LA CELEBRACIÓN
Cintilar; cuervo: un cuervo.
Día luminoso de invierno, nos narran historias
inspiradas en la quietud
(¿insípida?) estoy sentado
sobre el tocón a la entrada
de mi última casa: me
distiendo, los cuervos se
desbandan, me concentro
(postura; mente) cintila la
blancura, a mi lado un
cuervo.
En parte (postura) efigie de sí mismo, en parte
(mente) quimera que la
concentración funde
(bisela) cuervo irisado
(endurecido) (azabache;
morado, irisan su figura).
No se mueve una brizna
(veletas) una hoja (de
cuanta brizna y de cuanta
hoja hubo) antes de cintilar
(cuervo) el día, tras la
interminable nevada de las
últimas veinticuatro a treinta
y seis horas: me arrebujo en
la pelliza, pateo (sentado) la
nieve, hoy es el día más corto
del año, veredicto de la
oscuridad contra la nieve.
La voz cascada, el cuerpo derrengado, la vista
nublada, almorranas: el
espolón del pie izquierdo
(el derecho a punto de
caramelo) me torcí antier
la muñeca derecha (duele
como rayo) (el mismo rayo
que me hace escribir un
poema tuerce en un
santiamén, sin resplandor,
la muñeca): a qué enumerar
todos mis achaques, llenar
papel por gusto. En su lugar,
diez de la mañana (en
principio, siempre son para
mí las diez de la mañana) paso
a paso (con cada paso, la mente
quieta, mudo de aspecto: rabí de
caftán y tirabuzones; galancete
cubano en una esquina chuchera
mirando y dejando; alfarero
burilador calderero delineante;
viejo patán, joven Ariel, alma
sin cuerpo; arquero samurai,
cambian los tiempos, pasé a
ser tendero; y esta mañana,
entro al jardín de Yuan Mei,
del brazo de Yuan Mei, yo
soy, más él, esta mañana, el
día más corto, Yuan Mei):
lo que crece decrece en su
justa proporción. Un cuervo,
una mancha sobre la nieve
(el papel). Una espadaña,
la semilla desciende al lecho
de la laguna artificial del
jardín de Yuan Mei. Asimetría,
gran concierto las bandadas de
cuervos que pasan volando
rumbo a la circularidad del
tiempo. En el campo nevado,
a la vista, en su proporción
justa, una lápida: sucinta
cuan familiar. Él. Es él. Le
tocó primero a él, su día más
corto de aquel año ya pasó. Y
leo en caracteres chinos (en
las concavidades) cómo en
su casa todos reían, y no en
detrimento del aire.
José Kozer (La Habana, Cuba, 1940). Hijo de inmigrantes judíos. En 1960 se trasladó con su familia a los EE.UU., donde reside desde entonces. Por más de treinta años fue profesor de Lengua y Literatura en español en Queens College de Nueva York, donde también ocupó la jefatura del Departamento de Literatura Comparada. Ha recibido las becas Cintas y Gulbenkian, además del Premio Julio Tovar de Poesía en 1974. De su amplia obra poética merecen destacarse: "Este judío de números y letras" 1975, "Jarrón de las abreviaturas" 1980, Et mutabile" 1995, "Dípticos" 1998, "Rupestres" 2001, "Stet" 2006 y "Trazas" 2007.
Joaquin, gracias por traer a un poeta de altisimo nivel a la otra esquina.
ResponderEliminareso, y el poema es excelente
ResponderEliminarCoincido con los comentarios anteriores, el poema es excellente. Gracias Joaquin por mantener el alto nivel.
ResponderEliminarmandale el link a kozer, joaquin; gracias
ResponderEliminarGracias a todos por participar. Rolando, ya le envié el link a Kozer; gracias a ti también. Ha sido un honor tener al maestro Kozer en la Otra Esquina.
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