sábado, 3 de septiembre de 2011
Epílogo de un desconcierto
Por Joaquín Gálvez
El sonado concierto de Pablo Milanés en Miami ha sacado a la luz los divergentes puntos de vistas que existen entre los cubanos, tanto los de la isla como los del exilio, a la hora de enfocar la situación cubana. Y no es que esta diversidad de criterios en torno a un controversial concierto sea algo negativo; todo lo contrario, dentro de un contexto de espíritu democrático es loable, siempre y cuando se respeten las opiniones del otro y no las convirtamos en campos de batallas con enemigos a los que hay que exterminar. El problema está en la forma en que se realiza el debate de ideas y cómo somos capaces de convivir con las opiniones ajenas.
Primeramente, debemos saber distinguir entre enemigos y adversarios políticos. En el primero de los casos, el enemigo es la cúpula gobernante y los acólitos, que aún defienden el sistema imperante a capa y espada (o con una máscara), apoyando todo acto de represión contra los disidentes y las manifestaciones de descontento del pueblo cubano. En el segundo caso, el adversario puede ser de un partido u otro, incluso hasta socialista, pero disiente con el gobierno y aboga por reformas y libertades individuales. En este aspecto coincidimos, por lo que podemos trabajar con un objetivo común. El enemigo, sin embargo, no escucha, pues su antagonismo le impide convivir con la opinión del otro, al que quiere aplastar como a un roedor que se infiltra en su casa.
No estoy de acuerdo con muchas de las declaraciones de Pablo Milanés en lo que respecta a su línea de pensamiento político, pero coincido con la posición de intelectuales del exilio, como Carlos Alberto Montaner y Enrique Patterson , al darle la bienvenida al cantautor cubano, pues ésta tiene la voluntad de encontrar nuevas tácticas para enfrentar al verdadero enemigo, es decir, el gobierno cubano, por eso le han dado un voto de confianza a las críticas que Milanés le ha hecho al régimen de La Habana, incluida su decisión de no de firmar la carta de apoyo al fusilamiento de los tres jóvenes que trataron de escapar de la isla en la lanchita de Regla.
Por supuesto, muchos desean que una figura mediática como Pablo Milanés haga más por la causa cubana. Por ejemplo: que convoque una rueda de prensa en La Habana para manifestarse abiertamente en contra de la dictadura y en favor de Las Damas de Blanco, o que salga a las calles a protestar; aunque esto pueda conducirlo al ostracismo en la isla. Y después qué… Volver a la inercia de siempre, como ya ha pasado cuando lo han hecho otras figuras de prestigio dentro del mundo cultural cubano, quienes han sido incluso disidentes y presos políticos, para luego terminar en el exilio.
El gobierno cubano sabe cómo quitarse de encima a sus potenciales enemigos y cómo distribuir la cuota de disidentes y exiliados para atenuar todo peligro de protesta y levantamiento masivo en su contra. Si opinamos y hasta dictaminamos desde esta orilla lo que debemos y no debemos hacer en Cuba, se debe a la efectividad de este gobierno en lograr que muchos desafectos tomen el camino del exilio, ya sea por razones políticas o económicas, y no se sumen a los grupos opositores que operan clandestinamente en la isla. Lo verdaderamente lógico –por no decir valiente- sería que todos los que nos oponemos al castrismo lo hiciéramos dentro de Cuba.
Por otra parte, la dictadura cubana ha sabido tomarle el pulso a nuestras reacciones en el exilio, como la campanilla de Pavlov que al sonar hacía babear a los perritos, para que trabajemos en su favor con la protesta estridente y las expresiones vulgares, que en la mayoría de los casos son llevadas a cabo por un verdadero grupúsculo, representado por la Vigilia Mambisa y su “líder” Miguel Saavedra. Protesta a la que en toda democracia se tiene derecho, pero que desgraciadamente en muchas ocasiones le ha faltado civismo y vision táctica para luchar contra un enemigo que ha sabido venderle al pueblo cubano y al extranjero una imagen distorsionada del exilio cubano de Miami.
“Ese negro de mierda de Patterson es un canalla”, “Carlos Alberto Montaner es un traidor”, o la declaración de un oyente en un programa de radio: “Pablo Milanés canta con voz de afeminado”, son expresiones que demuestran falta de madurez cívica, y responden a los mismos patrones culturales de conducta de los que se ha aprovechado el régimen castrista para detentar el poder. Lamentablemente, este tipo de conducta encuentra eco en algunos conductores de la radio miamense, quienes, al estar en contra de un concierto como éste, emplean un lenguaje lacerante que contribuye a exacerbarla.
Otro aspecto que salió a relucir durante la saga de este concierto, es el del expediente acumulativo al servicio del régimen. Sucede que en el exilio hemos demostrado indulgencia con ex militares de alto rango, ex jefes de gabinetes de ministros, ex agentes de alto rango de la Seguridad del Estado , ex escoltas del punto cero y de la guardia personal de Fidel Castro, ex periodistas de prensa latina devenidos en agentes de la Seguridad del Estado, intelectuales que a principio de la Revolución en sus artículos clamaban por expeditos fusilamientos, locutores que apoyaron la intervención de la CMQ, escritores que hoy son jueces políticos, que gozaron de los privilegios de la cultura oficial y que no movieron un dedo en contra del régimen mientras vivieron en Cuba, etc; algunos se pasean altivamente por los programas radiales y televisivos aumentando los ratings y los salarios de sus presentadores. Muchos de estos ex abyectos son hoy paladines del anticastrismo en Miami y jueces implacables, no solo de un artista como Milanés, sino también de aquellos disidentes que no coinciden con su agenda.
Se entiende el dolor de muchos exiliados a quienes el régimen les fusiló familiares, los condenó a largos años de prisión o los sometió a la humillación pública. Pero qué tal si Pablo Milanés, aprovechando su concierto en Miami, hubiera pedido asilo político haciendo declaraciones coincidentes con las de algunos de los que vociferaron en su contra, de seguro que su expediente súbitamente comenzaría a perder importancia. En otras palabras: te integras a mi bando, dice más o menos lo que yo quiero escuchar, y te perdono; pero mientras vivas en la isla (el campo de batalla), o no hagas el tipo de disidencia que yo quiero, eres mi enemigo a muerte, no me importa tus críticas al régimen. He aquí la voz del desconcierto: “Dudo de él por lo que ha sido”, “ me temo que sea un agente”, “no le puedo dar el beneficio de la duda porque dice ser revolucionario”, “lo hace por oportunista” (¿cuántos no lo fueron hasta que le pisaron los cayos y hoy son exiliados?).
El castrismo nos ha infundido un derrotismo, mezcla de pesimismo con cinismo, que supera todo realismo, el cual nos hace ver siempre el vaso medio vacío en vez de medio lleno. La imagen de invencibilidad del régimen, que ha calado muy bien en la sique de los cubanos, nos ata las manos y también la mente, a tal punto que nos desgastamos en la lucha inútil contra los adversarios políticos y no logramos aunar intereses comunes para derrocar al verdadero enemigo.
Cuando se plantea que Milanés dice una cosa en el extranjero y otra en Cuba, la realidad cubana es muy difusa para poder juzgar con certeza su posición política desde este prima. Ejemplo de esto es que artistas como los Aldeanos y Silvito el libre, con fama de contestatarios en Cuba, cuando se presentaron en Miami, no dijeron ni una palabra en contra del régimen, razón por la que se les crítico. Lo mismo sucedió con Carlos Varela, el trovador más contestatario durante el Periodo Especial; sin embargo, durante esa época era muy tibio en sus opiniones políticas en el extranjero. Desde esta óptica, muchos de los que hoy pululan por estos lares como parte del llamado intercambio cultural, no sólo se niegan a hacer declaraciones políticas sino que se molestan si algún periodista le formula una pregunta que tenga esta connotación.
Si una figura del pragmatismo político de Carlos Alberto Montaner tuvo una posición de acercamiento, en vez de rechazo visceral, a Milanés, sin que esto significase que comulgase con sus convicciones revolucionarias, es porque ha comprendido la necesidad de encontrar nuevas tácticas para enfrentar al régimen, sobre todo cuando alguien de la relevancia de este trovador da señales de distanciamiento con respecto a la política oficial. Gesto que por una parte le demuestra a los que viven en la isla que los exiliados somos capaces de trabajar en conjunto con personas que han apoyado al régimen, en aras de un cambio en Cuba, independientemente de las diferencias de ideas, y que, por tanto, no somos esos revanchistas y reaccionarios que caricaturiza la mesa redonda en la televisión cubana.
Muchos de estos funcionarios del régimen saben que el cambio es inevitable una vez que los dinosaurios del poder desaparezcan. Si lo que deseamos para Cuba es un sistema democrático, no nos queda otra opción que convivir con las diferencias de pensamiento político, e ir allanando el camino con muestras de tolerancia y hasta de indulgencia con quienes, a pesar de su militancia oficialista, comienzan ya a disentir. Es muy tenue la línea divisoria entre la justicia y la injustica, entre las víctimas y los victimarios (recuerden 1959, aprendamos algo de la historia).
Sí, podemos diferir y protestar, pero tengamos en cuenta también las tácticas a emplear, puesto que las diferencias entre los movimientos y partidos politicos cubanos no transcurren dentro de un ambito nacional democratico, sino desde una posición de lucha contra un régimen totalitario, que por más de cincuenta años ha sabido mantener con eficacia las riendas del poder. No colaboremos con éste reproduciendo sus métodos y sus esquemas antidemocráticos, ni tampoco demostrando que tenemos más interés por el ajuste de cuenta que por el destino de una nación.
Según cuenta Carlos Alberto Montaner en un artículo, en una conversación que sostuvo con el ex presidente de Checoslovaquia Vaclav Havel, le preguntó que hicieron los checos para librarse de tantos ex miembros y colaboradores del gobierno comunista de Praga, y el escritor y ex preso político le respondió que como era tan larga la lista de los implicados para el ajuste de cuenta, no les quedó más remedio que ponerle punto final al asunto y echar la basura en el estercolero.
¿Qué haremos en Cuba?
Gracias pr enviarme el articulo. El estercolero nuestroo es o será inmenso como el Checoslovaquia y los paises del Este. Alberto Lauro
ResponderEliminarMuy buen artículo Joaquín, un agudo juicio. Coincido con tus puntos de vista. Los extremos se abrazan más que toparse, las consignan son las misma, que se vayan, que desaparezcan los que piensan diferente. No hay polémica sino agresión, no hay debate sino insulto. Creo que a nuestro país le falta un gran camino para la civilidad,tu análisis es un grano de arena para esto.
ResponderEliminarsaludos
Rodolfo Martínez Sotomayor
Gracias, amigos, por leerlo y por sus comentarios.
ResponderEliminarAbrazos
Es difícil perdonar a quienes le han hecho daño a uno ya sea creando la separación familiar o imposibilitándole avanzar en su propio país, pero creo que lo mejor es dejar que todo siga su curso porque si nos enojamos a quienes nos afecta es a nosotros. Por lo menos salimos de allí que otros siguen en las mismas y mueren en una tierra donde los que hacen algo para cambiar el sistema terminan yéndose. The neverending story.
ResponderEliminarMi querido amigo (permitame llamarle asi ) , comence a leer su comentario y no lo termine` y yo le pregunto en realidad; UD CREE QUE MILANES HARIA ESO QUE UD DICE ? , cree que Milanes, daria una rueda de prensa publica (LO DEJARIAN ? ) declarando una serie de cosas QUE LO PONDRIAN EN LA "PICOTA" , hasta donde puede llegar SU INGENUIDAD ?.Yo fui un preso POLITICO (70`S ), y LE PUEDO ASEGURAR que Cuba tiene una maquinaria al estilo de la KGB, STASI etc. y lo que haga MILANES de hoy en adelante LO ESTARAN OBSERVANDO CON UNA LUPA; "DONDEQUIERA ".No sea DEMASIADO INGENUO . Gracias,....... Rudy
ResponderEliminarAmigo, en mi articulo planteo eso como una hipotesis, ya que eso es lo que le piden para demostrar que es verdaderamente anticastrista: que convoque a la prensa internacional, que salga para las calles, etc. No afirmo en ningun momento que lo hara. Lea el articulo mas detalladamente y reflexione, que eso es lo que importa. Pues el punto principal aqui es el de buscar nuevas tacticas para propiciar el cambio en Cuba, aunque a principio no sea como usted y yo deseamos. Pero no cerrandole las puertas a aquello que empienzan a dar sintomas de descontento y disiente con el regimen. Todos hemos cometidos errores, y aqui en Miami hay muchos que fueron iguales o peores que Pablo Milanes, y hoy le damos la mano y los consideramos anticastristas. Por eso menciono esa hipotesis, pues si lo que le piden para demostrarlo verdaderamente es que haga un acto publico, el costo de este sera el mismo que el de otras ex figuras de la oficialidad que hoy estan en el exilio. El campo de batalla esta en Cuba, amigo. Desde aqui solo podemos apoyar. Y opino que el apoyo no debe ser tan estrecho ni mirando expedientes acumulativos, sino habria que expulsar de Miami a muchos paladines anticastristas. Saludos y gracias por el comentario.
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