miércoles, 26 de diciembre de 2012

Presentación de "Apocalipsis: La Resurrección" en La Otra Esquina: Fotos y palabras de presentación


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Ciencia oculta en Apocalipsis: la Resurrección

Ángel Velázquez Callejas

¿Qué es el Apocalipsis? En su origen no fue una palabra para designar una catástrofe de la naturaleza, sino el proceso de un parto doloroso.  El término “catástrofe” se usa como Apocalipsis para distinguir metafóricamente las ambigüedades y el colapso de ese proceso, en el cual están presentes el miedo, la duda, la soberbia, el malestar  e incluso la incapacidad  racional del ser humano para ir más allá de la inconsciencia. Apocalipsis es una alegoría para dar significado a lo que transcurre en el mundo interior humano. Es una categoría subjetiva e individual. Apocalipsis en psicología equivale a una noción de inconsciencia. Decir que somos seres inconscientes en determinados momentos de la vida es atribuirnos una impronta apocalíptica.

 ¿Qué es la Resurrección? El resultado lógico, la consecuencia final de ese proceso apocalíptico. Por añadidura, al Apocalipsis sigue la Resurrección. Lo que vamos a vivir ahora como fin del mundo, como hora final, no es una fecha histórica, un suceso real, sino un evento simbólico del mundo interior. Lo que va a suceder mañana no es el Apocalipsis, sino la Resurrección. El Apocalipsis no tiene un carácter de devenir, de futuridad, sino de recurrencia y finitud. Lo que se espera que ocurra mañana, según el saber de la ciencia oculta,  es el fin del Apocalipsis, el cese del dominio del ego sobre la mente humana.  Con ese  final, es decir, cuando el ego se ponga a disposición del hombre, habrá comenzado la Resurrección. Este fenómeno renacentista de la Resurrección constituye una revelación que trasciende el Apocalipsis.

 Pero no se puede separar un suceso del otro. La ciencia oculta revela –y el Nuevo Testamento no es más que un tratado de ciencia oculta-- que Apocalipsis y Resurrección constituyen un proceso dialéctico de la vida. La vida no es más que el juego polémico entre el nacimiento de lo nuevo, o lo que está por nacer, y el encallecimiento de lo viejo. En el campo social y cultural esta contradicción se resuelve en la vieja lucha entre el discurso tradicional, que intenta perpetuarse, y lo que es diferente y novedoso. En este sentido –muchos la acuñarían de iconoclasta-- la novela de Armando Añel Apocalipsis: la resurrección es una invitación  a experimentar lo novedoso y conseguir que dicho Apocalipsis forme una categoría de la conciencia presente en el  quehacer cotidiano. “Sexo, violencia, locura y adoración, todo mezclado”, constituyen el Apocalipsis. Esa locura, desde la mente humana y con el ego como su más grande impulsor, es lo que se pide que llegue a su final.

 ¿Cómo se salvaría la situación aparentemente sin salida a la que está abocado el hombre? Para Añel, el personaje que llevaría a cabo la resurrección, el renacimiento, la salida a lo ya establecido y manido,  es una mujer. Es el espíritu femenino. Trátese de un género u otro –hombre o mujer--,  es el espíritu femenino el está en capacidad de sortear los obstáculos de la recurrencia apocalíptica.

Idamanda trazará la línea de combate y lo primero que nos pide es que recobremos  la inocencia: Háganse niños nuevamente, ábranse a lo nuevo, a lo desconocido. Mañana, cuando llegue el fin del mundo, busquen adentro, miren si la vida sigue siendo la mente. Porque de seguir siendo la mente, no habrá Resurrección.

 

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