sábado, 31 de julio de 2010

Vivir es un evento maravilloso y yo vine para cantarlo (una entrevista a Alberto Cabrales)

Foto: Juan Carlos Mirabal

Por Joaquín Gálvez

Recientemente tuvimos la oportunidad de tener como invitado, en la tertulia de La Otra Esquina de las Palabras, al cantautor cubano Alberto Cabrales. Fue una noche para degustar, en la que el trovador hizo un recorrido por su repertorio y avivó la memoria de varios de los presentes, quienes le pidieron que interpretase algunas de sus canciones más conocidas pertenecientes a su etapa inicial en Cuba. A raíz de esta presentación, Cabrales tuvo la amabilidad de concedernos una entrevista.

JG. Háblanos de tus comienzos como trovador.

AC. Comencé desde muy temprano. Cuando apenas tenía 12 años, participé en un festival de la secundaria donde canté dos canciones de Silvio Rodríguez en un teatro de Santo Suarez, en La Habana, llamado Mariana Grajales. Por esa época, mi madre me compró una guitarra y comencé a jugar con ella; más tarde conocí a Aberto Tosca y luego a Donato Poveda. Ellos me impulsaron un tanto, dado que ya tenían horas-vuelo en el manejo del instrumento. Recuerdo que Tosca fue para el servicio militar porque había sido expulsado del Instituto Pedagógico, donde ambos estudiábamos, por diversionismo ideológico. Eso pasó cuando estaba en el primer año de la carrera. Por cierto, a mí también me iban a expulsar pero, como recién comenzaba, me dieron una oportunidad. Fue así que conocí a Donato en el segundo año y comenzamos a trabajar juntos e hicimos un dúo llamado Monte de Espuma. En 1978, entramos en la trova y participamos en numerosos festivales y actividades e hicimos televisión y radio.

JG. ¿Quiénes fueron los músicos o artistas que más te marcaron en tu formación?

AC. Muchos, en verdad, son los artistas que me han influenciado, pero recuerdo especialmente en mis inicios el influjo de los fabulosos chicos de Liverpool. Luego, otros como Steve Wonder y músicos clásicos como Bach y Mozart. Eso en lo musical. En lo poético, te puedo mencionar a Vallejo, Neruda, Auden ,Lezama y Salinger, que es más bien narrador.

JG. Formas parte de la generación novísima de la trova. ¿Existe una ruptura entre ustedes y la primera generación de la nueva trova o solamente representaron una forma más renovada de este movimiento?

AC. La novísima trova significó una continuidad, pero añadió algo especial en la guitarra siguiendo las huellas de Pedro Luis Ferrer y Mike Porcel. También nos propusimos hacer canciones infantiles; no creo que otra generación de trovadores tuviera en cuenta ese tipo de canción. Noel Nicola hizo un disquillo bastante flojo que en nada se parecía a lo infantil, pues eran panfletos para "niños" ; en cambio, nosotros, siguiendo el enorme empuje de Teresita Fernández, hicimos creaciones infantiles. Creo que, estrictamente hablando, hubo un interés guitarrístico, hasta el punto en que todos hicimos música instrumental de cierta complejidad.

JG. Para un trovador es muy importante el balance entre el texto y la música. ¿Qué haces para lograrlo?

AC. El balance entre texto y música realmente no se logra de la noche a la mañana, es un proceso de años. El trovar es eso: un oficio de la edad madura, que es cuando se puede lograr ese equilibrio. Por ejemplo, Silvio hacia buenos textos cuando no era panfletario, pero en lo musical, al principio, era demasiado pobre; solo en su madurez logró ese equilibrio. Así nos pasó un poco a todos, porque sólo con el tiempo se logra profundizar en esas dos vertientes, tan diferentes, como la música y la poesía. En mi caso no siempre logro ese equilibrio, aunque trabajo ambas cosas por separado; es decir, una vez hecho el poema o la parte musical, trato de armonizar ambas cosas. Unas veces se logra y otras no , o es mejor el texto o lo contrario.

JG. Has compuesto más de 650 canciones. ¿Qué diferencias existen entre tus primeras composiciones y las actuales?

AC. Las diferencias son visibles dado que en cada etapa he asumido una actitud diferente. Por ejemplo, la primera etapa la llamo la clásica, pues fue un momento que estudiamos la música clásica y de ahí nació un fuerte influjo de esos grandes músicos como Bach, Mozart, Debussy, etc. Luego viene otra etapa en la que existe más influencia del jazz. Y, por último, esta etapa donde trato de fusionarlo todo sin prejuicios. En cuanto al texto, creo que ahora soy más maduro, busco un lenguaje más sencillo, pero tal vez más profundo y con menos hojarascas.

JG. ¿Cuáles son tus planes futuros?

AC. Creo que como decía una escritora amiga: "mañana es una palabra". Por eso vivo pendiente de este día. Desde luego, sueño con tener una pequeña banda que realce musicalmente todas esas ideas que hormiguean mi curiosidad, y crear y crear todos los días, porque vivir es un evento maravilloso y yo vine para cantarlo.

viernes, 30 de julio de 2010

Lanzamiento de poemario de Juan Martín en Books & Books


Lanzamiento del poemario

Como una Sombra de mi Mismo,

del poeta cubano Juan Martín.

VIERNES 30 DE JULIO DEL 2010

En la librería Books & Books de Coral Gables

265 Aragon Ave ,Coral Gables Fl

(305) 442-4408

Será presentado por el escritor Carlos M. Luis.
Libro publicado por Huerga y Fierro Editores, España.

jueves, 29 de julio de 2010

María Eugenia Caseiro en Zu Galería



Today · 8:00pm - 10:30pm
Location Zu Galeria Fine Arts
2248 SW 8th Street

Zu Galeria Fine Arts los invita a la presentación del libro Nueve cuentos para recrear el café, de María Eugenia Caseiro

Jueves, 29 de julio, 8pm

martes, 27 de julio de 2010

Tertulia del mes de agosto



La Otra Esquina de las palabras anuncia su tertulia del mes de agosto:

La identidad del individuo frente a las fuerzas del espíritu colectivista, Armando de Armas nos lo presenta en su obra.

Será presentado por el escritor y periodista Alvaro Alba.

Lugar: Café Demetrio
300 Alhambra Circle, Coral Gables
(305)448-4949
Viernes, 13 de agosto, a las 7:30 p.m.

Armando de Armas (Santa Clara, Cuba, 1958). Licenciado en Filología por la Universidad Central de Las Villas. Cuenta con una extensa obra narrativa, fundamentalmente escrita en la isla, cuyo tema medular es la defensa de la identidad del individuo frente a las fuerzas de la colectividad. Ha publicado los libros de relatos Mala jugada( D’Fana Editions, Miami, 1996) y Carga de la Caballería(El Almendro, Miami, 2006); el libro de ensayo Mitos del antiexilio(El Almendro, Miami, 2007); y la novela La Tabla( Editorial Hispano Cubana, Madrid, 2009). Uno de sus cuentos fue escogido para integrar la antología de Michi Strausfeld, Des Nouvelles de Cuba (Editorial Matailie, Paris, 2001). Dos de sus relatos fueron seleccionados y publicados en la antología Cuentos desde Miami (Editorial Poliedro, Barcelona, 2004). Publica frecuentemente en la revista Lettre International de Berlin, así como en las revistas Hispano Cubana HC, Encuentro de la Cultura Cubana, Encuentro en la Red y Otro Lunes, en Madrid. Se desempeña en Miami como redactor de noticias de radio hacia Cuba.

domingo, 25 de julio de 2010

EL AZOTE DE PRÍNCIPES



Por José Abreu Felippe

En los ambientes literarios marginales de La Habana de los 70 circulaba una lista, según Reinaldo Arenas confeccionada por el mismísimo Lezama Lima, con las “cien obras imprescindibles de la literatura universal” de forzada y reglamentada lectura. Allí, desde luego figuraban –por mencionar algunas–, Balzac (La Comedia Humana), Proust (En busca del tiempo perdido), Rabelais (Gargantúa y Pantagruel), Cervantes (El Quijote y Los trabajos de Persiles y Segismunda), Mann (La montaña mágica), Dostoievski (Crimen y castigo), Hörderlin (El Hiperión), Cyrano de Bergerac (Viaje a la luna e Historia cómica de los estados e imperios del sol), Khayyam (El Rubaiyat), Apuleyo (El asno de oro) y Petronio (Satiricón). También El Cantar de Roldán, el Amadís de Gaula, Tirante el Blanco, el Gilgamesh, junto a obras de reconocidos clásicos de todos los puntos del planeta y de los grandes malditos. Recuerdo, especialmente, Perse (Lluvias), que leíamos en la bellísima traducción de Lezama, Eliot (La tierra baldía), Rimbaud (Las iluminaciones y Una temporada en el infierno), Rilke (Elegías de Duino), Lautremont (Cantos de Maldoror) y raros anónimos como los Cantos de Caravana y El espejo mágico. O exóticos, como los Cuentos de lluvia y de luna de Ueda Akinari; y un autor, y es de él de quien deseo divagar un poco hoy, que para mí fue todo un descubrimiento, un tal Pedro Aretino con sus ”diálogos putescos”.

La mayoría de esos libros, en esa época, no eran demasiado difíciles de conseguir, si no estaban por un lado, aparecían por otro. Recuerdo que visitábamos insólitas bibliotecas públicas porque algún amigo nos había comentado que allí existía un ejemplar de, por ejemplo, A la sombra de las muchachas en flor de Proust, en la edición de Alianza Editorial. A veces tuve la suerte de tropezarme con algún tesoro en Cuba Científica o El Canelo, las dos librerías más famosas de libros de uso, o viejos, como se decía. El enamorado de la osa mayor de Sergiusz Piasecki, fue uno de ellos, que no estaba en la famosa lista o El negrero de Lino Novás Calvo, que sí figuraba.

Gracias a mi gran amiga Aimée, que estudiaba conmigo en el Pre de La Víbora, tuve la suerte de conocer a su padre, el doctor Rodolfo Tro (La Habana, 1907-Caracas, 1989), políglota y escritor vinculado al grupo Orígenes, amigo y médico personal de gran parte de la bohemia artística habanera. Recuerdo haber visto en la sala de su casa Bodas de las novicias con Cristo, un Ponce espléndido –regalo del pintor, muy amigo suyo y del cual también poseía un magnífico autorretrato–, y haberme quedado fascinado ante su aún más espléndida biblioteca que cubría toda la pared de un inmenso pasillo. Allí vi, por primera vez la colección de Orígenes y tuve la oportunidad de leer algunos buenos libros de la famosa lista y, también, la entonces vaporizadísima novela Paradiso de Lezama en la edición de Diógenes, dedicada por el autor.

En esos años iba mucho, casi todos los días, a la Biblioteca Nacional José Martí y allí, en sus más o menos apacibles salas de lectura, devoré los deliciosos diálogos del Aretino. Tres tomos o “jornadas” que se ocupaban de “la vida de las monjas”, “la vida de las mujeres casadas” y “la vida de las putas”. La BNJM posee –o poseía, ya no lo sé– la invaluable edición príncipe de los “ragionamenti”, donde se lee “ahora por primera vez puestos de la lengua toscana en castellano” y que traduce, anota y “publica a su costa” el comediógrafo español nacido en Sanlúcar de Barrameda en 1874 y muerto en Madrid en 1922, Don Joaquín López Barba¬dillo. Este erudito andaluz fue muy conocido en su tiempo y sus obras (El fin del mundo, Camino de flores, El traje de Venus, Romance pastoril, entre otras, algunas escritas en colaboración con diversos autores) se representaban con bastante éxito según los cronistas de la época. Pero me temo que su nombre habría quedado relegado al olvido (apenas aparecen datos sobre su persona en algunas obras especializadas), si no fuera por su interés en cierta literatura que hoy llamaríamos erótica. Barbadillo no sólo tradujo, editó y comentó con gran erudición y elegancia, los famosos ragionamenti, sino que creó una muy bella colección de obras con esa temática, entre las que figuraban La comedia del herrador, también del Aretino; Gamiani o dos noches de placer: “maravilloso cuadro en que se pintan las orgías sáficas y sádicas de una frenética gozadora de amor” de Alfredo de Musset; La Academia de las damas: “llamada Sátira Sotádica de Luisa Sigea sobre los arcanos del amor y de Venus”, de Nicolás Chorier; Confesiones de la señorita Safo: “obra francesa anónima del siglo XVIII”; El gineceo: “imponderable colección de setenta y seis portentosos estudios de desnudo” de André Rouveyre; Margot la remendona: “historia de una prostituta”, novela filosófica-erótica; Museo de Nápoles: “–gabinete secreto–, pinturas, bronces y estatuas eróticas con su explicación”; Las delicias de los césares: “famosa colección erótica de monumentos de la vida privada de los primeros emperadores romanos, sacadas de una serie de piedras y medallones grabados en su tiempo, con la representación al desnudo de sus amores, sus orgías y aberraciones”, un texto de 1782, y El culto secreto de las matronas romanas, continuación del anterior, ambos de Hancarville, entre muchos otros. Ramón Akal, en la década del 70 del siglo pasado, recogió y publicó en edición facsímil, esta gran –y rara– colección de Barbadillo que ya se ha convertido en joya de bibliófilos.

Pedro Aretino nació pobre en un tugurio de Arezzo –ciudad de cuyo gentilicio tomo el nombre– el 19 de abril del mismo año del descubrimiento de América y murió rico en su palacio de Venecia, el 21 de octubre de 1556 (otros autores anotan que fue en diciembre de 1557). Su madre fue una cortesana de baja ralea y modelo de pintores para cuadros sacros –su efigie estuvo durante mucho tiempo adornando la fachada de San Pedro de Arezzo– llamada la Tita. Por eso Barbadillo apunta en sus notas bibliográficas sobre el Aretino que fue “hijo de carne de placer”. No obstante, hay autores que plantean que sólo fue una campesina que los pintores se disputaban por su belleza. De su padre se sabe poco, en realidad nadie está muy seguro de quién fue su padre. Buonamici, Burali, Camaiani, Bonci, Lucha o Luca, son apellidos que acompañan a Pedro en distintos sitios, aunque Aretino se tenía a sí mismo como hijo de Luca el zapatero y así consta en algunos documentos. Cela en su Enciclopedia del Erotismo lo llama Pedro Bacci el Aretino. Bacci era un gentilhombre de la zona, lo cual echaría leña al fuego de la leyenda de su origen humilde. Creció en Arezzo, a unos 80 kilómetros de Florencia, en la toscana, abandonado y vagabundo. A los quince años, se dice, escribe un soneto contra las indulgencias y tiene que huir a Perusa donde aprendió el oficio de librero y probó fortuna como pintor. A los 20 ya nos lo encontramos en Roma formando parte de la corte del Papa León X, pero sin abandonar, para decirlo de una forma elegante, su vida disoluta, cultivando amigos y enemigos –sobre todo a estos últimos– a diestra y siniestra. Empezó a escribir encendidas diatribas, artículos satíricos y detractores; ya que pronto aprendió que si alguien virtuoso pagaba generosamente un soneto laudatorio, quien no lo merecía, lo retribuiría mejor. Fue protegido del cardenal Julio de Médicis, del Marqués de Mantua, y consejero del con-dottiero Juan de Médicis. Al llegar Julio al papado como Clemente VII vuelve a la corte, pero pronto cae en desgracia y hasta sufre un intento de asesinato, entonces regresa al amparo de Juan de Médicis y más tarde huye a Venecia. La historia de los dieciséis sonetos lujuriosos que ilustraron los dibujos de Giulio Romano, un soneto por cada dibujo celebrando otras tantas posturas sexuales y grabados por Raimondi, no tiene desperdicio. Retrata a nuestro renacentista toscano de cuerpo entero. Visor publicó hace ya unos años los dieciséis sonetos en edición bilingüe traducidos por Luis Antonio de Villena.



Allí, en su soberbio palacio junto al Canale Grande, rodeado de su harén privado –seis mujeres jóvenes a las que llamaba sus aretinas–, acuña medallas de cobre y plata con su efigie y divisa (El Divino Pedro Aretino, Azote de Príncipes), recibe nobles y emba-ja¬dores, discípulos y aventureros, clérigos y putas famosas; pero también a gente humilde. Y a sus amigos, entre ellos Tiziano, que lo pintó magistralmente –en la actualidad uno de sus cua¬dros puede ser admirado en la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia– y Sansovino –hay un pequeño busto suyo del Aretino posando como san Bartolomé en la Catedral de san Marcos–. Allí, odiado y temido, pero también amado, muere en santa paz. A pesar del poder que llegó a tener, no fue un hombre feliz. No pudo retener a la única mujer que en realidad amó, sin embargo fue capaz de recibirla cuando enferma de muerte se refugió en su palacio. Puro hombre de su tiempo, él solo enmarca todas las virtudes y los defectos de su siglo. Agotó el placer en casi todas sus formas, habló mal de todos y de casi todos vivió. Hoy pocos lo recuerdan. Pero ahí están y estarán sus “ragionamenti”, esos chispeantes diálogos dedicados a su mona, todavía burlándose sabiamente de su tiempo... y del nuestro.

Texto publicado originalmente en El ateje, revista electrónica de literatura cubana.


José Abreu Felippe(La Habana, 1947) Salió al exilio en 1983. Ha publicado varios libros de poesía. También ha incursionado en el cuento, la novela y el teatro. Actualmente reside en Miami.

viernes, 23 de julio de 2010

Un poema de Joaquín Gálvez


El desorden / cierta huella

sean todos ustedes bienvenidos /
constelaciones de mi desorden / personajes públicos
de esta habitación a la que nadie le abre las puertas /
todas las noches celebran en mi escritorio un carnaval /
y sus pasos aseguran una bitácora en mi estro /
sois como alquimistas / transforman el olvido en saxofón
para que alguien hospede un firmamento /
(digo, un huérfano que me ampara)
quedan, pues, libres / no sois Jonás / pero ahora escribo
para que sean noticia / prófugos del vientre de la ballena

martes, 20 de julio de 2010

Dos poemas de Rolando Jorge




         A la manera de T. W.

Sentido de éstos y objeto y mundo
consciencia de pertenecer ninguno
       A través de agujero
pagodas de lino
molimiento de huracanes
y mientras averigua qué hacen las ratas
pues excavan sin fin
batallas de pasos de cerveza
en la jungla
revuelcan su pene
y con inspectores se acuesta
después de discusiones e invectivas.


Sentido de éstos y objeto y mundo
consciencia de pertenecer ninguno
A través de agujero
pagodas de lino
molimiento de huracanes
y mientras averigua qué hacen las ratas
pues excavan sin fin
batallas de pasos de cerveza
en la jungla
revuelcan su pene
y con inspectores se acuesta
a pesar de la toponimia salvaje.


Sentido de éstos y objeto y mundo
consciencia de pertenecer ninguno
           A través de agujero
pagodas de lino
molimiento de huracanes
y mientras averigua qué hacen las ratas
pues excavan sin fin
batallas de pasos de cerveza
en la jungla
revuelcan su pene
y con inspectores se acuesta
sin decir palabra.


Sentido de éstos y objeto y mundo
consciencia de pertenecer ninguno
                          A través de agujero
pagodas de lino
molimiento de huracanes
y mientras averigua qué hacen las ratas
pues excavan sin fin
batallas de pasos de cerveza
en la jungla
revuelcan su pene
y con inspectores se acuesta
por fidelidad a su fe.

        Peluca de dibujos

De polilla
          cautela
cuya idocia sale
lavándose
permeada de pollos
Vienen
anotaciones
fumando
gregario
pan de
            alojamiento
llaman
             sembrío
entre parafina
reinado del libro
gusano
o perro
es yo
aquí.


Rolando Jorge (San Antonio de los Baños, Cuba, 1955). Poeta y ensayista. Obtiene menciones en los concursos de poesía David y Julián del Casal(1985), en Cuba. Mención en el concurso Eugenio Florit, Miami 2002. Vive y trabaja en esta última ciudad desde 1999.

lunes, 19 de julio de 2010

Carlos Pintado estrena su página web

Foto: Gabriel Lizárraga

El poeta y escritor cubano, Carlos Pintado, acaba de estrenar su página web oficial. La Otra Esquina de las Palabras le desea el mayor de los éxitos y lo felicita por la existencia de este sitio para el disfrute de todo el que esté interesado en conocer su obra. Para acceder, pinche en el enlance: Carlos Pintado

domingo, 18 de julio de 2010

Zu Galería: Noches de Poesía con Orlando Rossardi



Zu Galeria Fine Arts tiene el honor de invitarlos a Noches de Poesía con el escritor Orlando Rossardi

Sabado, 31 de julio, 8pm

Zu Galeria Fine Arts
2248 SW 8th Street
Miami, Fl 33135
786-443-5872

Presentación a cargo del poeta Joaquín Badajoz

con la intervención especial del cantautor Mike Porcel


Orlando Rodríguez Sardiñas (Orlando Rossardi) nació en La Habana. En Cuba, antes de 1960 en que sale para España, colabora en revistas literarias y funda con René Ariza el cuaderno poético Cántico. A partir de entonces su obra poética y ensayística ha aparecido en multitud de revistas literarias en Europa, Hispanoamérica y Estados Unidos de América. Estudia en las universidades de La Habana y Madrid y se doctora en la Universidad de Texas (EE.UU.) Ha sido profesor en las universidades norteamericanas de New Hampshire, Southern California, Texas, Wisconsin, Miami-Dade College y en los cursos de postdoctorado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Málaga, España.

Durante más de 20 años se dedicó a la radio y la televisión donde ha ejercido además de labores administrativas, como escritor y entrevistador de programas culturales. Ha publicado ensayo, teatro, cuento y poesía. Es Académico de Número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y Correspondiente de la Real Academia Española. Entre sus libros de ensayos se destacan los tres tomos de Teatro Selecto Hispanoamericano Contemporáneo (Escelicer Madrid, 1971), La última poesía cubana (Hispanova, Madrid, 1973), León de Greiff: Una poética de vanguardia (Ed. Playor, Madrid, 1974) y los seis tomos de Historia de la Literatura Hispanoamericana Contemporánea (Ministerio de Educación, Madrid, 1976) para la Universidad Nacional a Distancia. Muestra del teatro publicado del autor puede encontrarse en La Visita (Tespis, Virginia, 1997). Su obra poética se recoge en los libros El diámetro y lo estero (Agora, Madrid, 1964), Que voy de vuelo (Plenitud, Madrid, 1970), Los espacios llenos (Verbum, Madrid, 1991), Memoria de mí (Betania, Madrid, 1996), Los pies en la tierra (Verbum, Madrid, 2006), Libro de las pérdidas (Aduana Vieja, Valencia, 2008), Casi la voz (Aduana Vieja, Valencia, 2009) y Canto en la Florida (Aduana Vieja, Valencia, 2010). Las obras La Isla en su tinta (Verbum,2000), La pérdida y el sueño (Término, 2001), Remembering Cuba (Univ. of Texas Press, 2001), y Burnt Sugar / Caña Quemada (Free Press, 2006), Cuba per se (Universal, 2009) entre otras muchas, recogen muestras de su quehacer en la poesía.

Cortesía de Zu Galería blog

jueves, 15 de julio de 2010

Mirada desde un submarino blanco


Por Luis de la Paz

Mirada desde un submarino blanco (Editorial Silueta, 2010) es un espléndido libro de relatos. También es el primero publicado por su autora, Eva M. Vergara (La Habana, 1966), en el que nos entrega diez cuentos que crecen y toman distintos derroteros, pero casi siempre filtrados desde la infancia. Por eso, quizás, son textos rodeados de esa infinita ternura que habita en la niñez y de las incertidumbres y curiosidades propias de la primera adolescencia.

El enigmático título del libro sugiere un viaje. Un viaje por un inquietante universo sumergido en algún sitio (tal vez en la memoria) y donde la blancura (como espuma en la arena) fija la mirada. Las voces narrativas tienen una autenticidad, un modo de ver personal, íntimo y universalmente femenino que de entrada sitúan a este libro entre los más originales que se hayan publicado en los últimos años. Calladamente, casi a hurtadillas, sin aspavientos, como pidiendo disculpas por la interrupción, Vergara va revelando su mundo, pero sólo a medias. Apenas nos permite atisbar por las escotillas del submarino.

La portada, con el detalle de la niña cargando una muñeca, prepara al lector para lo que ha de encontrar. Los personajes que habitan en estos relatos vienen de la familia, hermanas, tías, primas. Del difícil mundo de la escuela. La muerte. Las carencias materiales y la ausencia de seres amados. El despertar a la vida. La lucha por abrirse y conservar un espacio propio. La curiosidad por descubrir sensaciones y experiencias. Este es el marco de la narrativa de Vergara, que se vale de un lenguaje directo y sutil, lleno de astucias, de proposiciones y sugerencias, para tejer las historias en las que quiere que nos sumerjamos como lector, y que lo hagamos de la manera que ella desea.

Monotonía es el primer cuento del libro, donde ya la voz narrativa establece con firmeza el contexto psicológico de los personajes que recorren el volumen. Los saltos de tiempo facilitan el viaje entre el pasado y el presente. “Toda su vida ha proclamado su independencia, su individualidad, y todo no ha sido más que una mascarada”. Un cuento desgarrador. “La casa, una casa donde el padre no existe“, y donde “oler, es para ella el más codiciado de sus sentidos”. Limosnas y flores, es uno de los mejores relatos del libro, donde la fe, la iglesia y la muerte van de la mano: “La conformidad, el consuelo de creernos que no sufrió. ¿Cómo morir sin sufrir?, ¿es posible?”. En algunos cuentos las visitaciones al pasado para enfrentar el presente, le imprimen al libro una acertada atmósfera. Mi Cuba nostalgia es un texto sobrecogedor, con una intensa carga emocional. Probablemente un relato antológico de la narrativa del exilio.

Mirada desde un submarino blanco, cuento que le da título a la colección, es de los textos más logrados, donde un viaje a la playa indica de alguna manera el despertar de una adolescente. Este libro marca el ingreso de Eva M. Vergara al grupo que conforma el núcleo de la literatura cubana, y lo hace por la puerta ancha.


Publicado originalmente en La Revista del Diario,el 10 de julio de 2010.


Luis de la Paz (La Habana, 1956). Salió de Cuba durante los dramáticos sucesos de la embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel, en 1980. Desde entonces reside en Miami. Fue miembro del consejo de editores de la revista Mariel (1983-1985) y de Nexos de difusión electrónica. Entre el 2001 y el 2008 edita El Ateje, revista de literatura cubana. Ha publicado los libros de relatos: Un verano incesante (Ediciones Universal, Miami, 1996), El otro lado (Ediciones Universal, Miami, 1999), Tiempo vencido (Editorial Silueta, Miami, 2009), y la recopilación de textos y documentos: Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Ediciones Universal, Miami, 2001). Un cuento suyo es recogido en Cuentos desde Miami (Poliedro, Barcelona, 2004) y en Palabras por un joven suicida (Editorial Silueta, Miami, 2006). Es columnista de Diario Las Américas

martes, 13 de julio de 2010

Alberto Cabrales en La Otra Esquina, con fotos de Juan Carlos Mirabal y unas palabras de Rolando Jorge







Fotos de Juan Carlos Mirabal

Diseños de guerra



Pero me fui de hormiga al hormiguero

con la migaja que casi no puedo alzar.

Lázaro Alberto Cabrales


Para mí la canción ha sido siempre algo fundamental: me acompañaron Dylan, Silvio, Chico Buarque, Violeta Parra durante mis errancias por Cuba, Venezuela, México, Miami. Sin poder oirlas (porque no están grabadas en disco alguno) pero sabiéndome algunas de memoria, en ese acerbo incluyo las canciones de Cabrales.

Alberto mantuvo una posición polémica en la Isla. Su estro guiado por lo mejor de la música universal y la mano poética de Vallejo a edad tan temprana como a los veinte, sorprendía. Títulos como "Luisa y Carmen", "La hueca huella", "El Señor Ternura", "Pinta mi niña azul", "Arrea la razón", "Homenaje a John Lennon", "Polvareda", "Cachumbambé", "La balsa", "Razones del Porfiado", "El baile de las máscaras", "El circo", "Canción a Jessica" y un largo etcétera, marcaron a mucha gente.

Después de casi quince años sin saber nada de él, nos reencontramos aquí en Miami, gracias a la poeta Rubí Arana. En esta última fase de su trabajo Cabrales alcanza, para mi opinión, la madurez absoluta, haciendo de cada canción un pequeño concierto. Su guitarra sube a los cielos y su poética, diluida en los lenguajes de libertad que le entregaran José Lezama Lima y otros, muestra hallazgos inusitados.

Quien cierta vez se fue de hormiga al hormiguero, de donde todos venimos, aún pasa el día buscando el día. La ternura vela en él.

Rolando Jorge/9/7/2010

Una breve crónica de Olga Connor sobre este evento aparece hoy en la sección Galería de El Nuevo Herald.

sábado, 10 de julio de 2010

LA LITERATURA CUBANA ACTUAL EN LOS ESTADOS UNIDOS*


Por Armando Valdés-Zamora
 
No llegamos a tiempo: llegamos demasiado temprano o demasiado tarde.
     Pero al menos llegamos a un espacio donde pudimos ser nosotros mismos.
.
                                                Carlos Victoria

 I

            El 25 de marzo de 1889  José Martí publica en el diario The Evening Post de Nueva York su artículo “Vindicación de Cuba”. Como se sabe dicho texto es la respuesta airada del cubano exilado a una “ofensiva crítica de los cubanos” – anota Martí – que había aparecido inicialmente en el The Manufacturer de Filadelfia en la cual se descalificaba tanto al pueblo cubano como a los exilados.
            Con la vehemencia propia de su prosa política Martí resume tanto la dificultad de enfrentarse a la tiranía española en Cuba como la indiferencia y el desdén con el que en el exterior de la isla se refieren a esta lucha y a los exilados cubanos:

Hemos sufrido impacientes bajo la tiranía; hemos peleado como hombres, y algunas veces como gigantes, para ser libres (…) tenemos que batallar como vencidos contra un opresor que nos priva de medios de vivir, y favorece, en la capital hermosa que visita el extranjero, en el interior del país, donde la prensa se escapa de su garra, el imperio de una corrupción tal que llegue a envenenarnos en la sangre las fuerzas necesarias para conquistar la libertad. Merecemos en la hora de nuestro infortunio el respeto de los que no nos ayudaron cuando quisimos sacudirlo[1].

            Martí, el Sujeto Ideal del imaginario cubano, fustiga a quienes comentan de manera deningrante ciertos aspectos de la identidad cubana. Es decir que Martí, a la vez admirador y crítico de los Estados Unidos, y emblema de la escritura exilada cubana tiene que alzar la voz, en medio del inmenso trabajo que significa organizar la lucha armada contra los españoles, para poner en su lugar a interlocutores que de alguna manera lo acogen.
            Hay una queja en este discurso y en la insistencia excesiva con la que se atribuyen valores a la identidad cubana. A mi modo de ver es esta queja, esta inconformidad, la que caracteriza el tono de una zona importante de la escritura del exilio cubano. Son los grados de intensidad y los temas a través de los cuales se representa esta queja lo que ha cambiado.
            Martí escribía en los Estados Unidos para tratar de volver a Cuba, como al final hizo. Esa posibilidad apenas se insinúa en los textos más recientes de los exilados. Si la referencia a una Cuba pasada existe, en la mayoría de los casos es para contraponerla a un contexto a la vez propio e incómodo, es decir, como la manifestación de un nuevo tipo de queja.

II

            El escritor y profesor cubanoamericano Gustavo Pérez Firmat divide en tres tipos a la literatura de los emigrados cubanos en los Estados Unidos: 1) Literatura de inmigrantes, 2) literatura del exilio y 3) literatura étnica[2].
            Según él, se considera literatura de inmigrantes a la escrita por quienes una vez establecidos en otro país no tienen la intención de volver y adoptan la lengua de este nuevo país. Ese es el caso del escritor Oscar Hijuelos, nacido en Nueva York de padres cubanos autor de varias novelas todas escritas en inglés, entre ellas, la más conocida The Mambo Kings Play Songs of Love (Los reyes del mambo tocan canciones de amor), Premio Pulitzer en 1990.
            La literatura del exilio parte de una posición opuesta del sujeto, no se desea ruptura con el origen sino que se reitera un apego a los orígenes y se ve a sí mismo como “un transeúnte en una nueva geografía”, en un país extraño. Es, por tanto, una literatura que intenta escribirse en “cubano”y que mira hacia el pasado y no hacia el futuro como la del inmigrante.
            La escritura que Pérez Firmat denomina étnica es para él una fusión de las dos anteriores. Se defiende con orgullo en ella una dualidad no conflictiva porque sus bases no residen en la identidad sino en la diferencia. Este sujeto bilingüe “no se define como ‘cubano’ ni como ‘americano’, sino como la síntesis de ambos: cubanoamericano”(Pérez Firmat, 2000:  Entre los autores que se citan en este caso se encuentran Roberto Fernández, Ricardo Pau-Llosa, Virgil Suárez y Pablo Medina.
            Las primeras dos aspectos que sorprenden al investigador al adentrarse en la búsqueda y lectura de esta literatura de emigrantes cubanos es en primer lugar su vastedad y al mismo tiempo,  lo mal conocida y estudiada que resulta la literatura de los escritores cubanos que viven y trabajan en los Estados Unidos.
            La primera razón citada –la vastedad – explica el aspecto panorámico y limitado de este trabajo: me limito aquí a hablar de los escritores exilados más recientes, es decir, los que escriben en español aún cuando todos hablen inglés. La segunda razón, en un primer momento, inexplicable, es la principal motivación de este esbozo.
            Sin que sea el objetivo de este trabajo, enumero las cuatro razones de esta indiferencia hacia los escritores cubanos exilados en norteamérica.

            1 La difusión tanto en el mundo universitario como en los circuitos comerciales de una bibliografía literaria editada exclusivamente en La Habana.
            2 El papel preponderante otorgado a la noción de identidad, origen,  pertenencia y representatividad presente en las clasificaciones críticas y académicas.
            3 La no aceptación (muchas veces premeditada por razones políticas) de un exilio y de una comunidad letrada cubana en los Estados Unidos.
            4 El propio proceso de formación de esta literatura que incluye la adopción del inglés (en el caso de los escritores inmigrantes y cubanoamericanos más arriba citados), o una escritura en español que, al producirse en los Estados Unidos, muchas veces es marginal o comunitaria.

III
Sin mucho esfuerzo se pueden precisar las etapas de los emigrados cubanos en los Estados Unidos. Una primera se puede situar desde el 1959 mismo hasta finales de los años 60, otra que va desde este momento hasta el éxodo del Mariel en 1980. La siguiente, bastante compleja por el choque que significó la llegada de más de 150000 cubanos a la Florida, se extiende hasta el 94, cuando ya no se trata de escaparse en barcos, sino en balsas.  Estos “balseros” – que siguen llegando a diario por las vías más inesperadas – coinciden con los cubanos del “bombo”– lotería de visas que permite viajar a 20000 personas por año – y con otros reclamados, también por vía legal, por sus familiares. En el caso de los escritores y artistas, se olvida siempre mencionar a quienes llegan a los Estados Unidos procedentes de Europa, Canadá y múltiples países de América Latina.
Es evidente que esta clasificación cronológica no revela los aspectos conceptuales de las etapas clasificadas, en algunos casos, desde una perspectiva sociológica, económica, histórica o política.
 Sirve, si acaso, para comprender mejor los momentos en que se que gestó la escritura de autores de diversas procedencias y edades. De Lydia Cabrera que se exilia en 1960 hasta Reinaldo Arenas, Guillermo Rosales y Carlos Victoria, por citar algunos de estos escritores emblemáticos, son múltiples las diferencias estéticas y existenciales. ¿Cómo alinear en un mismo estudio a un escritor disidente de Orígenes como Lorenzo García Vega, un poeta cubanoamericano como José Kozer con otros más jóvenes como Néstor Díaz de Villegas y Joaquín Gálvez, sin olvidar a los “marielitos” que continúan activamente publicando.
Todos estos autores tienen sin embargo algo en común: la lengua, y Cuba como reiterada referencia.
IV
La llamada generación, grupo o movimiento intelectual del Mariel representa en la historia de la cultura cubana la reacción estética colectiva más iconoclasta de todo el período posterior al triunfo de la revolución de 1959.
Mariel a signifié un exode des cerveaux considérable par la qualité et le nombre. On assiste à une floraison culturelle exceptionnelle, à une remise en question des valeurs sécrétées par una idéologie officielle, à un bouillonnement salutaire, passionné et souvent passionnel, et qui n’est pas sans danger:         celui de voir naître un autre terrorisme intellectuel[3].
De lo anterior se infiere que además del número considerable de artistas y escritores Mariel introduce una vehemencia muchas veces nihilista en su lenguaje. En un breve artículo escrito poco después de llegar a los Estados Unidos y que le da título a su libro de ensayos Necesidad de libertad, Reinaldo Arenas escribe algo que se puede considerar la poética irreverente de estos escritores:
Esa divina posibilidad de decir no, donde el “Jefe” dice ; esa magnífica, sagrada posibilidad de    cuestionar, criticar, disentir; esa duda llena de audacia, ese NO, es y será siempre lo que diferencia al      hombre del rebaño, al ser humano de la bestia, al individuo del esclavo. Y en ese no rotundo admitido           dentro de las democracias, y contra la democracia, radica la grandeza de occidente. Su definición y su      grandeza. Aún cuando muchos consideremos tal tolerancia como una actitud suicida[4].
Sin embargo, en el discurso literario y crítico de sus textos aparecidos en múltiples publicaciones que fundan sus miembros en los Estados Unidos, de la cual la revista Mariel es la más representativa, subyace lo que Iván de la Nuez denomina “la filosofía de grupo”[5] de los marielitos, una identificación colectiva con posiciones sobre todo políticas. Es decir que a la diferenciación estilística que cree ver en el grupo Roberto Valero (Barquet, 1998:110),  uno de sus miembros, se une esta uniformidad en la protesta. La paradoja se amplia cuando constatamos que esa negación a la que se refiere Arenas va dirigida también a sectores mayoritarios del propio exilio cubano que no aceptan de inmediato a los marielitos. Fugitivos del totalismo cubano contra el cual dirigen todos sus principales ataques, los escritores “marielitos” tampoco se sienten a gusto con, cito a Arenas, esa “gentuza” que “todavía se cree con derecho a determinar” (Arenas, 2001: 212)  es decir la burguesía exilada de Miami. Se puede entonces afirmar que, “la singularidad de Mariel en la cultura cubana está, muy probablemente, más en su no lugar que en su vanguardismo”( De la Nuez, 1998: 105)
Martí vindicaba a Cuba y a los cubanos en su queja ante el The Manufacturer de Filadelfia, Arenas y la mayoría de los escritores del Mariel llevan al extremo el descontento, la asfixia por la falta de espacio que significa de una parte el vivir en el destierro y por otra, no ser aceptados y no aceptar el orden de ese nuevo espacio donde viven.
V
La escritura literaria actual de los exilados cubanos en Estados Unidos no sólo se caracteriza desde el punto de vista estético por su diversidad de corrientes y de autores sino también por su entrada en el mundo editorial europeo y, en menor medida, en el norteamericano. Daína Chaviano gana con La hembra el hombre y el hambre en 1998 el Premio Azorín de novela en España donde es publicada por la editorial Planeta. Antonio Orlando Rodríguez gana el Premio Alfaguara en 2007 con la novela Chiquita. José Manuel Prieto que vive entre México y Nueva York después de haber vivido doce años en Rusia, publica en España y México – además de ser traducido al inglés al francés y al alemán entre otros idiomas – sus novelas Mariposa nocturna en el imperio ruso (o Livadia) y Rex, por sólo citar algunos ejemplos.
Es justo reconocer, sin embargo, que muchos escritores que escriben en español en Estados Unidos y que abordan temas que pasan en Cuba, o que tienen como sujetos a cubanos exilados,  publican muchas veces en modestas editoriales locales o a cuenta de autor, en sitios internet y en blogs.
Vale preguntarse desde qué perspectivas se puede describir y analizar las escrituras de estos autores. La confluencia en un mismo espacio de tantos escritores de experiencias vitales tan diferentes dificulta el empleo de la noción de generación tan repandida, por cierto, en los estudios literarios cubanos de la isla. Incluso quienes pudieran agruparse siguiendo este dudoso método, una vez leídos sus textos contradicen la eficacia crítica de la elección. ¿Qué aspectos estéticos comunes pueden asociar, por ejemplo a los narradorres Daína Chaviano y a Juan Abreu, a Armando de Armas y a José Manuel Prieto o a los poetas José Kozer y Emilio de Armas, como lo puede insinuar el hecho de haber nacido todos en Cuba y en fechas más o menos cercanas?
Si según Roberto Valero a pesar de enormes puntos de vista en común, la diferenciación es el rasgo estilístico predominante en la literatura de Mariel esa es, aparentemente, la herencia más palpable de este grupo de escritores en la literatura más reciente de los exilados cubanos. Sólo que en esta caso la confluencia en un mismo espacio no genera una filosofía de grupo implicíta en sus discursos identitarios ni una vehemencia reiterada en sus posiciones políticas.
Y digo, aparentemente, porque se percibe en los textos más recientes también la presencia de un no-lugar (De la Nuez, 1998: 106). En estas narraciones la presencia incómoda de un sujeto que rememora con espanto lo vivido en la isla, alterna con otro que al mencionar a Cuba se remonta al pasado o simplemente no la menciona jamás, la elude. Al referirse al espacio del exilio – en la inmensa mayoría de las veces a Miami – éste aparece como el lugar incómodo o agresivo donde deambula un sujeto inadaptado.
De esta manera se puede avanzar que en todos estos discursos ficticios más recientes subyace una perspectiva común en la manera de contar o de imaginar la isla y el país donde viven su exilio: la elisión o la inadaptación, marcan estos textos que revindican más un deseo individual que una aspiración colectiva o un compromiso ideológico.
Los grados de la queja con que Martí asume la defensa de Cuba y de los cubanos así como la angustiosa y vehemente negación sobre la cual se apoya el territorio intelectual del exilio de Arenas, se atenúan, se remplazan por la extrañeza, la supervivencia o la indiferencia.
En el cuento “Tres citas en el Sur” de su libro El salón del ciego Carlos Victoria rememora tres encuentros de Marcos, alter-ego de Victoria, con José Julio, un joven escritor acabado de llegar de Cuba a Miami que en realidad representa a Juan Francisco Pulido poeta que  se suicida poco tiempo después de llegar al exilio.
A pesar de la gran diferencia de edad, Marcos cree verse a sí mismo en la angustia del recién llegado de Cuba que le escribe diciéndole: “Necesito su orientación”. En un pasaje de este texto ambos pernoctan en un hotel de la Florida y en medio de la celebración por una beca que dice haber obtenido José Julio para irse a estudiar a “un estado del norte”, los dos escuchan voces que interrumpen de esta manera el brindis.
Percibo en este pasaje una sutil manera de identificación común por el lenguaje y la irrupción extraña del Otro y de lo Otro que viene a recordar a los personajes la imposibilidad de adaptarse del todo, lo inútil incluso de no hablar de Cuba y de evadirse huyendo al norte, como lo corrobora después el suicidio de José Julio:
En el cuarto de al lado varias voces discutían en inglés. Hombres y mujeres, borrachos, despojados de         sus perendengues, daban traspiés y manotazos. Sus sombras encrespadas se reflejaban a través del               crisital en el balcón contiguo, en el que los dos amigos brindaban. De pronto alguien lanzó un objeto                contra la pared; un hombre comenzó a chillar fuck , como si fuera la única palabra de ese idioma; las                 mujeres se echaron a llorar, entre graves recriminaciones. Una insulsa pelotera ante la cual Marcos y                 José Julio se sentían extranjeros[6].
Es la irrupción inesperada de esta lengua en un sitio en el cual los personajes se refugian una noche para creerse a salvo, tanto de fijas representaciones de lo cubano como de un exterior ajeno,  el signo moderado que provoca la nueva queja de esta escritura exilada: no se sienten a salvo ni están en casa.
Dos sujetos diferentes de la escritura cubana en los Estados Unidos, el fugitivo del Mariel y el exilado en los años noventa, comparten la misma reacción subjetiva: se consideran extranjeros al escuchar a otros hablar en inglés. Es a partir de esta paradoja formada por la conquista parcial de poder expresarse en libertad y la sensación de incompletez que la carencia de un territorio lingüístico propio provoca, que pueden orientarse las lecturas críticas de las ficciones escritas por los cubanos en los Estados Unidos.
           

*(Artículo publicado inicialmente en la revista América de la universidad de la Sorbona de París, No. 39, 2010, p. 31-36)
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                                                            BIBLIOGRAFIA               

Reinaldo ARENAS, 2001, Necesidad de libertad,  Miami, Ediciones Universal.

Jesús J. BARQUET, 1998, “La generación del Mariel”, Encuentro de la cultura cubana, No. 8/9, Madrid, España,  p.110-125.

Iván DE LA NUEZ, 1998, « Mariel en el extremo de la cultura », Encuentro de la cultura cubana, Madrid (8/9) primavera-verano, p. 105-109.

Liliane HASSON, 1986,  « La génération des Cubains de Mariel et leur presse littéraire aux Etas-Unis », Colloque International « Politiques et productions culturelles dans l’Amérique latine contemporaine », América, No. 1, Paris, Presses Universitaires de la  Sorbonne.

José MARTI, (1889) 1963-1973, “Vindicación de Cuba”, Obras Completas, La Habana, Editorial Nacional de Cuba,  Tomo I, p. 236-237.

Gustavo PEREZ FIRMAT, (1994) 2000, Vidas en vilo. La cultura cubanoamericana Madrid, Editorial Colibrí.

Carlos VICTORIA, 2004, « Tres citas en el sur »,  El salón del ciego, Miami, Ediciones Universal,  p. 128-129.




[1] José MARTI, (1889) 1963-1973, “Vindicación de Cuba”, Obras Completas, La Habana, Editorial Nacional de Cuba,  Tomo I, p. 236-237.
[2] Gustavo PEREZ FIRMAT, (1994) 2000, Vidas en vilo. La cultura cubanoamericana Madrid, Editorial Colibrí.
[3] Liliane Hasson, 1986,  « La génération des Cubains de Mariel et leur presse littéraire aux Etas-Unis », Colloque International « Politiques et productions culturelles dans l’Amérique latine contemporaine », América, Presses Universitaires de la  Sorbonne Nouvelle, No. 1, p. 132.
[4] Reinaldo Arenas, 2001, Necesidad de libertad,  Miami, Ediciones Universal, p. 212.
[5] Iván de la Nuez, 1998, « Mariel en el extremo de la cultura », Encuentro de la cultura cubana, Madrid (8/9) primavera-verano, p. 105-109.
[6] Carlos VICTORIA, 2004,  « Tres citas en el sur »,  El salón del ciego, Miami, Ediciones Universal,  p. 128-129.

Armando Valdés-Zamora nació en La Habana, en abril de 1964, pero creció en Santa Clara por una razón trágica: sus padres fueron encarcelados y fue criado por una tía en esa ciudad del centro del país.Ha publicado el poemario Libertad del silencio, Ediciones Trazos de Cuba, París, 1996, y la novela Las vacaciones de Hegel, Madrid, 2000, que resultó finalista del Premio Felipe Trigo, publicada en Francia como Les vacances de Hegel, donde fue finalista del Premio a la mejor primera novela en Francia. Doctorado por la universidad de la Sorbona en 2003 con una tesis sobre José Lezama Lima, es profesor Adjunto de la Universidad de Paris XII y de la Escuela Superior de Gestion (ESG) de París. También es autor de decenas de artículos y ensayos sobre la literatura cubana publicados en Cuba, Europa y Estados Unidos.