Muerte de un perro
Y ahora la ausencia de su ladrido
retumba como una canción,
por donde retorna el remanso de la
casa.
Miro al firmamento
como si recobrase la luz de su
hocico,
aquella fiesta que comenzaba cuando
lamía mi rostro.
que construye su silencio.
Era mi invulnerable bastión
para que no se desangrara la
inocencia;
la última carta de un paradigma,
que me hacía acreedor de unos ojos
con los que aún veía al hombre.
la soledad me abre su multitudinaria
puerta.
Sencillo, elocuente, conmovedor....de eso se trata la verdadera poesia..
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