Bitácora de una calle
Para Magali Alabau
Sentado en los
contenes,
cobijándose
contra un poste sin alumbrado,
con medio oído
deambulando en la bitácora de un vecino.
Villas y
castillas para el corazón de la primera novia.
Mirábamos por
un hueco; un hueco era nuestro aliado…
Epígonos de una
perversa tradición,
con qué
santidad nos asomamos a la desnudez ajena.
Y en el
precario asfalto un sueño encontraba
su único pedestal,
cuando el sudor
era el oro de toda una jornada.
El último de la peste…
Pero todos
fuimos primeros en la versión de la noche:
We are the champions
- my friends…
No time for
losers’ cause,
we are the
champions of the world.
Cierto, desde este diván de
la memoria
no son tontas aquellas
canciones.
cobijándose contra un poste sin
alumbrado,
con media lengua viajando en
la máquina de Wells,
se empeñaba en descifrar los
signos de una geografía (desterrada).
De una esquina a la otra,
legamos la corona de algún
escándalo,
el retrato de una lechuza que
atravesó nuestros ojos
mientras se agazapaban en la
luna.
cobijándose contra un poste
sin alumbrado,
con toda el alma violada por
el apagón de un país.
La memoria de esta calle
definió mi equipaje.
Cruce un mar
dejé trunco este poema.
Me han encantado estos versos:
ResponderEliminarEpígonos de una perversa tradición,
con qué santidad nos asomamos a la desnudez ajena.
Irene López Kuchilán
me gustó. El final me parece muy bueno.
ResponderEliminargracias
sindo
Buen texto hermano, con versos muy escénicos como “cobijándose contra un poste sin alumbrado”. Agradecido Joaquín sobre todo por la frase grande “con toda el alma violada por el apagón de un país”.
ResponderEliminarAd Guerra
Buen texto hermano, con versos muy escénicos como “cobijándose contra un poste sin alumbrado”. Agradecido Joaquín sobre todo por la frase grande “con toda el alma violada por el apagón de un país”.
ResponderEliminarAd Guerra
Gracias, amigos, les agradezco sus comentarios y la lectura de este poema.
ResponderEliminarAbrazos