo. En el campo nevado,

a la vista, en su proporción

justa, una lápida: sucinta

cuan familiar. Él. Es él. Le

tocó primero a él, su día más

corto de aquel año ya pasó. Y

leo en caracteres chinos (en

las concavidades) cómo en

su casa todos reían, y no en

detrimento del aire.


José Kozer (La Habana, Cuba, 1940). Hijo de inmigrantes judíos. En 1960 se trasladó con su familia a los EE.UU., donde reside desde entonces. Por más de treinta años fue profesor de Lengua y Literatura en español en Queens College de Nueva York, donde también ocupó la jefatura del Departamento de Literatura Comparada. Ha recibido las becas Cintas y Gulbenkian, además del Premio Julio Tovar de Poesía en 1974. De su amplia obra poética merecen destacarse: "Este judío de números y letras" 1975, "Jarrón de las abreviaturas" 1980, Et mutabile" 1995, "Dípticos" 1998, "Rupestres" 2001, "Stet" 2006 y "Trazas" 2007.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Joaquin, gracias por traer a un poeta de altisimo nivel a la otra esquina.

Anónimo dijo...

eso, y el poema es excelente

Anónimo dijo...

Coincido con los comentarios anteriores, el poema es excellente. Gracias Joaquin por mantener el alto nivel.

Rolandojorge1955 dijo...

mandale el link a kozer, joaquin; gracias

La Otra Esquina de las Palabras dijo...

Gracias a todos por participar. Rolando, ya le envié el link a Kozer; gracias a ti también. Ha sido un honor tener al maestro Kozer en la Otra Esquina.