sábado, 12 de octubre de 2013

Un poema de Joaquín Gálvez


 
 
 
RETRATO MALDITO DEL POETA

 

Soy la nota disonante del orden establecido:

la oveja negra del rebaño

humanamente social y familiar;

el hijo pródigo que se marcha y más nunca regresa.

Soy el portador de la antorcha de Sócrates y de Jesús,

aún sin los designios de la cicuta y la cruz;

a quien le causa fiebre las inclemencias del status quo.

Soy Ovidio, otro expulsado de la vida,

precisamente, por cargar con mi pluma tanta vida.

Soy el que lleva la soledad como diadema,

aquel que inunda todo espacio con su lava

de eterno inconforme:

el dandi y también el santo.

Soy el cabecilla en la lista negra,

el que sólo cumple con las leyes de sí mismo

-por supuesto, un condenado de sí mismo-.

Soy el que cree en cierta bondad de los demonios,

así como en cierta maldad de los ángeles.

Soy el profeta Kahlil Gibran: “mi maldad es mi bondad terriblemente herida”

(algún amor –alguna nobleza- me mostró la ruta del crimen).

Soy el Abad devoto de la duda,

el eterno viajero de esa nave que zarpa hacia la nada.

Soy el que, más allá de todas las posibilidades,

intuye en el suicidio una puerta.

Soy el que convivió con Erich Fromm en un manicomio de América

(ambos no fuimos patológicamente normales).

Soy el que no descarta el alcohol y otras alturas (prohibidas),

quien deja rastros de sus ojos en unas piernas entreabiertas.

Soy, inevitablemente, el que se encontrará con Charles Bukowski en su camino.

Soy el militante del antiextremismo

(¿acaso otra forma de ser extremista?).

Soy el discípulo que reniega de su maestro,

y el maestro en cuya estrella brilla el desafío de su discípulo.

Soy el defensor de la lógica del absurdo,

quien cultiva con altiva humildad

este gladiolo del ego.

Soy el aguafiestas de las manidas fiestas,

el único que pudo dar con la luz en un Gulag de Siberia

(¡ah, mi sagrada escritura!).

Soy el peregrino que parte a cumplir su misión estética,

para nunca llegar al rostro definitivo de la belleza.

Soy el que no soy,

pues siempre habrá otro Yo esperándome.

Soy, obviamente, el poeta.
 
 
Poema perteneciente al libro El viaje de los elegidos (Betania, Madrid, 2005)

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