martes, 28 de diciembre de 2010

LA CANTANTE SE VA DE GIRA


Por Luis de la Paz

El hombre lleva siglos explorando los misterios, uno de los más emblemáticos está relacionado con la creación artística en todas sus vertientes. En particular la literatura, donde lo enigmático alcanza dimensiones insospechadas, tiene en la poesía la más oscura de las incógnitas posibles. Un poeta hace resplandecer las más extrañas claves de su mente, poblando su texto de señales que han de retumbar en el lector, para atraparlo, para hacerlo partícipe (hasta cierto punto cómplice) de sus desencuentros. La poesía no es comunicación directa, como lo puede ser un relato, la poesía está cubierta de negruras que han de redimirse en cada verso, en cada estrofa. Así, como una lucha difícil, pero de resultados sorprendentes, es como percibo la poesía del escritor cubano Rolando Jorge.
   
En La cantante se va de gira (Editorial Silueta, 2010), que agrupa ocho libros distintos, escritos a lo largo de varios años (entre 1994 y el 2009), el autor doblega a la poesía más convencional, incluso desafía con autoridad a los más herméticos autores. Algunos versos son sencillamente impenetrables: “Duerme caballo enjabonado dentro de unos panecillos”, imagen que para mí va más allá del surrealismo, sobrepasando incluso el dadaísmo. En esos versos tal vez no se encuentre “razón”, pero sí, en su compacta esencia se selle una extraña sensación de curiosidad expresiva. Jorge también ha dotado su libro de estructuras muy exigentes (en algunos casos no es posible “entender” por qué va una mayúscula después de una coma, creando una ruptura, una pausa, quizás aparente, que puede desorientar; o el porqué cambia la tipografía en ciertos poemas), pero esos detalles no afectan los atributos de los versos.
  
Rolando Jorge es un escritor culto, y en su libro se hacen sentir esas lecturas asimiladas. En general su poesía es turbadora y subyugante; provocadora: “Haré un verso sobre absolutamente nada./ Sobre estaciones, café, pan tintineante/ y en un color terriblemente industrial/ po-e umm * @ ) ha=! . sía- ‘ &”.
   

Los poemas vibran en frecuencias muy particulares, emotivas. Uno de los más conmovedores textos es Otredades donde expresa: “Sentado a tu lado madre/ reparo las naves de mi partir,/ reparo los malhechores del camino.// Pienso en ti cuando era feliz y completo,/ viejo tremor de claro de bosque,/ virado paisaje interior”. Estos versos son cristalinos, y pertenecen a uno de los libros más recientes del volumen En el poema Cálculo dice: “Mi hermano viejo, mi mano vieja,/ mi pelo cano/ (no sé qué tengo, soy viejo)./ Enriquezco páginas con el deseo/ de escribir./ Colgué lo que sentí/ en antiguas escalas./ Viví lo que escribí, en un puente/ con agua chica y garganta./ Mi garganta bebe tristeza./ Mi cabeza bebe/ y no refresca./ Una edad más decente prueba que existo./ Es difícil reír y explicar/ lo que me alegra completamente./ He de escribir de mí/ y de mi pariente que dice/ Vale la pena haber nacido./ Yo ni siquiera soy un poeta viejo”.
 

La esencia de la poesía tiene que ver con la habilidad de elevarse y alimentar al lector con destellos emocionales. Esos atributos están en los poemas de Rolando Jorge. 

Publicado originalmente en La Revista del Diario el 16 de diciembre de 2010

1 comentario:

  1. agradezco las palabras de
    Luis de la Paz,disfruto estas rarezas a las que Rolando jorge nos acostumbra,pocas veces puedo leer sin agotarme a mis contemporaneos,pero en Rolando Jorge siempre encuentro una invitacion.

    juan carlos valls

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