viernes, 1 de junio de 2012

Fallece el escritor cubano Lorenzo García Vega



Por Sarah Moreno, El Nuevo Herald

El escritor cubano Lorenzo García Vega, representante destacado del grupo Orígenes e importante innovador de la poesía de habla española, falleció hoy en Miami aproximadamente a las 5 p.m. en el Metropolitan Hospital.

Vega, de 85 años, sufrió recientemente un ataque vesicular, que se le complicó con un grave padecimiento del corazón que lo aquejaba desde hacía tiempo.

“Lorenzo era un escritor incesante, que estuvo trabajando activamente hasta hace muy poco. Fue uno de los grandes innovadores de la poesía cubana, que trascendió los límites de la isla”, expresó el escritor y crítico de arte Carlos M. Luis, quien lo consideraba un gran amigo y solía salir a caminar todos los días con García Vega.

“Sus libros de aforismos son muy importantes, entre ellos Los rostros del reverso. Tenía la habilidad de convertir los hechos cotidianos en una reflexión sobre la vida”, indicó Luis, apuntando que con su estilo confesional, que a veces se inspiraba en los sueños, García Vega podía transformar un viaje al supermercado Publix en una pieza literaria de gran valor.

García Vega (Jagüey Grande, Cuba, 1926) es uno de los últimos miembros que quedaba del grupo literario que se reunió en torno a la figura de José Lezama Lima, y que fundaron la revista Orígenes en la década de 1940, una publicación de importancia capital en las letras hispanoamericanas. Sólo le sobrevive de este grupo la poetisa Fina García Marruz, que reside en Cuba.

“Lorenzo es uno de los poetas que ha sido reconocido tarde, pero con una intensidad muy grande”, señaló Luis, contando que había recibido recientemente un homenaje en la ciudad de Huelva, España.

Entre los libros seminales de su quehacer destacan el poemario Suite para la espera (1948), que se considera una reinvención estética de los ideales surrealista y cubista. “Lo compuso bajo la tutela de Lezama, y según su consejo, hizo cambios en ciertas palabras y frases para enriquecerlo”, contó Luis, añadiendo que fue Lezama quien le recomendó la lectura de Los cantos de Mardoror, del Conde de Lautréamont, que tuvo una gran influencia en su obra.

En 1952 García Vega recibió el Premio Nacional de Literatura en Cuba por Espirales del Cuje, y en 1979 publicó el ensayo autobiográfico Los años de Orígenes (Monte Avila, Caracas), que se reeditó en Buenos Aires en el 2007.

“Fue el libro que más controversia le causó, por sus críticas al Origenismo”, dijo Luis.

García Vega salió de Cuba rumbo a España a mediados de la década de 1960 y luego se mudó a Nueva York, donde residió durante tres años. En esa época vino a Miami y abrió una librería, que duró apenas un año. Más tarde fue a trabajar a Caracas con el apoyo del intelectual venezolano Juan Liscano, que fue director de la editorial Monte Avila. A finales de los años 1970 se estableció definitivamente en Miami.

“Llamaba a Miami ‘Playa albina’. Consideraba que era una lugar para vivir sólo por las circunstancias”, recordó el pintor Baruj Salinas, quien también tenía una relación muy cercana con el escritor.

“Él fue un bag boy en Publix”, contó Salinas, refiriéndose al hecho de que el escritor trabajó poniendo mercancías en bolsas en un supermercado, en la década de los 1990.

“Lo queríamos como el gran escritor que era, pero también como una persona amable y gentil. Lo extrañaremos mucho”, dijo Salinas, quien como pintor abstracto sentía una gran conexión con las imágenes de esta naturaleza que hallaba en la obra de García Vega.

Por su parte, el poeta Fernando Palenzuela, que disfrutó de la amistad de Lorenzo a lo largo de tres décadas, destacó su generosidad para compartir su experiencia con jóvenes escritores.

“Siempre lo recuerdo como alguien que era capaz de dar consejos a los escritores más jóvenes y a la vez también de pedirles opinión sobre su obra”, dijo, recordando que García Vega solía compartir con el fallecido escritor Carlos Victoria, uno de los representantes de la llamada generación del Mariel, llegados a Estados Unidos en 1980.

“Todas las semanas Carlos lo visitaba y Lorenzo le leía capítulos de su autobiografía, El oficio de perder (2004)”, contó Palenzuela, quien apuntó que en su ultimos años García Vega estaba interesado en escribir minicuentos.

“Tenía una libreta de apuntes en su mesa de noche para escribir los sueños, que luego trabajaba en cuentos de menos de una cuartilla”, recordó Palenzuela, quien menciona entre los escritores que García Vega admiraba al argentino Macedonio Fernández, al rumano Emil Cioran, los estructuralistas franceses y George Lichtenberg, por sus aforismos.

“García Vega está en una categoría indefinible, era un hombre de vanguardia, que solía describirse como un ‘no escritor’. Lo que hacía no se parece a nadie, su estilo era experimental”, explicó Palenzuela.

García Vega también cultivó la crítica literaria, que matizaba con un humor a veces perverso, según Palenzuela. Sus amigos lo recordarán además como un gran contador de historias, que exponía sus puntos de vista sin discutir.

Según Margarita Pintado Burgos, estudiante de la Universidad de Emory, en Atlanta, quien trabaja en una tesis sobre García Vega, éste se asumía como un escritor marginal, cuyas acciones estaban atadas a su escritura.

“Tenía una gran voluntad de vivir y de poner su vida a disposición de la creación”, dijo Pintado Burgos, que colaboró con el escritor en el blog Ping-Pong Zuihitsu.

Por su parte, el escritor Antonio José Ponte recordó el olvido al que fue condenado García Vega en Cuba por haberse exiliado. “En 1994, celebrándose el cincuentenario de Orígenes, yo elegí ocuparme de Lorenzo García Vega. Hablé en público de él (era la primera vez que se le mencionaba desde que él se exiliara), y recibí ataques, reproches y protestas. Su obra era altamente polémica, como pude comprobar”, rememoró Ponte, quien destaca la “juventud” del estilo de García Vega.

“Hace unos días, en México, entre escritores, me pidieron nombres de jóvenes escritores cubanos y mencioné, entre los jóvenes, a Lorenzo. Su obra, hasta la de los últimos textos suyos que leí, era jovencísima. Dicho en el mejor de los sentidos”, reconoció Ponte.

A Vega lo sobreviven en Miami su esposa, Marta, y su hija Judith. No se efectuarán servicios funerarios porque el escritor pidió ser cremado. Sus restos descansarán junto a los de su madre en un cementerio católico de esta ciudad.


Cortesía: El Nuevo Herald


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