martes, 5 de junio de 2012

Tres poemas de Lilliam Moro


JOSÉ LEZAMA LIMA



Para Vicente Báez


dónde los libros,

los empolvados, los queridos;

dónde el helado de fruta en sutil equilibrio

sobre el barquillo tan crujiente;

dónde la brisa que casi apaga el oloroso habano,

la Avenida del Puerto, las tardes de aquiescencia,

y esa tranquilidad crepuscular que mitiga la sordidez del día;

dónde la bondadosa porcelana,

el diario milagro del café,

la taza pequeñísima que aún quedaba visible

entre los grandes dedos;

dónde las madrugadas del asma recurrente,

el horrible pitido entre pecho y espalda,

dónde la medicina que siempre llega tarde

de tan lejos, tan lejos;

dónde las confituras,

el festivo papel de celofán hecho para envolver todo lo efímero;

dónde la madre;

dónde aquellos amigos —los de entonces, los únicos—,

que se fueron marchando poco a poco

sin ruido de palabras;

dónde los manuscritos importantes,

y los menos también, el simple y olvidado papelito,

el apunte fugaz,

el verso suelto que no llegó a ser parte de un poema,

quizás escudriñado ávidamente

ahora que ya no estás para prohibir la entrada

a los esbirros ilustrados:

que no entren, no, a esa casa

en una calle de simbólico nombre: Trocadero;

dónde los libros dedicados, los huérfanos zapatos,

las cartas de Eloísa;

dónde el miedo, Maestro, siempre el miedo

cuando entre madrugada y madrugada

ibas creando el Paradiso.


 DESPEDIDA



Para Amando Fernández,

In memoriam



 Qué sorpresa la vida, amigo, en esta playa

desde la que miramos esa balsa alejándose,

en la que cada uno ha montado por turno

y ha navegado solo. La Rosa de los Vientos

sólo ha servido para desorientarnos.



El mar está tranquilo. El oleaje en susurros

moja los pies y se retira. La piel arde, conserva

la insolación terrible de la infamia.

Hemos dicho tantas veces adiós.

Pero estamos aquí contra viento y marea.



La noche está ahora mismo despejada:

el farero olvidó encender la linterna

y la calma da frío. Los ojos casi duelen

buscando una señal que no aparece nunca.



 EL RECIÉN LLEGADO



Para Luis M. Gómez


Has llegado de entonces

con todo el equipaje de lo que no viví

y las maletas están abarrotadas.

Seguramente has recibido

mi mensaje dentro de la botella

y traes los bolsillos llenos de polymitas,

caballitos de mar

y el cuerpo de algún tránsfuga hinchado ya,

hecho pedazos por los tiburones.

Vísteme con las hojas del álamo que abracé antes de irme,

con sus viejas raíces de color ocre oscuro,

su paz, sus hormiguitas.

En tus ojos florecen la siempreviva y el galán de noche

y ese olor adormece hasta el rencor, lo sé:

dame un pétalo sólo, sé generoso, amigo,

que se me pudren el pie y el corazón

y hay un montón de cosas que se pudren

y es un olor insoportable.

Adminístrate bien tantísimos tesoros

que hay que guardar para cuando no haya:

cuando todo se acabe

y los recuerdos desaparezcan sin previo aviso,

entonces

sabrás lo que es vivir por qué más da.

Yo te estaré esperando

para inventar La Habana que llevamos

como un lío de amor dentro del pecho,

persistente y constante como un acto fallido,

como un amor fatal.


LILLIAM MORO nació en La Habana en 1946 y salió de Cuba en 1970 hacia España.Estudió en la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana.Perteneció al grupo de jóvenes escritores de las Ediciones El Puente.Ganó el Primer Premio de Poesía en Concurso celebrado entre las Escuelas de Letras de las Universidades de La Habana, Las Villas y Oriente, con su poemario El extranjero, en 1965. Participó en el primer recital de poesía y canciones de feeling que tuvo lugar en El Gato Tuerto en 1964.Publicó críticas literarias y poemas en el periódico El Mundo, y en las revistas Unión, La Gaceta de Cuba, Bohemia y Casa de las Américas durante la década de 1960. Ha publicado los poemarios La cara de la guerra (Madrid, 1972), Poemasdel 42 (Madrid, 1989), Cuaderno de La Habana (Madrid, 2005), y sus poemas han aparecido y han sido comentados en diferentes antologías, publicaciones periódicas y ensayos de España y Estados Unidos. En la boca del lobo obtuvo Premio de Novela en Madrid en 2004




5 comentarios:

  1. Magistrales, en particular el de Lezama es el mejor homenaje poetico que yo haya leido y recordado. Jesus

    ResponderEliminar
  2. Vas de Esquina en Esquina, dejando a tu paso el recuerdo de aquella ciudad lejana que ya sólo vive en las letras que se juntan con dolor y nostalgia. Sólo los que leímos aquella pequeñísima noticia escondida en el parte nacional, conocemos la soledad en la que murió el poeta. Con tu poema, me trajiste aquel día de 1976. Carabela

    ResponderEliminar
  3. Gracias a todos los que me han enviado por e-mail sus generosos comentarios (pero no los han publicado en el blog). Es muy gratificante saber que lo que escribo llega al lector.

    ResponderEliminar
  4. Qué inteligentes, amigables, plácidos, hedonistas y humanos estos poemas. Qué bien se queda uno después de su lectura...la nitidez de la imágenes...el homenaje...la Isla...la presencia del mar. Una delicia ...de corazón se lo digo. Honradamente no sé quien es usted, pero felicidades junto a su divulgador Joaquín Gálvez.


    Eduard Reboll

    ResponderEliminar
  5. Estos poemas de Lilliam Moro tienen la tensión austera de sus otros textos, con la diferencia de que en estos ella se va a espacios más extensos, más amplios, y eso le permite adentrarte en pausas interiores y cambios ligeros de tonos, especulaciones necesarias para llevar adelante cada tema con el debido detenimiento y la delicadeza necesaria. Te felicito, mi gran amiga.
    Reinaldo

    ResponderEliminar