coneja crispada
fui una niña-ala
niña-hueco
orificio
se me estremecía la carne
avasalladora
carne
corría peligro de ser violada
de entregarme
a desconocidos abismos
a irreversibles violencias
y esa niña aletea en mí
cual mariposa pinzada en mi pecho
siempre alerta la metáfora
agónica
crispada de deseo
si alguien puede verla
auscultada por el médico
las piernas prestas al vuelo
conejilla lisiada
bicho raro
abierta la madriguera.
el deseo
soy biológicamente una mujer, puesta en dudas.
mi deseo es indiscriminado:
una mujer un hombre una nube una mesa
detonador de una barbarie sobria y descocada
soberbio, tiembla en mi boca
urge entre las piernas
y se chorrea como la flor de una santa
hinca como las espinas de santa Rita
arde como las llagas de Cristo
como si se fuera a calmar
como si un rezo lo perdonara el desvarío
si acaso lumbre
mi deseo lanza a volar su fruta encendida
el cisne vuela en el estanque
los pájaros nadan en el cielo
mi deseo tiene la verdad del cuerpo.
y le doy palabra ardiente que palpita.
Una coneja de Angora, si tal existe, hermosa y ronrroneantemente seductora...
ResponderEliminarLo que se lleva dentro...se lleva a-dentro. Y lo de afuera ¿...qué importa si viene de uno mismo?
ResponderEliminarAmílcar Barca
Pdta: No puede haber poesía si hay ficción o engaño: por eso de ti afloran versos como jirones de piel adormecidos por la lírica.
Felicidades y gracias... fue una noche viva y potente como el propio aguacero que devino al final.
Un abrazo.No saben cuanto deseo verles... Maravillosa siempre Rosie. Alberto Lauro
ResponderEliminarRosie Esa mágica noche con el agua llovió tu encanto y tus versos. Gracias. Saludos, Judith G.
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