LACRIMONIA
¿Qué hace
cuando ensaya en dormitorios del cuarto piso blues casi muertos? cuelga piel de castor, qué radical el muy mimo! Sostiene el ser cuerda de guitarra. Tísico llámase Aranguren. Igual a calle. A últimas va a iglesia con hermanos del bantustan /metido en lío por enfisema o himnario. Sabe a intestino. No debes afligirte por lo invisible, mañana se podará. Dos invisibilidades en uno, Josef, diezdeldía florece con líneas de hambre que gira sobre trébol orinedeperro (carroza a cinco sueldos). Cuando era niño hacía lo de niño. Él en raícillas, etnólogo. AlfonsosucasaenBahíacapuchadecascabel, estrelladealienados. (La ciudad sólo abre hacia la costa sus puertas de servicio). Nada para ver canónigos; van en brazos o a pie. Se oye pasto ministerial. Sienten afinidad con lentejas y judías (río de canónigos) al peso de las cívicas pistolas. Llama al viajero y ofrécele obra, ronda de inventos. Toma bosquecillo de enebro. Toma vestíbulo y oficinas. Cierta civilización fue (figurémonos que el centro del cielo y de la tierra es el punto señalado con una A, y el centro del agua excéntrica, el punto B). A la exida de Bivar ovieron la corneja diestra, tejido de robos en cine o parque: cierta mémoire involontaire. Duda de lavabos la hizo caer. Exaltación en que escribe. Pasión urbana. Oye ollares de caballos del diluvio. Bebe sin respirar. Linda con becacinas. Escaura, Estancia de la Cantera: viven y pasan hambre. Firdusi el barítono. Alegre hacia Vieja Linda o Palo Verde. Guarda con nervios de acero dice tener cierta práctica, cierta ceguera. No desea oir metafísicas, ni fulgor, ni transparencia. Tierra del vendedor de fósforos: allí el tiempo. La idea en la idea del tiempo es una idea. Tal vez aparenta. Llega Klamm y hace mal. Idea del ferrocarril llega. Tribu influye en batelero. Oficio hediondo.
Leyendo este último texto del poeta Rolando Jorge,sostengo que estamos ante una poesía culta y sugerente, que sin dar concesiones saloneras, se encamina "hacia cotos superiores". Y mirando su ficha biográfica, sigo acuñando aquella vieja idea de honestos escritores cubanos, de que los verdaderos premios literarios de la isla, eran las menciones.
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