viernes, 1 de julio de 2011

La lámpara maravillosa, la tertulia y el audio


Por Joaquín Gálvez

Dada mi frustración por el pésimo funcionamiento del prehistórico equipo de audio que utilizo en la tertulia que coordino en el Café Demetrio, y puesto que no cuento en este momento con el dinero que se necesita para resolver este problema, con un equipo moderno y de eficiente calidad, se me ocurrió una idea que, aunque truculenta, su causa me justificaba y hasta dignificaba.
Me disfracé de desamparado (homeless) y me monté en un sillón de ruedas a pedir limosnas en la calle 8 y la 67 avenida. Estuve casi todo un día tratando de recaudar el dinero que me permitiera complementar el de mi cuenta de ahorro, para comprar el anhelado equipo de audio; pero fue en vano. A pesar del cartel que portaba con  el anuncio, “Necesito dinero para comer y alimentar a mis gatos, antes que me los coma yo”, algunas gentes desde su auto me gritaron: “vago; si eres inválido puedes trabajar en una fábrica de tabacos, enrollándolos o de lector de tabaquería”. Otro me dijo: “tú eres un farsante; ponte de pie para ver si eres inválido de verdad”. En fin, solamente me dieron limosna unas viejitas americanas defensoras de los derechos de los animales, quienes al darme su dádiva prácticamente me desafiaron: “aquí tienes este dinerito para que tus gatos coman y no cometas el horrendo crimen de devorártelos, animal inmundo. Y que no nos enteremos que te los has comido, porque te acusaremos y  llevaremos a corte”.
Llegada ya la noche y con apenas 50 dólares de limosna en mi bolsillo, rodé con mi sillón de ruedas hasta las avenida 68, para que no me vieran levantarme y caminar algunos de los transeúntes que rondaban por esa zona. Deambulaba triste y deprimido por ese callejón que es la avenida 68, cuando de repente vi un objeto que brillaba entre unos arbustos al borde de la acera. Me apresuré a ver que era: se trataba de una lámpara antigua. La tomé en mis manos acordándome del célebre cuento de Las mil y una noches, de “Aladino y la lámpara maravillosa”. Pensé: si yo fuera Aladino, mientras frotaba la lámpara. Súbitamente, un sonido estrepitoso colmó el silencio del callejón- avenida y ante mí apareció un ser gigante, como salido de un cuento de hadas. Me asusté y eché a correr; pero fue en vano, pues yacía sobre la palma de su mano. Me reprochó: “llevo siglos en esta lámpara y tú me despiertas para echarte a correr…”. -No señor, es que no esperaba su aparición; pensé que usted sólo existía en los cuentos. Jajaja…Me restregó su risa en la cara. -tú no te has dado cuenta, tonto, que esto que ustedes llaman vida y realidad es sólo un cuento. No todos tienen el privilegio de encontrarse conmigo, y tú, mal agradecido, no aprecias el tesoro con el que ahora cuentas. Dime, que deseas y te lo daré.- Señor, yo pensé que Aladino era el único privilegiado. -Aladino es cualquiera que encuentra esta lámpara para que yo salga de ella a cumplir mi misión, que es servir a los mortales. Pues acaba ya de pedirme un deseo, me respondió con tono perentorio.
En ese momento, imbuido por la frustración de no poder conseguir el dinero que necesitaba para comprarme un buen equipo de audio para la tertulia, de mi mente se borraron las palabras millonario, mansiones, ferrari, jet privado, París, Venecia, Nueva York, etc. Sólo le pedí, compungidamente, un equipo de audio: -por favor, un buen equipo de audio para que nadie se enoje y se marche de la tertulia en La Otra Esquina de las Palabras. Al instante, ante mi mirada atónita, apareció una bocina amplificador marca Yamaha, un micrófono PRO 61, ambos equipos con sus respectivos trípodes; y un mezclador Xenyy 1202. Me extasié tanto contemplando este milagro, que cuando me viré para darle las gracias al Genio, alguien, que al parecer me había seguido desde la avenida 67, corría con la lámpara en la mano. Hice el amago de perseguirlo, pero ya era imposible alcanzarlo.
Gracias al Genio de la lámpara maravillosa, cuento ahora con este equipo de audio. Eso sí, si no funciona, como espero, no habrá rembolso, pues encontrarse con la lámpara maravillosa y su Genio, sucede lo mismo que con esas estirpes condenadas a cien años de soledad, que tienen una sola oportunidad en la tierra.

Ofrendas del Genio para audiencia sorda y disertadores mudos












7 comentarios:

  1. Ahora necesitas a otro Genio, uno que te enseñe a utilizarlo. :)

    ResponderEliminar
  2. Y que hago yo ahora con los tomates que tenia comprado para el viernes?

    ResponderEliminar
  3. Ernesto, no me digas esto: yo contaba contigo, pues creía que que tú eras el Genio en esa materia. Papucho lleva los tomates y tíramelos, que yo jugué bastante pelota; así que después que los capture, me ahorraré un poquito de dinero la próxima semana. Gracias Armando por leerlo. Saludos a todos.

    ResponderEliminar
  4. Papucho, los tomates para puré, y el audio nuevo para mi. Por supuesto te espero en la presentación de Los Cocos... Ernesto, mucha verdad eso de otro genios para el aprendizaje, porquer ni tú puedes con esa tecnología de punta. Añel, gracias por el banner. Joaquín, prepárate para tu declaración del IRS. Saludos a todos

    ResponderEliminar
  5. Vaya de lo que uno se entera desde aqui, me alegro que el audio sirva para no pararar esa esquina. Un Saludo.
    JC Recio.

    ResponderEliminar
  6. ¡Jajajá! Está muy bueno... la idea de usar a los miaus como señuelo siempre funciona...con alguna gente. ¡Yo habría pedido el shelter más grande del mundo para todos los animalitos! Espero atusarme algún día a La Otra Esquina, con equipo o sin equipo, con genio o desgeniado..
    Cariños desde Taos,
    la Te

    ResponderEliminar