sábado, 1 de mayo de 2010
Fotos y crónica de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo
Por Joaquín Gálvez
Del 21 al 25 de abril, un grupo de escritores cubanos, radicados en Miami, tuvimos la oportunidad de participar en La Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Fue una experiencia memorable. Al igual que el gran almirante, nuestros primeros pasos en La Española bordearon las márgenes del río Ozama(nada que ver con Bin Laden), en plena zona colonial de la capital dominicana. Nuestro Virgilio, el poeta Alejandro Fonseca, que ha participado en sus últimas cuatro ediciones, nos guió por sus más recónditos recovecos. En la primera expedición, el día 21 de abril, partieron del Aeropuerto Internacional de Miami rumbo a Santo Domingo: Alejandro Fonseca, Rolando Jorge, Efraín Riverón, Odalys Curbelo, Juan Antonio Sánchez, Aida Gálvez y yo.
El primer día lo más significativo fue el acto inaugural. A raiz de nuestra llegada, pude ver en la televisión como anunciaban la feria por todo lo alto, a tal punto que es considerado el evento cultural más importante del año. Por eso no nos extrañó la presencia del presidente dominicano, Leonel Fernández, en dicho acto.
Cuando nos bajamos del automóvil que nos llevó hasta el teatro nacional atravesando el desinhibido tránsito de Santo Domingo, fuimos cortésmente recibidos por una comitiva de periodistas y organizadores, entre los que se encontraba Alejandro Arvelo, coordinador de la feria. Al acto inaugural, además del presidente Leonel Fernández, asistieron figuras de la cultura mexicana, dado que, este año, México es el país invitado.
El jueves 22 fue un día de exploración; recorrimos el perímetro donde se celebra la feria y husmeamos en los estanquillos de libros. Por la tarde, regresamos al hotel y luego salimos en busca de un buen restaurante donde degustar un plato típico dominicano, especialmente el famoso mofongo. Caminábamos por los alrededores de la primada catedral de Santo Domingo cuando, de repente, fuimos sorprendidos por un señor que decía ser historiador. “El historiador” nos dio una enjundiosa disertación sobre la historia de la catedral y el paradero de los restos de Cristóbal Colón. Historiador o no, el hombre estaba bien informado, por lo que se mereció la propina.
El viernes 23 se efectuaron nuestras primeras presentaciones. A las 11 am comenzó Rolando Jorge, con una lectura de poesía. A las 3:00 pm, me tocó el turno con una charla sobre la poesía cubana en Miami, a la que se sumaron mis colegas luego de darle lectura a mi ponencia. La prensa dominicana, tanto televisiva como escrita, nos hizo varias entrevistas. De igual modo, el público dominicano, acostumbrado a la participación de autores cubanos que radican en la isla, se mostró curioso por saber sobre la literatura cubana de la otra orilla ante nuestra inusual presencia. Cuando regresamos al hotel ya había llegado la segunda expedición: José Abreu Felippe, Luis de la Paz, Rodolfo Martínez Sotomayor y Eva Vergara.
El sábado 24 fue el día en que todos nos presentamos. Rodolfo Martínez Sotomayor habló de su último libro de cuentos, al igual que Luis de la Paz, mientras que José Abreu Felippe hizo un recuento de su obra novelística. Alejandro Fonseca realizó una lectura de sus poemas, y Juan Antonio Sánchez presentó la última entrega de la editorial Iduna: un poemario de Efraín Riverón, quien leyó varios poemas. Pero lo más significativo de ese día fue nuestra comparecencia en el salón de autores dominicanos, donde fuimos muy bien recibidos por un grupo de jóvenes poetas dominicanos, a quienes escuchamos leer sus poemas y, más tarde, le pagamos con la misma moneda con una lectura nuestra. Por último, el sábado 24 estuve invitado a una lectura de poesía, en el Café Bohemio, en la que también participaron los poetas Alejandro Fonseca y Efraín Riverón.
Llegaba ya la hora de la partida el domingo 25. El equipaje de regreso siempre es más pesado. La feria no sólo sirvió para dar a conocer nuestras obras en tierra quisqueyana, sino, además, para conocer colegas que residen en esa isla caribeña. Por cierto, en una de las presentaciones nuestras hicieron acto de presencia dos hombres: uno vestía un pullover con la imagen del Ché y el otro con la de Chávez. Tal vez al leer en la cartelera de la feria que se presentaría un escritor cubano, asumieron que procedía de la isla, pero no tardaron en marcharse una vez que se percataron que se trataba de un cubano del exilio. Otra nota positiva: se abrió una brecha en suelo dominicano. ¡El norte literario cubano también existe!
El norte también existe. Esa es la cosa. Excelente crónica. Enhorabuena.
ResponderEliminarFelicitaciones a todos!
ResponderEliminarfelicidades
ResponderEliminarSe ve que la pasaron bien, enhorabuena a todos.
ResponderEliminarSaludos Ena
Gracias, amigos. Como dije, fue una memorable experiencia.
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